Yo tendría unos quince años cuando descubrí a William Shakespeare. Y en este caso fue un descubrimiento en dos fases, pero más o menos simultáneas: en clase de Literatura y en el cine. Y años después volví a «descubrirlo»…

La primera vez
Probablemente había oído hablar antes de él. O más bien de algunas de sus obras, porque tiene historias que forman parte de la cultura general. Como es el caso de Romeo y Julieta, que es el (mal) ejemplo del gran amor trágico. Pero como precisamente esa historia nunca me ha gustado, aunque la hubiera relacionado con él no creo que me hubiera animado a leer algo suyo.
Cuando sí que soy consciente de quién es Shakespeare es en clase de Literatura, en el instituto. Tampoco recuerdo mucho, tal vez porque normalmente se centraban más en autores españoles, pero no podían pasar por alto a un autor de la talla de Shakespeare. Recuerdo la división en dramas (o tragedias), que eran las más valoradas, y las comedias, más ligeras y para pasar el rato. Yo me decidí a probar con las comedias, porque en esa época evitaba las tragedias (y ahora tampoco es que me apasionen), pero tampoco puse excesivo interés en un primer momento. También recuerdo que me costó aprender a escribir su apellido, pero ya no se me ha olvidado (aunque casi siempre me aseguro de que lo he puesto bien pronunciándolo mentalmente en castellano, es decir, mal, que además me resulta gracioso).
Pero entonces vi la película Mucho ruido y pocas nueces, de Kenneth Branagh. La vi con una amiga que se quedó fascinada por la historia (y por los actores), así que se puso a buscar todas las películas que pudo basadas en obras de Shakespeare. Yo me lo tomé de otra forma, me puse a leer las obras y después veía las películas. Acabé decidiendo que mis favoritas eran El mercader de Venecia, El sueño de una noche de verano y La tempestad. De las más serias y bélicas no creo que llegara a leer ni ver nada (excepto resúmenes, para decidir si lo leía o no). Y también leí una que no me gustó nada: La fierecilla domada. No entendía cómo podía haber escrito una historia tan machista y en otras obras tener personajes femeninos que demostraban que valían tanto o más que los hombres.
El abandono y el redescubrimiento
Poco a poco me desapareció esta fiebre shakesperiana, fui descubriendo otros autores y autoras, empecé la universidad… Así que dejé un poco abandonado a Shakespeare. También influyó que me resulta mucho más ameno leer narrativa y no teatro. Pero siempre que veía (y veo) algo relacionado con Shakespeare no puedo evitar fijarme y detenerme a mirar o leer. Por ejemplo, decidí que al ir a París era obligatorio pasar por la librería Shakespeare and Company. Merecería la pena visitarla aunque se llamara de otra forma, pero fue lo primero que me atrajo de ella.
Y lo volví a “descubrir” hace algunos años, cuando decidí sacarme un título en inglés, y una de mis profesoras era una enamorada de Shakespeare. Le encantaba completar las clases teóricas con sus frases. Podría parecer algo anticuado, pero es todo lo contrario. Porque se considera que él fue el creador del idioma inglés actual, o que por lo menos dejó fijadas muchas expresiones y palabras que se siguen usando (incluso en otros idiomas). Además, descubrí unas lecciones de la BBC explicando expresiones de Shakespeare que me encantaron. Son pequeñas historias animadas, bastante divertidas, protagonizadas por el propio Shakespeare y sus conocidos. Por si os interesa podéis acceder pinchando en el enlace: http://www.bbc.co.uk/learningenglish/english/course/shakespeare.
Actualmente
Últimamente he descubierto el proyecto Hogarth Shakespeare. Se trata de un proyecto internacional para celebrar el cuadrigentésimo aniversario de la muerte de William Shakespeare. Han seleccionado a varios autores para que reinterpreten sus obras en forma de novela. Me pasó lo mismo que con la librería: despertó mi interés por la asociación con Shakespeare. Por ahora me he leído Macbeth, de Jo Nesbø, Corazón de vinagre (versión de La fierecilla domada), de Anne Tyler, y La semilla de la bruja (versión de La tempestad), de Margaret Atwood. Y me leeré todos los que pueda.
Creo que Shakespeare me acompañará toda mi vida, no porque yo lo busque, sino porque siempre me lo acabo encontrando, en una noticia, un libro, una frase… En su época asombró por sus recursos lingüísticos y sigue siendo actual, por sus historias, por su lenguaje y por sus adaptaciones. Como escribió Ben Jonson (uno de sus contemporáneos, que no podía saber la repercusión que tendría en el futuro):
Shakespeare no pertenece a una sola época sino a la eternidad.