Sinopsis
La Piedra Lunar, valiosa joya robada de un santuario hindú y de la que se cuentan toda clase de leyendas maléficas, llega a las manos de Raquel Verinder, heredera de un lord inglés, como regalo de cumpleaños, pero después de la cena de celebración con varios invitados la joya desaparece. El sargento Cuff es el encargado de la investigación y deberá descubrir la verdad a través de las diferentes versiones de los hechos que ofrece cada uno de los personajes implicados. La Piedra Lunar, un relato absorbente y apasionante que atrapa al lector desde la primera hasta la última página, no solo es, en palabras de T.S. Eliot, la más perfecta novela policíaca escrita hasta la fecha, sino también un melodrama apasionante que ilumina los recovecos más íntimos de la naturaleza humana. Publicada por primera vez en 1868, desde entonces ha sido reeditada sin interrupción en casi todas las lenguas.
¿Por qué me decidí a leerlo?
La primera vez que lo leí fue al poco de descubrir a Wilkie Collins, gracias a Charles Dickens, hace bastantes años. La segunda vez, hace pocos años, tras leer un artículo elogiando esta novela. Como no recordaba mucho de la historia, solo que me había gustado mucho, quise volver a leerla. Y esta tercera vez ha sido porque salió como lectura conjunta, y, aunque me acordaba relativamente bien de todo, para mí siempre es un placer releer a mi querido Wilkie.
¿Mereció la pena?
Por supuesto, siempre disfruto con sus novelas. Y, en este caso más todavía, por ser testigo de las sensaciones que despertaban sus personajes y giros en los demás. También me lo pasé muy bien sabiendo qué iba a pasar, a veces hasta me reía por cómo se producían algunos de los malentendidos. (En esos momentos me preguntaba si también Wilkie al escribir y repasar encontraría esas situaciones divertidas. O si se frotaría las manos pensando en cómo complicar más la historia y sorprender a sus lectores). También me gustaba detectar en qué momento aparecía una “pista”. La única pega de saber qué iba a pasar, además de perderme las sorpresas que depara la primera vez, era que no podía comentar las teorías del resto. Con lo que disfruto con eso, y más con una historia así, porque no paraban de pensar en nuevas teorías. Pero, por supuesto, no podía decir nada, por no acabar hablando de más y que averiguaran el final antes de tiempo. En general le gustó a todo el mundo (excepto a dos que abandonaron enseguida porque no les enganchó la historia), aunque algunas personas encontraron ciertas partes demasiado largas y que no avanzaba lo suficientemente rápido en ellas. Sobre los giros y el final, solo adivinaron pequeños detalles, pero en la mayor parte era casi imposible acertar.
Mi opinión, totalmente subjetiva como gran fan, es que es una novela maravillosa, a la que no le sobran páginas. Y que Wilkie demuestra que había nacido para generar suspense. Como comenté en broma en la lectura conjunta, creo que este escritor sería capaz de meter algún giro inesperado hasta haciendo la lista de la compra. También me gustan mucho sus personajes. Presenta una gran variedad, y a cada personaje le da una personalidad característica, e incluso una voz distintiva si se trata de uno de los narradores. Otra cosa que destaca de este autor es que suele criticar determinados temas sociales. Tiene novelas mucho más críticas con la sociedad victoriana, pero también en esta saca a relucir, por ejemplo, los prejuicios hacia los que son distintos, por su aspecto o nacionalidad. O las limitaciones que se tienen por pertenecer a una clase baja, empezando porque los ricos no suelen fijarse en los de abajo. También tiene ciertos toques científicos de la época, algunos aplicables todavía hoy en día. Además del suspense, incluye algunas partes dramáticas, pero también recurre al humor. Lo usa para poner en evidencia a los personajes, o incluso restar credibilidad a algunos de los narradores, como miss Clack, que quería convertir a todo el mundo a sus creencias. Por un lado, resultaba muy pesada, pero las reacciones de los demás eran muy divertidas.
La novela comienza en el pasado, en 1799, para conocer parte de la historia del diamante llamado la Piedra Lunar (Moonstone), que estaba en la India. Después de esta introducción, salta hasta 1848, en Inglaterra. El primero de varios narradores, Betteredge, comenta que va a narrar los sucesos de los que fue testigo, y que tienen que ver con la desaparición del diamante. Todo por deseo de Franklin Blake, que quiere aclarar qué pasó. Y así empiezan las primeras dudas: ¿qué pasó con el diamante? ¿Por qué tiene tanto interés Franklin en averiguarlo, dos años después de la desaparición? ¿Por qué algunos personajes se comportan de forma tan extraña? Betteredge es un personaje muy peculiar, su guía «espiritual» es el libro Robinson Crusoe, porque cree que al abrirlo al azar recibirá consejo o incluso una predicción de qué va a ocurrir. Lleva mucho tiempo al servicio de lady Verinder, la madre de Rachel, que es la que recibe como regalo el diamante al cumplir los 18 años. Aunque parece un regalo más bien hecho con mala intención. Penelope, la hija de Betteredge, era uno de mis personajes favoritos, pero sale demasiado poco. Y también aparecen abogados, familiares problemáticos, gente atormentada por su pasado, un detective inteligente al que ponen muchas trabas para resolver el caso… Y con todo eso, y más cosas que no puedo desvelar, Wilkie Collins consigue una novela redonda, en la que todo encaja al final.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer una novela clásica con muchos giros, malentendidos, varios narradores, un poco de amor y desamor, otro poco de drama, y también algo de humor.
Ritmo de lectura
Al ritmo de la lectura conjunta, seis semanas. Si la hubiera releído yo sola, hubiera tardado bastante menos. Seguramente la vez que tardé menos fue la primera vez, cuando no tenía ni idea de qué pasaría.
¿Leerías algo más del autor?
Sí, naturalmente. Por suerte, todavía me quedan unas cuantas obras suyas por leer: varias novelas y bastantes relatos. Y, por supuesto, seguiré releyendo…