El custodio de Anthony Trollope

Sinopsis

Trollope es uno de los grandes maestros de la edad de oro de la literatura inglesa, la que dio autores de la categoría de Jane Austen, Dickens o Thackeray. El custodio es la historia del reverendo Harding, un hombre al que nada le falta para merecer el calificativo de alma bendita. Es el encargado de velar por la conservación de un asilo y los ancianos que lo habitan. Lo último que se imagina es que entre sus manos está a punto de estallar un escándalo que arramblará con la tranquilidad de todo el condado de Barsetshire.

¿Por qué me decidí a leerlo?

En un grupo de lectura en Telegram se comentó la posibilidad de leer algo de Anthony Trollope, un autor victoriano del que hasta hace poco no sabía ni que existía. Se decidió leer la que está considerada su mejor obra, Las torres de Barchester. Pero esa es la segunda novela de Las crónicas de Barsetshire, así que decidí que leería antes esta novela, la primera, para seguir el orden de publicación.

¿Mereció la pena?

Sí, me gustó bastante. Me pareció una historia corta, pero bien aprovechadas todas sus páginas. Salvo en algunos momentos en los que se excede explicando ciertas cosas, todo avanza rápidamente y se resuelve en menos de 300 páginas. A pesar de ser la primera novela de una serie, me pareció que funcionaba perfectamente como independiente, y que no era una simple presentación de personajes. El final me hubiera gustado que fuera algo diferente en algunas cosas, pero en otras me gustó mucho. No puedo explicarlo demasiado porque destriparía el desenlace, pero sí que puedo decir que está centrado en un conflicto económico de la Iglesia anglicana. Y que puede que recuerde a algunos problemas actuales (también de la Iglesia católica en España). Al comentar con otras lectoras la novela, me di cuenta de que algunas cosas que para mí estaban clarísimas, para otras no tanto. Como, por ejemplo, el tema de quién tenía razón en el problema o conflicto del asilo. O si es mejor no tocar nada de lo establecido, ni luchar contra las injusticias, porque igual acaba peor que antes y nadie queda contento. (Por mi parte, creo que sí, hay que intentarlo, y hasta pensé en cuál sería la solución ideal en este caso concreto).

La historia parece que está narrada en tercera persona, sin más, pero en algún momento el narrador pasa a hablar en primera persona. Me resultó un poco desconcertante ese cambio. No sé si fue un descuido, una forma de explicar por qué hay cosas que el narrador supuestamente no sabe, o que al autor le parecía mejor usar la primera persona para que el narrador (o él mismo) diera su opinión. En algunos momentos me resultaba bastante divertido cómo contaba las situaciones, consiguiendo que algunos personajes parecieran menos estirados. No me gustaba mucho cuando justificaba a algún personaje, para que quien lo leyera no pensara mal de él. Prefiero que me dejen a mi aire, y basarme simplemente en los actos, palabras o pensamientos de los personajes para saber si me caen bien, mal, regular… O si me parecen buenos personajes, aunque en la vida real no sería capaz de aguantarlos. Otra cosa que me llamó la atención es que hace referencia a personas reales, como a Dickens. Le llama señor Sentimiento Popular, y sin la aclaración del traductor, José Luis López Muñoz, creo que no me hubiera dado cuenta de que se estaba metiendo con él (hubiera creído que se metía con los autores que abusan del sentimentalismo en general, y, como fan de Dickens, me sentó regular). O meterse también con el periódico Times llamándolo Júpiter.

Mi personaje favorito fue John Bold. Es un idealista, que trata de conseguir algo que él considera justo. Incluso si eso le trae problemas con su amada, Eleanor Harding, porque podría perjudicar a su padre, que es el custodio del asilo. Harding es muy buena persona, pero nunca se había planteado que su labor como custodio podría estar demasiado bien pagado. Entendí muy bien su posterior dilema moral, y la decisión final que toma. Y fue otro de mis personajes favoritos, con sus dudas y sus intentos de evitar las confrontaciones. También me gustaba el obispo Grantly, padre del arcediano. Me parecía bastante justo, aunque casi siempre tomaba las decisiones que menos molestaran. O directamente no hacía nada. El arcediano Grantly me parecía demasiado mandón, pero, tal y como hablaba de él el narrador, más bien parecía bastante inofensivo. Su mujer, Susan, es la otra hija de Harding. Susan me gustó más que Eleanor, excepto en su gusto en hombres. También aparecen personajes más secundarios, como un periodista, más preocupado por la repercusión de las noticias que por las noticias en sí; la hermana soltera de Bold, Mary; otros clérigos, algunos bastante poderosos; o los ancianos del asilo, que son muy pobres, por lo que les resulta difícil resistirse a ganar algo más de dinero…

 ¿A quién se lo recomiendo?

A quien quiera leer un clásico victoriano corto, costumbrista, con algunos dilemas morales, un poco de amor y con algo de humor.

Ritmo de lectura

Un ritmo medio tirando a rápido. Creo que tardé cuatro o cinco días, y lo terminé justo para poder comentar.

¿Leerías algo más del autor?

Nada más terminar este ya iba a empezar el siguiente, Las torres de Barchester.

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