Esta entrada iba a tratar solo sobre curiosidades de las portadas, hasta que me di cuenta de que realmente uso mal la palabra portada. Debería llamarla cubierta, pero me temo que es un error que me va a costar corregir. E igual para cuando lo consiga, el término aceptado será portada y la cubierta casi habrá pasado al olvido…

Sin entrar en muchos detalles, la cubierta es lo que recubre (y protege) las páginas, y la portada es esa página (normalmente la 3 o la 5) en la que aparece el título, el autor, la editorial, el traductor… ¿Y cómo hemos acabado llamando portada a la cubierta? Pues yo creo que por dos razones. La primera es que antes no todos los libros o manuscritos tenían cubiertas, pero la portada con los datos era imprescindible para diferenciar unos de otros, así que era necesario tener palabras distintas para definirlas. Actualmente todos los nuevos libros tienen cubierta (y portada), aunque sean de bolsillo, y se busca llamar la atención con las cubiertas/portadas. Y la segunda sería por las revistas y similares, en las que la portada y la cubierta coinciden, y se denomina portada.
Curiosidades
Como supongo que alguna reseña habréis visto o leído de esta página, probablemente os habréis dado cuenta de que en cada una aparece como mínimo una portada/cubierta. Si aparecen dos se trata de un libro que no se ha publicado originalmente en castellano. Y entonces me pongo a buscar una que tenga el título original, lo que permite ver las diferencias o similitudes que tienen, que reconozco que a mí me gusta hacerlo.
Por ejemplo, un caso de usar la misma imagen es el libro No está solo de Sandrone Dazieri. En el mismo libro en castellano ponen que es una adaptación del diseño original de Susanna Tosatti (concretamente en la contracubierta, o contraportada…).
Normalmente no me cuesta mucho encontrar la portada original, pero hay tres excepciones. La primera es cuando el idioma original es una lengua que desconozco o que usa caracteres distintos a los latinos. Por ahora solo me ha ocurrido con la novela La novena viuda de Geling Yan, cuyo título original en chino era incapaz de leer y por tanto entender si era el que buscaba. Pero encontré una página en la que relacionaba los títulos en inglés de esta autora con su correspondiente en chino y ya fue fácil encontrar la portada con el buscador.
El segundo problema que me he encontrado es cuando el título original no se parece al título en castellano. Y aunque conozca la lengua, tengo que saber cuál es exactamente para no poner la portada que no es. El caso más curioso fue con un libro que se leyó Concha. Ella normalmente solo me pone el título, y en muchas ocasiones son autores que escriben en castellano, así que no tengo que buscar nada más. Pero con el libro No más miedo de Erica Jong tuve que pedirle que buscara el título original porque estaba perdida, ya que la autora ha publicado varias novelas con títulos parecidos y relacionados, pero ninguno que significara «no más miedo». Las opciones eran: «fear of dying», que sería miedo a morir, o «fear of fifty», miedo a los cincuenta. Y ya me aclaró que era Fear of dying.
Y el tercer problema es cuando el título original no lo han traducido. Tampoco es que sea muy importante, pero aquí sale mi vena perfeccionista, que no quiere que acabe poniendo una portada/cubierta de un país que no sea el original. O por lo menos asegurarme de que si, por ejemplo, el título es en inglés, no acabe poniendo una edición italiana, alemana o francesa, porque si es de Estados Unidos o Gran Bretaña buscar la editorial correspondiente igual me complica demasiado la vida. Un poco de perfeccionismo está bien, pero sin pasarse. A veces también he tenido que descartar algunas porque me he dado cuenta de que eran de audiolibros. Creo recordar que la que más me costó fue la de Carthage de Joyce Carol Oates, porque la del audiolibro me pareció de las más bonitas, pero tuve que buscar otra.
De vez en cuando me encuentro cosas curiosas, como en el caso de La huella de un beso de Daniel Glattauer. Buscando la cubierta/portada del libro que había leído (en ebook) me encontré con que la imagen estaba «reciclada» y que por lo menos otro libro tiene una imagen similar:
Al final opté por una distinta a la del libro que me leí, porque me pareció más representativa de la historia, y así quedó:
Para terminar, tres conclusiones: que seguramente se me ha escapado alguna portada cuando debería haber puesto cubierta, que me encanta bucear por internet buscando portadas (pues eso, aquí por ejemplo sale la palabrita, pero es que cuando busco pienso en portadas), y que si me sigo encontrando cosas así de curiosas igual publico una segunda entrega sobre portadas, digo cubiertas…