Sinopsis
Sándor Lester, exiliado en una fría ciudad europea, lleva una vida solitaria y monótona. Inmerso en una rutina alienante en la fábrica de relojes donde trabaja, pasa sus ratos libres escribiendo, frecuentando a gente en su misma situación o en compañía de Yolande, una mujer a la que no ama. Un día conoce a Line, una nueva empleada de la fábrica que procede de su mismo país. Aunque está casada y tiene una hija de corta edad, Sándor se enamorará de la recién llegada y entre los dos surgirá un vínculo tan íntimo y esencial como doloroso y destructivo.
Al igual que su famosa trilogía Claus y Lucas, esta novela contiene ecos de la propia biografía de Agota Kristof, escritora húngara refugiada en Suiza. En ella utiliza una prosa perfectamente depurada, precisa y despersonalizada con la que crea una penetrante y perturbadora atmósfera para retratar las miserias y crueldades del mundo contemporáneo. Lúcida e impactante, Ayer es sin duda una de las mejores obras de la autora.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Me gustó tanto la trilogía de Claus y Lucas que me apetecía mucho leer algo más de la autora.
¿Mereció la pena?
La novela me ha encantado, pero la sinopsis me ha parecido engañosa, así que os haré un resumen a mi manera. Sándor no se llama Sándor, se llama Tobías, y es inmigrante en un país que no conocemos. Trabaja en una fábrica, y también hace trabajos como traductor para gente de su país, que tampoco sabemos cuál es. Sueña con ser escritor, pero quema todo lo que escribe. Dice que es huérfano y que no tiene hermanos, pero lo cierto es que sus padres viven y sus hermanos también. Mantiene una relación a ojos de todos con Yolande, pero a quien quiere en secreto es a Line, a la que no ve desde que eran niños. Y fomenta ese amor secreto arreglando su casa para ella, creyendo que jamás volverá a verla. Pero, de repente, su amor secreto aparece en la ciudad, con marido e hija. Sándor tiene que conquistarla para vivir ese amor platónico que lleva años alimentando.
Para Sándor, Line es la idealización total del amor. Sobre todo porque piensa que jamás volverá a verla, pero incluso así se hace mil ilusiones. Ideando una vida perfecta con ella, con un amor que no es de carne y hueso, solo está en su imaginación. Lo cierto es que esto le viene muy bien, porque le saca de una vida triste y anodina, aunque piense que es un amor platónico y que jamás se volverán a cruzar. Pero lo mejor de la novela es cuando Line se hace realidad, se vuelve de carne y hueso, porque todas las ilusiones que se ha hecho con ella pueden realizarse. O, por el contrario, se pueden no cumplir. Aquí es donde está el asunto importante de esta novela y también el final.
En la novela hay dos narraciones. Algunos capítulos, como el primero, están entre lo onírico, la fantástico, y aparecen animales simbólicos que hablan con los humanos. Casi todos estos capítulos, que no son muchos, suceden debajo de la lluvia y entre el barro, son como sueños surrealistas. En el resto se desarrolla la historia y, como en todas las novelas de la autora, se dan relaciones llenas de dureza, con personajes sin sentimientos, muy egoístas. Pero también se habla del clasismo, y lo difícil que es la vida en otro país que no es el de ellos, y de la alienación del trabajo en las fábricas. Del clasismo y de trabajar en cadena en una fábrica realizando siempre los mismos movimientos sabía mucho la autora, porque fue emigrante y trabajó en una. El protagonista, como seguramente ella misma, tenía que evadirse para salir de aquel aburrimiento, de aquel mundo tan poco creativo. Y por eso crean mundos paralelos con sus ensoñaciones.
¿A quién se lo recomiendo?
A los que os gusten las novelas que hablan de muchos temas a la vez. Porque lo cierto es que, en unas cien páginas, aquí se habla de amor y desamor, de soledad, de ilusiones y desilusiones, de desarraigo de la tierra en la que se vive. Y seguro que de otros temas que se me olvidan.
Ritmo de lectura
Rápido.
¿Leerías algo más de la autora?
Seguro que sí.