La frase del título es de Mario Puzo, que casi lo equipara a la familia, y pertenece a El padrino, en la que la familia es lo fundamental… Y deja así de claro lo importante que es:
La amistad lo es todo. La amistad vale más que el talento. Vale más que el gobierno. La amistad vale casi tanto como la familia.
Como hoy, 30 de julio, es el Día Internacional de la Amistad, he recopilado unas cuantas frases sobre la amistad, las que más me han gustado o impactado.

¿Y qué es la amistad? Para Lord Byron era esto:
La amistad es el amor, pero sin sus alas.
Marguerite Yourcenar también comparaba el amor con la amistad:
La amistad es, ante todo certidumbre, y eso es lo que la diferencia del amor.
¿Pueden existir las amistades interesadas? Para Cicerón parece que no:
La amistad comienza donde termina o cuando concluye el interés.
Y por lo que parece, para Jane Austen tampoco se pueden esperar beneficios económicos de un amigo:
Como se sabe, los negocios pueden dar dinero, pero la amistad raramente lo hace.
Pero eso es válido para las amistades que son sinceras o verdaderas, que Rabindranath Tagore comparaba así:
La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido.
Claro, si encuentras a alguien así, más vale conservarlo, o como escribió William Shakespeare:
Guarda a tu amigo bajo la llave de tu propia vida.
Y porque, como pensaba Antoine de Saint-Exupéry:
Tener un amigo no es cosa de la que pueda ufanarse todo el mundo.
Es imprescindible cuidar la amistad, como decía Aristóteles:
Algunos creen que para ser amigos basta con querer, como si para estar sano bastara con desear la salud.
Robert Louis Stevenson creía que hay mucho de nosotros mismos en nuestros amigos:
Un amigo es una imagen que tienes de ti mismo.
Para Rudyard Kipling, los encuentros son fuente de placer:
No hay mayor placer que el de encontrar un viejo amigo, salvo el de hacer uno nuevo.
Y hace ya unos cuantos siglos, Madame de Sévigné pensaba en extender los lazos de amistad:
Los amigos de mis amigos son amigos míos por reflejo.
Para Emily Dickinson son una propiedad muy querida, y cuantos más, mejor:
Los amigos son mi propiedad. Perdonadme la avaricia de acumularlos.
Y como en esta frase de José Hierro, lo mejor de todo es que nos entiendan, sea como sea:
Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.