Nos rodean las palabras, habladas o escritas. Muy necesarias para comunicarnos, porque el lenguaje corporal se nos quedó corto. Se puede pensar en la palabra de forma más académica, como en esta página de la que he sacado la imagen, o de forma más literaria, según lo que opinaban grandes escritores. Y en esta nueva entrada de Ágora os he preparado una pequeña selección, empezando por Ana María Matute:
La palabra es lo más bello que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los seres humanos. La palabra es lo que nos salva.
El gran José Saramago pensaba esto de la utilidad de las palabras:
Las palabras son solo piedras puestas atravesando la corriente de un río. Si están allí es para que podamos llegar al otro margen, el otro margen es lo que importa.
Michel de Montaigne, un escritor y filósofo francés, pensaba que no solo el que habla es importante, también el oyente (o el lector):
La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha.
Para Rudyard Kipling son (como) una droga:
Las palabras son la más potente droga utilizada por la humanidad.
Para Voltaire era importante que estuvieran en el lugar correcto:
Una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento.
Mark Twain no solo pensaba en la colocación, si no en la palabra adecuada:
La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta, es la misma que entre el rayo y la luciérnaga.
Para Julio Cortázar a veces las palabras se quedan cortas:
Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma.
Y esto que comenta André Gide creo que nos ha pasado a muchos:
Muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se presentan ante nuestro espíritu hasta que ya es demasiado tarde.