Sinopsis
Jane Cleveland y Prudence Bates forman, por edad y temperamento, una extraña pareja de amigas. Jane tiene cuarenta y un años, está casada con un clérigo y lleva una vida plácida pero anodina. Desempeña sin gracia y sin entusiasmo el papel de ama de casa; atrás quedan sus años de docencia en Oxford. Su aspecto torpe y descuidado contrasta con el de Prudence, una mujer independiente, atractiva y elegante con un largo historial amoroso que, a sus veintinueve años, ha alcanzado una edad «crítica para una mujer que aún no se ha casado». Corren los años cincuenta del siglo pasado y, según la mentalidad de la época, está a punto de pasar de soltera con pretendientes a solterona sin remedio.
Con la mejor voluntad, Jane decide resolver el problema y buscar al hombre apropiado para su amiga. Utilizando como excusa una partida de whist, Jane invita a Prudence a su parroquia rural con la secreta esperanza de que entable un idilio con Fabian Driver, un viudo apuesto y solitario. Sin embargo, Jane descubrirá que el papel de casamentera puede llegar a ser tanto o más complicado que el de ama de casa. En esta deliciosa comedia de costumbres, Barbara Pym retrata la amistad de dos mujeres cuyos destinos se ven constreñidos por los convencionalismos de la clase media británica.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Por otra de esas lecturas conjuntas que surgen en un pequeño grupo de Telegram. Ya tenía pensado leer algo más de esta autora, después de leer Mujeres excelentes y Un poco menos que ángeles. Tenía otros títulos en mente, pero salió esta oportunidad y la aproveché.
¿Mereció la pena?
Sí, mucho, me lo he pasado muy bien con esta historia. Y me ha gustado más que las otras que he leído. Hasta ahora las novelas de Barbara Pym me transmitían más melancolía que humor, y en esta novela algo de eso también he notado, por algunas situaciones, como el deseo no cumplido de Jane de ser escritora. Pero me he divertido mucho con Jane y su forma de entender la vida y relacionarse con la gente; con Prudence y sus relaciones en la oficina; y con el peculiar vecindario al que llega Jane por el trabajo de su marido. La adaptación a un nuevo lugar siempre es complicada, pero con alguien como Jane, que parece desconocer gran parte de las convenciones sociales, creo que algo más. Al ser una novela costumbrista, o de costumbres, parece que no pasa demasiado, pero en este caso sí que hay mucho «salseo» romántico. Algo que siempre me sorprende son estas novelas en las que se habla de la escasez de alimentos tras la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, por los malabarismos que tenían que hacer cuando había gente invitada, para no quedar mal.
De entre los variados y relativamente numerosos personajes, mi favorita es Jane, sin duda. Me pareció un personaje refrescante, que actúa de una forma inesperada. Por lo menos de lo que se esperaría en una novela de los años 50 en Inglaterra. También me gustó mucho su marido, Nicholas. A pesar de ser clérigo es un hombre bastante moderno, comprensivo… Y muy gracioso cuando intenta evitar ciertos encuentros que no desea. Al principio me chocó que tuviera una esposa así, pero realmente hacen muy buena pareja, se entienden y complementan. A veces Jane consigue escandalizarle un poco, y otras veces ella se sorprende con alguna salida de él. Mis primeras impresiones de su hija Flora fueron muy positivas, pero luego me defraudó. Me parecía bastante anticuada y conservadora, y ni su madre ni yo entendíamos que no quisiera aprovechar ciertas oportunidades.
Prudence no es que no me gustara, pero es que las situaciones en las que se ve envuelta no me hacían tanta gracia. Ni ella tiene una personalidad tan desconcertante como Jane. Sorprende que sean tan amigas, siendo tan diferentes, pero me gustaba su amistad. Prudence también es casi una antiheroína para este tipo de novelas, porque flirtea con hombres y adora su independencia. Y, aunque busca pareja, no parece que esté dispuesta a cambiar o amoldarse a lo que sea para conseguirlo. Su mayor problema es ser enamoradiza, idealizando de forma exagerada al hombre por el que se siente atraída. Y me daba la impresión de que en cuestión de amores no tenía tan claro lo que quería. (O, más bien, lo tiene claro, pero la sociedad la empuja a otro tipo de relaciones, más convencionales). El desenlace para Prudence me pareció un poco abierto, pero es que cuadra con su personalidad.
En general los hombres que podrían emparejarse con Prudence no me parecía que merecieran la pena. Empezando por Fabian, el viudo, supuestamente muy atractivo, pero que a mí hasta me parecía ridículo. Un ligón, que fue infiel a su esposa, y que no se sabe bien si es él el que maneja a su antojo a las mujeres con las que sale o son ellas las que le manejan. Otra cosa que me sorprendió es que hablaran tan abiertamente de infidelidades. Creo que es porque leo muchas novelas victorianas y generalizo con todas las británicas que no sean muy recientes, así que espero que sean muy puritanas. Por la zona aparece brevemente un parlamentario que yo sí que consideraría un partidazo casi sin conocerlo, y no el viudo. Para que no falten candidatos, también los tiene Prudence en su trabajo en Londres. Su jefe, por el que inexplicablemente está colada, o un compañero de trabajo, Geoffrey, que parece su opuesto en todo.
Aunque no es Prudence la única con posibles amores. También están Flora o Jessie, y con estas tres, junto al amor consolidado de Jane y Nicholas, y alguna otra relación, casi se podría hacer un estudio de los tipos de amor. Por ejemplo, el amor ciego, al no ver los defectos del ser amado, ni siquiera si son muchos y bastante evidentes. O el amor egoísta, que busca solamente su propio beneficio. También la desesperación en el amor, llegando a hacer cosas que son una pésima idea por conseguir a la persona amada; o el amor por simple admiración, que luego, cuando se conoce mejor a la otra persona, desaparece bastante rápido. La atracción por alguien opuesto, el amor platónico, el de “usar y tirar”, el amor oportunista, con alguien que simplemente se tiene cerca… Incluso algo que se podría llamar «amor reciclado», cuando se reutilizan las dedicatorias que funcionaron con una mujer para tratar de conquistar a otra…
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer una novela costumbrista con bastante humor, y con una protagonista muy poco común y divertida.
Ritmo de lectura
Con la lectura conjunta fueron cuatro semanas. Si lo hubiera leído yo sola creo que el ritmo hubiera estado entre medio y rápido.
¿Leerías algo más de la autora?
Sí, seguiré leyendo sus obras, y creo que la siguiente novela será Amor no correspondido. O alguna otra que se me cruce.