Después de leerme por «equivocación» un libro recomendado para 14 a 18 años (Monstruo de ojos verdes, de Joyce Carol Oates) me puse a reflexionar sobre qué son exactamente los libros juveniles. Tengo mucho más claro qué es la literatura infantil, pero siempre me ha parecido que la literatura juvenil está en una especie de limbo. Aunque también puede ser porque nunca seguí del todo eso de leer libros adecuados a mi edad…
Definición
Lo primero que viene a la mente es que tiene que ser literatura para jóvenes, evidentemente. Pero más bien menores de edad que han pasado de la niñez a la adolescencia. Según la Guía bibliográfica de Literatura infantil y juvenil de la Biblioteca Nacional de España (BNE), se considera Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) las obras de creación para niños y jóvenes, pero también las escritas por estos colectivos. No incluye los textos de carácter educativo, pero supongo que se refiere a los libros de texto que se usan en los colegios e institutos, porque gran parte de los libros infantiles y juveniles buscan también ser educativos.
En esa misma guía de la BNE explican el origen de la «literatura para niños» en España, que probablemente fue en el siglo XII, con la publicación de Los milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo, o El Romancero. Y lo creen por su evidente contenido didáctico y porque estaban dirigidos a educadores e hijos de la nobleza. En esa línea siguieron el Libro del conde Lucanor, de Don Juan Manuel, o las traducciones de las fábulas de Esopo. O más tarde las recopilaciones de cuentos con moraleja, que demuestran que se busca educar y no solo entretener a los niños y niñas. Eso sí, no explica en qué momento se hace una distinción entre literatura infantil y juvenil.
Actualmente parece que la distinción es la edad. Aunque no queda muy claro a partir de qué edad es literatura juvenil, porque depende del criterio de la editorial. Algunas ponen el límite en los 14 años, otras en los 12… Y para las encuestas del Informe de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2018 a partir de los 10 años ya son adolescentes. Y también parece que no están destinados a mayores de 18. Pero a mí no me gusta pensar que por ser mayor de edad me tengo que perder algunas lecturas, prefiero que solo pongan «a partir de X años»… Un ejemplo de libros juveniles, pero que muchos adultos han leído son los de Harry Potter.
Más clasificaciones o categorías
Aunque ciertos libros se consideren juveniles, eso no quiere decir que siempre traten los mismos temas. Podemos encontrar románticos, de aventuras, de fantasía, de misterio, de humor, basados en hechos reales… En esta página hemos dedicado varias entradas de Bendita juventud a autores especializados en libros juveniles, como Enid Blyton o Erich Kästner, a colecciones de libros, como Alfred Hitchcock y los tres investigadores, o a publicaciones, como TBO. Y aunque sean todos (en principio) para adolescentes, la variedad es enorme.
En la literatura dirigida especialmente a los jóvenes se suelen tratar temas que acercan a los menores al mundo adulto, pero sin llegar a las complejidades de los libros dirigidos a adultos. Y también se usa un lenguaje más sencillo. Actualmente, aunque parece más una forma de aumentar las ventas y no tanto una necesidad de clarificar a quién va dirigido el libro, ha aparecido la categoría «Young Adult» («joven adulto»). Por lo que he leído, serían novelas juveniles, pero con un nombre que puede que atraiga más a los adolescentes, porque incluye la palabra «adulto» (y pocos jóvenes habrá que no quieran ser mayores…).
Pero también ha aparecido el «New Adult» (que no parece que se haya traducido al castellano, pero sería como «adulto reciente o nuevo»). En este caso son las historias protagonizadas por personajes entre 18 (o 16) hasta 25 años (o algo más), y tratan temas un poco más adultos, como la universidad o los primeros trabajos. Algunos también lo consideran un subgénero de literatura romántica, porque muchas novelas son historias de amor con sexo explícito (y las novelas juveniles «de toda la vida» o las «Young Adult» no suelen centrarse tanto en el sexo, o directamente ni aparece).
Clásicos incluidos como juveniles
Muy típico es incluir como libro juvenil los clásicos de la literatura, siempre y cuando no sean muy difíciles de comprender. Por ejemplo, a nadie se le ocurriría pensar que el Ulises de James Joyce es apto para jóvenes. Pero las novelas de Julio Verne o de R. L. Stevenson sí, aunque a veces no sean las originales y estén algo «recortadas». La entrada Cómo descubrí… a Julio Verne creo que es un ejemplo de lo probable que es empezar a leer a un autor como Julio Verne en la adolescencia.
En el tema de los clásicos, salvo excepciones, probablemente los autores no estaban pensando en dirigirlo a un público determinado. O igual sí, pero no pensaban en los jóvenes. Como Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, un libro que escribió como una sátira, para criticar los libros de viajes de su época (que debían derrochar gran imaginación). Pero ha acabado en la sección de literatura juvenil. En otros casos, como Mujercitas, de Louisa May Alcott, son obras basadas en lo que el autor o autora vivieron en su juventud, así que también se consideran aptos para lectores de estas edades.
También es frecuente que se incluyan las novelas con animales, como Colmillo blanco, de Jack London, o Belleza negra, de Anna Sewell. Porque parece que si hay un animal con mucho peso en la trama tiene que ser algo más infantil o juvenil, aunque incluya situaciones duras como el maltrato animal. Siempre existen excepciones, como Firmin, de Sam Savage, que no entraría en esta categoría (y eso que se trata de una rata humanizada, pero con preocupaciones de adulto).
Conclusión
Aunque a la hora de vender o recomendar libros es muy útil saber a qué edad están dirigidos, creo que sería una pena que los jóvenes lectores solo tengan acceso a libros recomendados para ellos. Yo de pequeña leí libros que no eran supuestamente para mí por mi edad, y si no hubiera podido leerlos, no sé cómo me hubiera sentado, pero creo que como mínimo me hubiera aburrido más. Es verdad que se puede supervisar y descartar ciertos libros, porque su lenguaje es demasiado complicado o los temas demasiado complejos. Pero también creo que es importante dejar libertad y que exploren más allá de los libros recomendados, como hacía Matilda, en el libro de Roald Dahl. Si no lo entienden, que consulten. Y si les aburre, que lo dejen, porque igual más adelante lo retoman.