Sinopsis
Tras una cena familiar organizada por el millonario estadounidense Rodney Borger, siete comensales resultaron hospitalizados con síntomas de una supuesta intoxicación alimentaria. Y aunque todos se recuperaron pronto, décadas después, el ya moribundo magnate no ha logrado aún quitarse de la cabeza el extraño episodio. Antes de dictar sus últimas voluntades, quiere poder dar respuesta a la pregunta que le atormenta desde entonces: ¿Cuál de los miembros de su familia intentó acabar con él en aquella celebración? Para ello requerirá los servicios del profesor Herman Brierly, químico famoso y apasionado de la criminología.
Pero tan solo cuarenta y ocho horas después de la lectura del testamento de Borger, los boletines radiofónicos informan de que siete de sus herederos han sido envenenados en distintas ciudades de los estados de Nueva York y Nueva Jersey, y cuatro de ellos han fallecido ya. Lo más desasosegante es que las víctimas parecen haber sufrido el colapso casi simultáneamente, a pesar de vivir a cientos de kilómetros de distancia unas de otras… ¿Cuál es el verdadero propósito de lo sucedido? ¿Quién es el asesino invisible?
¿Por qué me decidí a leerlo?
Porque leo todos los libros de esta colección de Siruela, ya que me encantan las novelas de misterio clásicas.
¿Mereció la pena?
Salvo por algunas cosas que no me han gustado, por lo demás sí que he disfrutado de la lectura. Lo que menos me ha gustado ha sido que demuestre sus deducciones experimentando en vivo, con animales. Incluso trata el tema dos veces, porque cuenta también algo sobre El conde de Montecristo, de Dumas. Pensé que lo hacía para desacreditar esos métodos experimentales en general, pero solo es por un detalle concreto (que ese experimento no servía). Con la cantidad de novelas de misterio que he leído en las que se usan venenos para asesinar, y siempre me he creído los efectos que decían que tenían, sin experimentos ni nada. Es decir, que no hacía falta. Pero claro, el que resuelve este caso resulta ser químico (y parece no tener en cuenta que lo que tiene un determinado efecto en una cobaya no tiene por qué tener el mismo efecto en los seres humanos). Por otras razones que salen en la novela, me quedó claro que el profesor Herman Brierly tiene una «brújula moral» un poco peculiar.
Brierly es experto en Química, y en alguna novela anterior ya había empezado a pensar que la criminología le resultaba bastante atractiva. Aunque al comienzo no hace mucho caso a Rodney Borger, que cree que alguien de su familia intentó envenenarle (y a más familiares), luego sí que se involucra, por si es posible que Rodney se esté vengando desde la tumba o es otra persona. Pero su forma de colaborar con la policía es la de guardarse toda la información para cuando cree que es el mejor momento para desvelarla. También es bastante seco y cortante, y no se le dan bien las relaciones sociales. Todo lo contrario que John Matthews, su hijo adoptivo y ayudante. James Hale, llamado Jim o Jimmy, es un periodista, amigo de John, y a veces tenía más protagonismo que el profesor. Es el típico periodista que se codea con la policía o el fiscal, y parece que todo el mundo cree que es uno más en la investigación oficial.
Algo curioso en esta historia es que tanto los sospechosos como las posibles víctimas son todos y cada uno de los componentes de la misma familia, los Borger. Al morir Rodney Borger, que era millonario, deja en su testamento unas condiciones que parecen hechas para desistir de la fortuna. Siempre me llaman la atención esos testamentos, tanto británicos como estadounidenses, en los que quien hereda tiene que hacer o no hacer algo para poder recibir la herencia, como casarse, vivir de una forma determinada… A veces esas condiciones durarían toda la vida del heredero o heredera, lo cual me parece todavía más injusto. Eso sí, reconozco que da mucho juego en cualquier novela, y más si es de misterio. Si Rodney no parece buena persona, el resto de los familiares, salvo alguna excepción, tampoco lo parecen. Se llevan mal y no lo disimulan, aunque por suerte parece que todo el odio lo dejan para la familia, y a los de fuera no los tratan mal. O no tanto. Lo peor es que eran muchos, casi todos con el mismo apellido, y nombres bastante comunes, así que me hice un lío entre los primos, hermanos…
Henry y Frank son primos de Rodney, muy parecidos físicamente, aunque uno sonríe y el otro no. Los hermanos de Rodney eran Charles, Anita, Joseph, William y Lucy. Y luego estaban los personajes que sí que distinguía muy bien. Que eran Camille Vannest, la joven sobrina que destapa uno de los secretos de la familia, y Mary Hastings y su hijo Carlin. Mary no es una Borger, pero estuvo a punto de casarse con Rodney, aunque lo dejó por Henry (que es el padre de Carlin). Por estos líos familiares y otros, que mejor no cuento por no destripar demasiado, hay un momento en que comparan la trágica historia familiar con Los misterios de East Lynne, de Ellen Wood. Leí hace no mucho esa novela y me parece poco acertada la comparación. Otro personaje importante de la historia es el juez Harding, albacea de Rodney. Me extrañaba que, siendo tan justo y equitativo, tuviera relación con una familia así. Y también me llamó la atención que un juez pudiera ser albacea y, además, actuar casi como un abogado defensor.
El traductor es Pablo González-Nuevo, que probablemente no tenga nada que ver con la traducción del título. O mejor dicho «no traducción», porque no tienen ningún parecido. Es cierto que el título original, «murder from the grave» (asesinato desde la tumba), puede ser problemático. Porque parece que contesta a la duda de si alguien, estando muerto, podría vengarse de alguna forma de los vivos. Pero es que lo de «asesino invisible» también podría parecer que da demasiadas pistas… Por no hablar de la confusión que me produjo, porque me ha dado por pensar que el título era Los asesinatos silenciosos, que es otra novela de esta misma colección, pero de A. G. MacDonell. Que una cosa es no oír al asesino y otra no verlo, pero casi parece una saga por los títulos. Por lo demás son historias muy diferentes, y me gustó más esta novela que la otra.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer una historia de misterio en la que parece casi imposible saber el cómo o el quién, con los conocimientos que se tenían en la época.
Ritmo de lectura
Empecé un poco lenta, lo dejé un tiempo aparcado, y cuando lo retomé ya fui más rápida. Porque entonces sí que me tenía enganchada (excepto por algún disgustillo).
¿Leerías algo más del autor?
Creo que será algo difícil. Porque hasta me ha costado encontrar la cubierta en inglés, como si no se reeditaran sus obras. Y poco se sabe del autor, que usó un seudónimo (realmente se llamaba William Levine), nació en 1881 y no se indica cuándo murió. Pero si Siruela publica alguna obra más de él, seguramente la leeré.