El día 20 de febrero es el Día internacional del Gato, así que les dedico esta entrada a los gatos domésticos. Creo que ya solo por el nombre de esta página web queda bastante claro que me gustan los gatos, y tengo que reconocer que cada día más. Voy a intentar centrarme solo en las razones por las que me gustan y que tienen que ver con los libros, porque si no, se haría demasiado largo el texto. (Actualizado el 20/02/2020).

Lo primero que siempre me ha fascinado de los gatos es su «amor» por el papel. Basta tener un libro (abierto), periódico, revista, cartas… que probablemente aparecerá algún gato para tumbarse encima (y algunos también mordisquean o rasgan). ¿Será por el olor o por otra razón? Cuando iba al colegio y al instituto tenía una gata, que se llamaba Cleopatra, a la que le encantaba tumbarse encima de mis deberes. Por suerte, sin intenciones destructivas. A Tari lo que le gustaba sobre todo eran los periódicos, pero de esos ya veía pocos, con esto de la era digital se están perdiendo las buenas costumbres…

Los gatos aparecen en bastantes libros e incluso a veces son los protagonistas absolutos. Puede que sean menos numerosos que los perros, pero creo que cada vez aparecen más. No sé si es porque cada vez hay más gatos en los hogares, y eso lleva a que se escriba más sobre ellos; o es que me fijo más, aunque solo salgan un momento en la historia. Estas apariciones esporádicas se dan, por ejemplo, en libros como La mujer del camarote 10 de Ruth Ware, o un poco menos esporádicas, como en La mujer de la libreta roja de Antoine Laurain. Y a veces nos «engañan» con el título, porque casi no tiene nada que ver con un gato, como en El reloj, el gato y Madagascar de José Luis Sampedro.
Yo me he encontrado gatos en cuentos populares, como El gato con botas; o en libros autobiográficos, como Un gato callejero llamado Bob de James Bowen, que trata sobre cómo Bob le cambió la vida a un músico callejero y adicto a las drogas. También me he encontrado gatos detectives, como en la serie de misterio protagonizada por Koko, un sagaz gato siamés, que ayuda a su «dueño» a resolver casos, con títulos como El gato que leía del revés o El gato que odiaba el rojo, de Lilian Jackson Braun, o Los misterios de la gata Holmes de Jirō Akagawa (me falta escribir la reseña). En El caso del mayordomo asesinado de Marco Malvaldi, aparecen dos gatos, pero no ayudan a resolver el caso. Y también, a veces, encontramos gatos o gatas que cuentan sus experiencias, como en La tienda de los recuerdos perdidos de Anjali Banerjee.
Muchas veces se piensa que las que más relación tienen con los gatos son las mujeres, y eso queda reflejado en los libros. A veces por cosas malas, como cuando se asociaba a los felinos con la brujería (y a las mujeres también), y se pueden encontrar algunos ejemplos en Cuentos de brujas de escritoras victorianas (1839-1920). Y otras veces por tener ganas de cuidar y ayudar, así que recogen a gatos callejeros (y también perros), como aparece en Tres vidas de Gertrude Stein o en El asesino vive en el 21 de S. A. Steeman. Pero también se puede encontrar algún libro en el que la historia de «amor» es entre un hombre y una gata, como es el caso de Morir no es lo que más duele de Inés Plana (solo era una subtrama, pero hizo que me cayera algo mejor uno de los protagonistas).
Pero aparte de salir en los libros, muchos escritores han tenido gatos como mascotas. ¿Será porque existen muchas similitudes entre la forma de ser de los escritores y los gatos, o es simplemente que no pudieron resistirse a su (adorable) forma de ser, como me pasa a mí? Ejemplos de escritores con gatos: Charles Dickens, Alejandro Dumas, las hermanas Brontë, Tennessee Williams, H. G. Wells, Lord Byron, Edgar Allan Poe, Victor Hugo, F. Scott Fitzgerald, Colette… Y también Mark Twain, que dijo o escribió esta frase:
Si fuera posible cruzar a un hombre con un gato, mejoraría el hombre, pero se deterioraría el gato.
Julio Cortázar, además de tener gato, escribió esto (aunque algunos dicen que en realidad la frase es de otro autor) sobre el amor hacia las personas, comparándolo con la forma de querer a un gato:
Querer a las personas como se quiere a un gato, con su carácter y su independencia, sin intentar domarlo, sin intentar cambiarlo, dejarlo que se acerque cuando quiera, siendo feliz con su felicidad.
Hasta hace poco desconocía esta frase, pero me parece que resume muy bien lo que me hacen sentir mis gatos y gatas (aunque realmente no son míos, los gatos se pertenecen a sí mismos…). Me encanta su independencia, cada uno con su personalidad, cómo me buscan y descubren enseguida dónde estoy, sus ronroneos cuando están en mi regazo o los acaricio, cómo se frotan, cómo juegan… Y lo bien que suelen salir en las fotos:

Ese poema es de la autoría de Javier Salvago Calderón, poeta español contemporáneo. Saludos. Fernanda Martínez. Uruguay
Yo siempre que he visto la cita se la atribuyen a Cortázar, pero reconozco que no la he visto en un libro suyo. No conozco la obra de Javier Salvago Calderón, ¿me podrías decir en qué libro de poemas suyo sale este texto?
En Rayuela