Sinopsis
El señor Abbott, editor londinense, recibe un manuscrito firmado por un tal «John Smith» que cuenta la vida de un pueblecito inglés inesperadamente trastornado por la aparición de un «niño prodigioso» que toca el caramillo. No sabe si es «una sátira exquisita, solo comparable al primer capítulo de La abadía de Northanger, o una sencilla crónica de acontecimientos vistos con la mirada inocente de un simple», pero cree que será un éxito y decide publicarla.
La novela se titulará El perturbador de la paz y causará en el pueblecito donde transcurre el mismo revuelo que el niño del caramillo. Todos se ven delatados: en sus secretos, en su pasado, en sus manías y melancolías; es más: algunos empiezan a imitar, como si fuera un vaticinio, las reacciones de los personajes del libro. Y todos quieren, por encima de todo, descubrir quién lo ha escrito.
Quien lo ha escrito no es «John Smith» sino Barbara Buncle, una «cuarentona flacucha y sin estilo» que, acuciada por problemas económicos, ha decidido, después de descartar la cría de gallinas, dedicarse a la literatura. El libro de la señorita Buncle (1934) de D. E. Stevenson es como un Cranford de los años 30: una deliciosa y divertidísima descripción de una pequeña comunidad sometida a «un juego de espejos como los de los sastres» y que se siente traicionada al ver en entredicho la buena opinión que tiene de sí misma.
¿Por qué me decidí a leerlo?
La historia es un poco embarazosa, porque al principio fue una confusión de autores. Cuando leí que era de Stevenson, pensé en R. L. Stevenson, y me extrañó bastante que hubiera escrito un libro sobre una mujer de pueblo escribiendo un libro, pero eso hizo que se me despertara la curiosidad. Cuando ya lo tenía elegido (de una plataforma digital de descarga de libros) me di cuenta de que no era él, pero decidí igualmente leerlo. La autora, D. E. Stevenson, es la hija de un primo del famoso Robert Louis Stevenson.
¿Mereció la pena?
Sí, aunque fuera de casualidad me alegro de haberlo leído. Es un libro divertido y ameno, donde se puede conocer cómo era escribir un libro y que te lo publicaran en los años 30, y lo que pasa cuando llevas al extremo lo de “escribe sobre lo que conoces”. En este caso, la señorita Buncle escribe sobre la gente de su pueblo y espera que no se reconozcan simplemente porque ha cambiado los nombres…
Todos los personajes que salen en la novela tienen su encanto y sus razones para actuar como lo hacen, aunque reconozco que los personajes femeninos me parecen más conseguidos. El hecho de verse reflejados en el libro hace que algunos cambien a mejor o decidan liberarse, pero otros demuestran lo peor de sí mismos. No es una novela que busque demostrar que todos podemos ser mejores personas, lo que refleja es cómo nos afecta darnos cuenta de la forma en que nos ven otras personas.
Además, es un buen reflejo de cómo a pesar del tiempo hay cosas que no cambian. Como, por ejemplo, que los albañiles tienen esa manía de no obedecer a las mujeres, pero a los hombres sí. Conclusión de una de las protagonistas: que es muy útil tener un marido que se entienda con ellos. Por suerte lo que sí que ha cambiado es que los libros ya pueden ser publicados por las mujeres sin tener que recurrir a un pseudónimo masculino.
¿A quién se lo recomiendo?
Pues a las personas a las que les gusten las novelas sencillas, sobre la gente sencilla (aunque en la sinopsis pueda parecer que los secretos son graves, realmente no lo son tanto, pero eso no quiere decir que quieran que los demás los sepan), y de otra época. A los que disfruten con las novelas de R. L. Stevenson no creo que les gustara mucho.
Ritmo de lectura
Bastante rápido, es muy ameno.
¿Leerías algo más de la autora?
Tengo mis dudas porque al buscar información sobre Dorothy Emily Stevenson hablan de ella como una escritora de novelas románticas, así que no sé si este libro fue un poco la excepción, porque hay amor, pero no es la típica novela romántica. Y prefiero leer otro tipo de novelas. Aquí tenéis su efeméride.