Sinopsis
Cerca de Wandlebury, el pueblo en torno al cual gira la saga de la señorita Buncle y Las cuatro Gracias, hay otro pueblecito, Ashbridge, donde la gente «tiene algo isabelino» y es «sencilla y valiente». En las afueras se alza Villa Vitoria, que un capitán mandó construir «después de luchar en la batalla de Vitoria y contribuir a la expulsión de José Bonaparte de España». Ahora esta romántica casa de campo es famosa por su jardín florido y por la hospitalidad y buen humor de su residente, Caroline Dering, viuda de un hombre a quien solo se recuerda por su antipatía y fatalismo, y madre de tres hijos. Corren los tiempos de la inmediata posguerra: las heridas de la Segunda Guerra Mundial aún no han cicatrizado, el racionamiento limita la vida e impone el ingenio o la resignación, y el pueblo sirve de refugio a seres atormentados por la reciente experiencia, como el señor Shepperton, que se instala en la posada del pueblo con un trágico y misterioso pasado a cuestas. El señor Shepperton hace buenas migas enseguida con la señora Dering … pero ésta no cuenta con que la llegada de su hermana Harriet, célebre actriz de los escenarios londinenses, pueda complicar las cosas.
En Villa Vitoria (1949) volvemos a encontrar el gusto de D. E. Stevenson por la comedia campestre y por las «dificultades» de pequeños personajes que «se parecían mucho a las del ancho mundo, pero vistas desde el otro lado del telescopio».
¿Por qué me decidí a leerlo?
Por la portada, porque me gusta el naranja y por la sensación de querer conocer (o tener) una casa con un balcón así. Y porque es un libro de D. E. Stevenson. Me gustó El libro de la señorita Buncle, pero no me apetecía seguir con esta saga, y sí probar algún otro libro escrito por ella.
¿Mereció la pena?
En general me ha gustado, es una historia sencilla y amable, con humor, pero que no resulta ofensivo (igual podría llamarse humor blanco). En esta novela lo importante es la vida cotidiana, las relaciones entre la gente del pueblo, cómo se ayudan entre sí… Y todo aderezado con toques de humor, por las situaciones o por las reacciones de los personajes. Como leo mucha novela de misterio y de suspense, a veces pensaba que iban a ocurrir cosas más graves, pero no, su vida en general es bastante tranquila. Incluso el amor aparece y desaparece de una forma bastante calmada, aunque algunos personajes se lo toman muy a la tremenda. El final me pareció un poco brusco (hasta pensé que le faltaban páginas), y solo cierra una de las historias (o parece que la cierra, porque pueden pasar tantas cosas…). Pero me gustó, me pareció muy original acabar de esa forma. Y muy real, porque la vida siempre sigue…
En la historia aparecen bastantes personajes, pero Caroline es la que tiene más protagonismo. Casi todo lo que pasa gira en torno a ella, y casi todos acaban recurriendo a ella en algún momento. Se casó muy joven, con un hombre que no paraba de quejarse (no de ella, de absolutamente cualquier cosa que le pasara), y lo llevó muy estoicamente. Y aprendió a mediar y a solucionar conflictos, en parte por esa situación matrimonial. El problema es que tiene tendencia a pensar demasiado en los demás y ponerse ella siempre en último lugar. Su hermana Harriet es totalmente diferente, es actriz, muy independiente, y no para hasta conseguir lo que quiere. No es que no ayude a los demás, pero no se sacrifica por otras personas si no es imprescindible. A pesar de sus diferencias, se tienen mucho cariño.
Otros personajes son los hijos de Caroline: James, el hijo perfecto, Leda, la intensa y malhumorada, y Bobbie, la más joven, un poco rebelde, y en permanente conflicto con su hermana. También está el misterioso señor Shepperton, que tarda en abrirse y confiar en los vecinos; sir Michael Ware, el vecino rico, con dos hijos, Derek, el veleta, y Rhoda, la pintora, que es muy independiente y no quiere ataduras. Y el resto del vecindario, desde el niño travieso hasta los que están emparentados con gran parte del pueblo. Los personajes femeninos me gustaron mucho, en general me parecían unas mujeres muy válidas y capaces de salir adelante solas… Pero lo que me dejaba mal sabor de boca era que de vez en cuando soltaban alguna frase sobre que algo era “cosa de hombres”. Y me extrañaba, porque precisamente muchas de ellas habían demostrado poder con esos trabajos cuando la mayoría de los hombres estaban lejos y los tenían que hacer ellas.
Lo más interesante (para mí) era la parte de novela costumbrista, ver cómo vivían en Inglaterra después de la Segunda Guerra Mundial. Se nota que les costaba volver a la normalidad, por las secuelas y las pérdidas, pero también por la escasez en los productos básicos. Tienen que racionar la gasolina, reciclar vestidos y embellecerlos como puedan, o colaborar para la recuperación del país produciendo en casa. Lo malo de intentar colaborar es que las normas son muy estrictas y tienen mucha burocracia, así que se quitan un poco las ganas. Eso sí, la solidaridad entre los vecinos es innegable. Y querían volver a las antiguas costumbres, como volver a celebrar fiestas, pero también a separarse hombres y mujeres después de cenar. Aunque luego volvían a juntarse…
¿A quién se lo recomiendo?
A las personas a las que les gusten las historias sencillas, que permiten conocer la vida cotidiana en un pequeño pueblo, en este caso inglés y durante la posguerra.
Ritmo de lectura
Bastante rápido, y como es corto, no me duró casi nada.
¿Leerías algo más de la autora?
Sí. Aunque no sé si continuaré leyendo esta saga (para empezar, creo que todavía no está traducida). Me ha entrado mucha curiosidad por uno que se llama Las cuatro Gracias, así que creo que ese será el siguiente.