El baile de las locas de Victoria Mas

El baile de las locas - Victoria MasLe bal des folles - Victoria Mas

Sinopsis

Un homenaje al valor de las mujeres.

Estamos en París en marzo de 1885. Como cada año para la Media Cuaresma, se celebra el popular «baile de las locas» en el hospital de la Salpêtrière, dirigido por el eminente neurólogo profesor Charcot. Durante una noche, la flor y nata de París disfruta al ritmo de valses y polcas en compañía de las internas, disfrazadas con extravagantes atuendos. Entre las pacientes destacan Louise, una joven epiléptica maltratada por su tío que tiene puestas todas sus ilusiones en un futuro matrimonio con un interno del centro, y la rebelde y visionaria Eugénie, una muchacha de buena familia encerrada sin contemplaciones por su propio padre. Bajo la atenta vigilancia de la implacable supervisora Geneviève, ambas intentarán cumplir sus sueños y harán todo lo posible por escapar.

¿Por qué me decidí a leerlo?

Me llamó la atención el título, por relacionar un baile y unas ¿locas? Después me convenció para leerlo que tratara sobre un hospital en el que encerraban a mujeres molestas o problemáticas para la familia.

¿Mereció la pena?

Sí, bastante, aunque me sorprendió que tuviera un punto esotérico. Y eso al principio me desconcertó, y pensé que igual se demostraría que era falso y que existía una explicación racional. Luego, más o menos, lo acepté, y simplemente me dejé llevar por la narración. El final me resultó desesperanzador, pero en esa época pocos milagros podían esperarse. En la sinopsis aparecen destacadas Eugénie y Louise, pero también es muy importante Geneviève, y, aunque algo menos, Thérèse. En la sinopsis creo que no deberían explicar cómo Eugénie pasa a formar parte de las pacientes del hospital. Es mejor llevarse la sorpresa, como ella, de lo que le hace su familia. Aunque, por otro lado, podrían haber sido más claros sobre cuál es la razón por la que creen que está loca y a qué se refieren con visionaria. Yo me lo tomé como una mujer adelantada a su tiempo, pero no es eso…

La novela tiene doce capítulos y un epílogo, y está contada en tercera persona, en presente, y creo que eso hace que lo que va sucediendo resulte más cercano. La narradora (al ser escritora la considero narradora) en general parece bastante imparcial. Según lo que esté describiendo parece que se mimetiza con el personaje por el que se interesa en ese momento. La historia comienza el 3 de marzo de 1885 y termina el 18 de marzo de ese mismo año, aunque luego, en el epílogo, da un salto temporal hasta el 1 de marzo de 1890. Una cosa que me desconcertó, no sé si por estar escrito en presente o porque la autora no hace muchas descripciones, es que, a pesar de tener bien clara la fecha, constantemente me imaginaba que era una historia mucho más reciente.

Me decepcionó un poco que al final la autora no explicara qué era real y qué no de todo lo que había narrado. Lo de meter en un manicomio o similar a mujeres problemáticas o rebeldes ya lo conocía por otros libros, como La extraña desaparición de Esme Lennox, de Maggie O’Farrell, así que eso no me sorprendió. Pero sí que me extrañaba que de verdad hubiera existido un lugar así, donde expusieran a las pacientes a gente curiosa y morbosa. Por eso busqué por internet, para comprobar si estaba basado en hechos reales. Y sí, gran parte de la historia es cierta (un buen artículo es este: «El teatro de las locas»: el oscuro experimento de los inicios de la psiquiatría en el hospital más grande de París, del que he sacado algunos detalles para escribir la reseña). Y algunos personajes también existieron en la realidad.

De todos los hombres que aparecen en la historia, el único que merece la pena es Théophile (que es mejor que no diga con quién está relacionado, para no destripar la historia). Del resto, algunos hicieron cosas que no me esperaba, como el padre de Geneviève, y de otros desconfié desde el principio… Uno de ellos me resultó muy desagradable, directamente diría que me dio asco. Si ya la mayoría de los hombres me parecía que eran despreciables por cómo trataban a las mujeres (los familiares como si fueran su posesión, los médicos y alumnos como si fueran seres de exposición y no seres humanos), este último superaba con ventaja al resto. Al escribir la reseña todavía siento rabia por lo que llega a hacer, y mucha pena por su víctima.

Como decía, tampoco los médicos parecen de mucha confianza. El profesor Charcot, que realmente existió, no parece preocuparse por sus pacientes. Más bien parece que para él son conejillos de indias. A sus pacientes las convierte en un espectáculo, no solo por el baile, también cuando las expone ante los estudiantes y otros médicos. Aunque la autora no se centra mucho en lo que hace Charcot, sí que da la impresión de que lo que busca son «representaciones», esperando que ellas se comporten de forma extraña y así confirmar que existía una enfermedad llamada histeria. La histeria era un diagnóstico que servía para cualquier cosa, pero que solo podían tener las mujeres (la raíz de la palabra histeria viene de la palabra griega para útero). Guy de Maupassant, que asistió a uno de esos espectáculos de histeria, expresó muy bien eso de que el síndrome histérico valía para todo:

¿Estás enamorada? Eres histérica ¿Eres indiferente a las pasiones que conmueven a otros? Eres histérica, pero una histérica casta. ¿Engañas a tu marido? Eres una histérica, pero una histérica sensual. ¿Robas piezas de seda de una tienda? Histérica. ¿Mientes? Histérica ¿Eres codiciosa? Histérica. ¿Estás nerviosa? Histérica. ¿Eres a fin de cuentas lo que son todas las mujeres desde el principio de la historia? ¡Histérica! ¡Histérica!

Charcot se cree por encima de todo y que lo sabe todo, así que tampoco es capaz de atender a lo que le indica una enfermera, aunque sea de confianza. En el libro cae fatal, pero en la vida real debió de ser un buen neurólogo e hizo importantes descubrimientos (por ejemplo, la esclerosis lateral amiotrófica también se llama enfermedad de Charcot-Marie-Tooth). Otro personaje real que aparece es Babinski. También es médico, pero no es tan admirado como Charcot, al que pacientes, alumnos y enfermeras idolatran. También habla de Augustine, que fue una «estrella» para Charcot, pero que consiguió escapar, y la pobre Louise quiere ser como ella. Toda la historia de Louise me pareció horrible, sufrí mucho por ella, por lo que le pasa y las ganas tan grandes que tiene de que la quieran…

Tampoco es que las mujeres de la historia sean todas buenas y unas santas. Entre las pacientes también hay envidias y algunas peleas, e incluso entre enfermeras. Y algunas familiares de las pacientes también dejan bastante que desear. Pero es que por muy malas que fueran, queda claro que poco podían hacer porque no tienen ningún poder. Todas las decisiones las toman los hombres, y las mujeres o se rebelan sin conseguir casi nada o acatan sin rechistar sus decisiones o pasan directamente a colaborar con ellos (aunque prácticamente no reciban nada a cambio). Algunas mejoran al avanzar con la historia, como Geneviève, que es la supervisora. Es una fiel seguidora de las ideas de Charcot, muy recta, y normalmente no se mezcla con las pacientes. Y cuando por fin hace una excepción, empieza a verlas de otra manera.

Thérèse es una fuente de sabiduría y de calma para las pacientes, y hasta Geneviève a veces recurre a ella, pero es otra paciente más y la que más tiempo lleva allí. Con Eugénie se puede ver toda la evolución: una vida acomodada, una falta que la familia considera que es demasiado grave como para seguir así con ella, y, con engaños, acaba en la Salpêtrière. Y le cuesta mucho adaptarse… Con estas tres mujeres tan diferentes, y también Louise, vamos conociendo las dinámicas de la institución. En la novela también se cuenta, un poco por encima, cómo llegó a ser el tipo de hospital que es en 1885. Por lo poco que cuenta, antes fue mucho peor, porque encerraban allí a todas las «indeseables», y durante la Revolución francesa a algunas las soltaron y fueron asesinadas… Aunque lo que no dice es que también había otro para hombres y niños, la Pitié, justo al lado, pero probablemente no daban tanto «espectáculo». Y, actualmente, la Pitié-Salpêtrière es un hospital universitario.

¿A quién se lo recomiendo?

A quien quiera conocer cómo se trataban las enfermedades mentales de las mujeres a finales del siglo XIX y cómo fue en ese hospital en concreto.

Ritmo de lectura

Un ritmo medio tirando a alto. Y, a pesar de lo duras que son las historias de esas mujeres, se lee bastante bien.

¿Leerías algo más de la autora?

Es su primera novela, pero con el éxito que parece haber tenido probablemente publicará más libros. Y no descarto leerlos.

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