Sinopsis
Cuando Dave escucha a su esposa Dana musitar «Nunca más volveré a ser feliz», quizá sin haberse dado cuenta siquiera de que lo decía en voz alta, siente que ambos están a punto de perder todo aquello que una vez desearon: sus años de apacible matrimonio, tres hijas, la próspera clínica dental que comparten. Ahora Dave está convencido de que Dana se ha enamorado de otro hombre y, de manera inesperada, decide que la mejor manera de salvar su relación es evitar que su esposa descubra que él lo sabe. En La edad del desconsuelo, Jane Smiley narra con asombrosa autenticidad los ritmos de lo cotidiano y cómo de pronto se ven sacudidos por una emoción inesperada, dando lugar a situaciones tragicómicas y a una demoledora meditación sobre la vida en pareja, la pérdida y la infelicidad.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Ya sabéis que, si son historias de familias, sobre lo cotidiano que les rodea, y alguien me lo recomienda, no me lo pienso dos veces y lo leo.
¿Mereció la pena?
Claro que me ha gustado este libro de amor y desamor, basado en la rutina de un matrimonio aún joven y con tres hijas pequeñas, que comparten también trabajo. En este caso son odontólogos, los dos con clínica propia, y su vida gira alrededor de su trabajo y de sus hijas. Toda la historia se conoce a través del padre, que es el que la cuenta en primera persona. Por tanto, es su versión únicamente, y tengo que decir que me ha parecido una versión bastante realista. Pero todo estalla cuando, en el coche, su mujer dice la fatídica frase y todo cambia para esa familia. Ya no es solo la rutina que viven, la monotonía familiar, que no parece importarles. Ahora también es lo que él imagina que pasa, sin saberlo y sin quererlo saber. Y hace que la vida de la familia se vuelva una carga para la pareja, un no tener ganas de seguir aguantando la situación familiar, pero tiran para delante sin ganas y sin alegría. Ya no tienen fuerzas ni para cuidarse a ellos mismos, ni al otro, ni a las hijas.
Me gustan mucho las historias sobre la intimidad del día a día de las familias, y por eso esta me ha gustado mucho. Describe desayunos, comidas, cenas, enfermedades, discusiones, gritos, y muchos silencios. Lo cuenta de una manera que no aburre, al contrario, quieres más y más, y, sobre todo, termina de una manera buenísima la novela.
Ese narrador, el padre, es una persona privilegiada. Comparte su vida con la persona que ama; tiene tres preciosos angelotes por hijas, con sus cosas maravillosas y sus manías, sus rabietas, pero encantadoras; tiene el trabajo que le gusta, trabaja para sí mismo con su pareja; tienen la casa que querían tener. Parece que tanto afectiva como económicamente lo tiene todo, y, sin embargo, por celos, está al borde de estropearlo todo y quedarse sin nada. Y con ello muestra muchos de los miedos de la sociedad actual y muchas de nuestras cobardías.
La autora, de una forma extraordinaria, cuenta que la comunicación en la pareja es muy importante, pero a veces no hay forma de mantenerla. O que las hijas somatizan todo lo que les pasa a los padres, y pueden ser a veces una gran carga para ellos, cuando pasan por malos momentos, pero que cuando se dan cuenta de que pueden perder a alguna de ellas no pueden soportarlo. Y todo contado desde la voz del padre, desde la masculinidad actual, de esos padres que comparten tareas, crianza y trabajo con sus parejas a partes iguales.
¿A quién se lo recomiendo?
A los que os gusten los libros sobre la cotidianidad de una familia con tres hijas pequeñas.
A los que busquéis, además de una buena historia, una que hace crítica sobre la sociedad actual.
A los que os interesen los temas sobre parejas, celos, silencios…
Ritmo de lectura
Rápido.
¿Leerías algo más de la autora?
Seguro que sí.