Noches blancas de Fiódor Dostoievski

Noches blancas - Fiódor Dostoievski Бе́лые но́чи, Bélyie nóchi

Sinopsis

San Petersburgo, su luz, sus casas y sus avenidas son el escenario de esta apasionada novela. En una de esas «noches blancas» que se dan en la ciudad rusa durante la época del solsticio de verano, un joven solitario e introvertido narra cómo conoce de forma accidental a una muchacha a la orilla del canal. Tras el primer encuentro, la pareja de desconocidos se citará las tres noches siguientes, noches en las que ella, de nombre Nástenka, relatará su triste historia y en las que harán acto de presencia, de forma sutil y envolvente, las grandes pasiones que mueven al ser humano: el amor, la ilusión, la esperanza, el desamor, el desengaño.

¿Por qué me decidí a leerlo?

Siendo adolescente leí Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski, y me encantó. Después no leí nada más de él, e incluso abandoné algún libro suyo, porque en mi adolescencia o me enganchaba mucho o lo dejaba apartado. Ahora, años más tarde, y viendo que se publican bastantes obras cortas suyas, pensé que sería buen momento para leer algo más de él. La cubierta de esta novela corta me llamó la atención, por el color rojo, pero creía que sería de temática navideña, así que lo reservaba para alguna Navidad.

Hasta que me puse a buscar libros que transcurrieran en verano, para uno de mis retos lectores de 2022. Y entonces me enteré de que la historia sucede en verano, justo en el solsticio, así que decidí leerlo en agosto. Finalmente, no lo consideré parte del reto porque me ha parecido bastante atemporal, y creo que ni se menciona en el texto que es verano, ni el fenómeno de las noches blancas. Solo me pareció que se notaba por toda la gente que se ha marchado, porque debe de ser algo universal eso de intentar huir de las ciudades en verano para irse al campo (o a la costa).

¿Mereció la pena?

Sí, me alegro de haberlo leído. Se trata de una de sus primeras obras, pero ya se nota lo buen narrador que es, y que sus personajes reflexionan muchísimo. Y tengo que reconocer que me encantan las reflexiones, incluso cuando no comparto sus opiniones. Aunque los sentimientos de los personajes principales me parecían muy exagerados, sobre todo el amor que aparece y desaparece súbitamente, sí que había momentos en que me resultaban totalmente creíbles. Como cuando se reían casi sin saber por qué, o estaban llenos de dudas e indecisiones, cuando tienen esperanza o hacen planes poco realistas… Y también por lo acosada que puede sentirse una mujer sola por la calle. Lo que me extrañaba es cómo podían confiar tan rápidamente en una persona extraña, y contarse cosas tan íntimas. Pero también es verdad que, a veces, la conexión que se siente con alguien que se acaba de conocer puede ser muy fuerte, y que parezca una amistad de toda la vida.

El narrador en primera persona y protagonista es un solitario, y me pareció natural que fuera tan reflexivo. Cuenta que lleva ocho años en la ciudad de San Petersburgo, pero no tiene ni un solo amigo. Así que me desconcertó que se abriera tanto con esa desconocida a la que acaba de conocer (en el caso de ella me parecía más normal que quisiera desahogarse). Aunque puede que él solo necesitara a alguien que demostrara interés, y una vez que empezó a hablar parecía que no había forma de pararle. Se conoce toda la ciudad, y las casas parecen sus amigas, hasta se preocupa por ellas. También parece tener demasiada imaginación, o por lo menos se le ocurre cada cosa… Y, a veces, parece que vive en su propio mundo, y que el tiempo para él es muy relativo. Me gustó que salieran a relucir algunos libros, aunque varias referencias ni me sonaban. Pero cuando sale el tema de la lectura, los personajes me suelen resultar más cercanos. Se habla de varias obras de Pushkin, Ivanhoe, de Walter Scott, El barbero de Sevilla, Las mil y una noches, poemas de Zhukovski y Lérmotov…

La otra protagonista importante es Nástenka. En general me gustó mucho, aunque no tanto las decisiones que toma o las ideas que tiene sobre el amor o el matrimonio. Me daba bastante pena por la vida que llevaba, con su abuela ciega que la tenía extrañamente vigilada (lo del alfiler me pareció increíble). Aunque la abuela me parecía demasiado estricta, me hacía algo de gracia, y me hubiera gustado saber mucho más de ella. Me encantó su anécdota sobre las novelas que no deberían leer las mujeres jóvenes, porque les dan malas ideas. Lo que me pareció gracioso es que ella sí que las había leído, así podía opinar con conocimiento (y censurar). Los demás personajes son bastante secundarios: un misterioso prometido, y dos criadas. Matriona, que atiende al narrador, y Fiokla, que trabaja en casa de Nástenka. Y que por estar sorda no resulta de ser de gran ayuda para Nástenka en algunas ocasiones…

Sobre el final, tengo que decir que me lo esperaba. Pero en mi mente se había ido formando otro posible desenlace, con un giro sorprendente. Bueno, realmente pensé en tres posibles finales, pero el tercero lo descarté enseguida, porque no es lo que me esperaría de este autor. La traducción es de Marta Sánchez-Nievesz. Y me pareció que se necesitaban más notas a pie de página, para explicar todas las referencias literarias (solo se explican algunas), y palabras como dacha, que son las viviendas en el campo a las que al parecer va todo el mundo, si puede, en verano. Son bastante conocidas, pero no todo el mundo conocerá la cultura y costumbres rusas. Las ilustraciones son de Nicolai Troshinsky. Me parecieron algo esquemáticas, pero esos colores vivos y los trazos sencillos reflejaban bastante bien algunos de los sentimientos de los personajes.

¿A quién se lo recomiendo?

A quien quiera leer una novela corta, con interesantes reflexiones sobre el amor, el desamor, la soledad, los encuentros casuales… Recomiendo leerlo en papel para no perderse el colorido de las ilustraciones, y si es en formato digital, mejor en algún dispositivo que no las pase a escala de grises. O hacer como yo, que las volví a repasar en el ordenador.

Ritmo de lectura

Un ritmo medio, pero porque al principio cometí el error de leerlo de noche. Justo antes de dormir sentía que no me enteraba bien de lo que se contaba. Así que, cuando lo retomaba, tenía que retroceder porque no me acordaba. De la mitad al final lo leí de día, y lo disfruté mucho más.

¿Leerías algo más del autor?

Seguramente sí. Y lo más probable es que el siguiente libro sea Pobre gente, porque me han hablado bastante bien de él.

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