Sinopsis
¿Se puede vivir más deprisa de lo normal? ¿Y se pueden vivir existencias paralelas? En El nuevo acelerador, Wells responde a estos y otros interrogantes, en unos cuentos a veces fantásticos o futuristas y otros proféticos.
¿Por qué me decidí a leerlo?
La novela me ha servido para el reto Todos los clásicos grandes y pequeños de Las inquilinas de Netherfield, por ser un «clásico de ciencia ficción / fantasía / distopía», como casi toda la obra de H. G. Wells. Lo elegí por ser muy cortito, porque me había leído otro libro que pensé que me valía para el reto (pero no), y ya no me quedaba casi tiempo para leer algo más que relatos.
¿Mereció la pena?
Sí, ha sido una lectura muy curiosa y amena. No estoy de acuerdo con la sinopsis en eso de que Wells dé respuestas a interrogantes, ni creo que esa fuera su intención. Por lo menos a mí me han parecido unos relatos en los que el autor demuestra tener mucha imaginación, y también una cierta base científica, porque hasta se adelanta a algún invento que se usó años después (aunque igual él ya sabía por dónde iban las investigaciones). Pero no creo que resuelva dudas ni haya ayudado mucho a la ciencia, excepto en temas éticos, como pudieron hacer Mary Shelley con su Frankenstein o R. L. Stevenson con El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Como suelo hacer con los libros de relatos, voy a comentar un poco cada uno de estos cuatro relatos:
El nuevo acelerador. Contado en primera persona, el narrador conoce a un científico, el profesor Gibberne, que ha inventado lo que llama «Nuevo Acelerador». Reconozco que por el nombre pensaba que sería algo mecánico, pero no, es un fármaco que acelera a las personas. Y no cuento nada más, porque los efectos y saber si merece o no la pena un invento así es mejor descubrirlo leyendo el relato.
Los acorazados terrestres. Una guerra algo desigual, porque se enfrentan los hombres del campo, que saben luchar, con los de la ciudad, más avanzados técnicamente. Este relato me gustó por la intriga de no saber a qué se enfrentaban los combatientes, y porque me pareció una crítica a las guerras, empezando porque no se sabe ni a qué se debe que estén combatiendo. En este relato usó la tercera persona, aunque casi todo el tiempo acompañamos a un corresponsal de guerra.
El bacilo robado. Este relato me gustó mucho, el que más, porque me resultó divertido. Y eso que, al principio, pensar en una bacteria peligrosa robada de un laboratorio me angustió por recordarme un poco a la pandemia del coronavirus (por el peligro de un organismo patógeno sin control, no por cómo se originó). Al estar contado en tercera persona sabemos qué piensan los tres personajes principales. La persecución me pareció muy graciosa, incluidos los comentarios de los que observaban el paso de los carruajes. Y el final fue todo un alivio.
Un sueño de Armaggedon. La más extraña de las cuatro historias. Está contada en primera persona, tanto por el hombre que en el tren lleva un libro sobre la interpretación de los sueños, como por el desconocido que decide contarle sus «sueños» después de negar que esos libros realmente sirvan para lo que le pasa a él. Porque más que sueños parece que ha estado viviendo en el futuro, viendo cómo el planeta está al borde de la destrucción por una guerra, aunque él prefería centrarse en su historia de amor.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer unas historias breves y bastante curiosas, en las que el autor demuestra una gran imaginación.
Ritmo de lectura
Bastante rápido porque son relatos muy cortos.
¿Leerías algo más del autor?
Sí, probablemente, aunque no está en mi lista de prioridades, y ya he leído varias de sus novelas, como La guerra de los mundos o La máquina del tiempo.