Sinopsis
En el portal 26 de la Calle Martín Vargas de Madrid, Lena, Hugo, Ramiro, Camelia y Jara han logrado convertir el piso que comparten en un espacio de vida en común. A sus cuarenta años viven juntos por necesidad y porque forma parte de su manera de entender la convivencia y las relaciones personales. Pero la situación y el carácter de Jara son más inestables: hace tiempo que no tiene trabajo y siempre vive en vilo. ¿Por eso se ha ido sin avisar y sin dejar nota de su paradero?
Existiríamos el mar es un soplo de energía que nos lleva a los caminos donde se unen la fragilidad y la fuerza, lo difícil y lo posible, los nuevos comienzos, y formas diferentes de perseverancia y de lealtad. Belén Gopegui ha escrito una novela osada y conmovedora de historias comunes donde lo más intenso no reside ni en lo más oscuro ni en lo más turbio, sino, a veces, muchas veces, en momentos de respeto, risas, charla, felicidad, apoyo mutuo o rabia compartida.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Había leído otras obras de la autora y quería seguir leyendo algo más, pero al ver la sinopsis no pude dejar de leer esta novela. Porque transcurre en la calle Martín de Vargas, 26, de Madrid, y yo viví más de 10 años en el 28 de esa misma calle. O sea, tabique con tabique con la casa de los protagonistas. Me hizo tanta gracia la casualidad que tenía que leerla sí o sí.
¿Mereció la pena?
Me ha gustado mucho esta obra sobre cinco cuarentañeros teniendo que vivir juntos en una casa, porque no se pueden permitir vivir solos. No tienen unos sueldos que les permitan acceder a vivir solos en una ciudad como Madrid. Pero lo cierto es que los protagonistas dan una lección de buen vivir entre ellos, lo importante es convivir bien. Van desgranando sus vidas, sus trabajos, sus amores y desamores. Todos viven precariamente, pero han encontrado un refugio muy agradable en Martín de Vargas. También los hay muy comprometidos con otros trabajadores, ayudando con su actividad sindical. Pero una de ellas no soporta estar sin trabajo y lleva mucho tiempo sin él, por lo que decide marcharse sin decir a dónde. Esto es un revulsivo para los demás habitantes del piso, que la echan mucho de menos y, además, temen por ella.
Jara inicia una nueva vida, sin dar señales de vida, fuera de la capital, y los compañeros de piso demuestran que el vacío que ha dejado Jara no es el de una compañera de habitáculo simplemente. La echan de menos porque entre todos hay tejida una amistad, cada uno a su manera, pero amistad de la buena. Porque se necesitan unos a otros. Puede que llegue el momento de abandonar la casa e irse a vivir vidas diferentes y separados, pero todavía no ha llegado ese momento, y necesitan encontrar a Jara. Tampoco es que sea para hacerla regresar, simplemente para decirle que la echan de menos y que siempre tendrá su habitación en la casa y en sus vidas.
Me ha gustado esta novela porque es real y muy crítica con la sociedad en la que vivimos. Gente muy cualificada, con sueldos de mierda que solamente pueden vivir en las grandes ciudades si se reúnen varios para poder pagar un piso. Trabajos de mierda, en los que lo normal es que sean explotados ellos o sus compañeros, mientras el resto de la sociedad pasa del tema totalmente, como si fuera lo normal y no se estuvieran cruzando límites insospechados. Como transcurre después de la pandemia, queda claro que tras ella se han incrementado todas estas injusticias. Dejando con mucha incertidumbre y mucha precariedad laboral a los jóvenes, y no tan jóvenes, porque estos ya tienen cuarenta años. No pueden hacer ningún tipo de plan para el futuro, y cada vez se va abriendo más la brecha entre los pudientes y los que no llegan a fin de mes.
Aunque la novela en muchos momentos es muy pesimista, tiene una parte muy positiva, en la que muestra que también se puede vivir de otra manera. Creando comunidad, en la casa donde viven y en el trabajo, para mejorar la sociedad. Alternativas que pueden ser colectivas y, por supuesto, solidarias, para que nadie quede excluido socialmente. Así, con las charlas que mantienen los protagonistas, se va viendo cómo piensan sobre todos estos temas. Y en capítulos alternos la voz narradora va relatando, o yo diría que más bien filosofando, sobre esos mismos temas y sobre las dinámicas humanas. Por eso en esos momentos deja de ser novela para convertirse en un ensayo, y profundiza más sobre los temas de los que hablan los protagonistas.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien le guste el estilo de la escritora, con parte de ficción y partes muy filosóficas sobre nuestra sociedad. Medio novela, medio ensayo.
A quien le encanten los libros críticos con los mecanismos del poder. Donde se habla de desigualdad, injusticia, vulnerabilidad y la falta que hace el trabajo social por parte de todo el mundo.
A quien haya vivido en Martín de Vargas, como yo.
Ritmo de lectura
Rápido.
¿Leerías algo más de la autora?
Seguro que sí.