No he encontrado la versión en inglés de este libro, así que como portada o cubierta con el título original he utilizado la captura de pantalla de la charla TED de la que proviene el texto de Chimamanda Ngozi Adichie.
Sinopsis
«Las historias importan. Importan muchas historias. Las historias se han utilizado para desposeer y calumniar, pero también pueden usarse para facultar y humanizar. Pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden restaurarla.»
Con su característico amor por las historias, en este manifiesto Chimamanda Ngozi Adichie hace una llamada a rechazar los relatos únicos. Se trata de su primera TED Talk, un emotivo discurso que han visto más de tres millones de personas. Con rotundidad y calidez, la autora reivindica la riqueza de la infinitud de historias que nos conforman. En este texto –que se cierra con una reflexión de la filósofa Marina Garcés– Ngozi Adichie alerta sobre los peligros de reducir una persona, un país o una cultura a un relato unívoco, pues solo cuando comprendemos que nunca existe una única historia, subraya, recuperamos una especie de paraíso.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Porque quería leer algo de esta autora. Y ahora que se habla tanto sobre el «relato único» me parecía un tema muy interesante.
¿Mereció la pena?
Sí, mucho, pero se me ha hecho muy corto. Me hubiera encantado que lo desarrollara más, o que tratara otros temas, pero tampoco me voy a quejar mucho de eso, porque, a pesar de ser tan corto, es muy interesante y revelador. Por eso sirve para reflexionar, que es algo que siempre me gusta mucho, tanto en libros de ficción como de no ficción. Está dividido en dos partes. La primera es la que da título a este minilibro, y se nota que es la transcripción, traducida por Cruz Rodríguez Juiz, de una charla (o discurso) que dio la autora (en este enlace lo podéis ver, es una charla TED de 2009 que busqué después de leer el libro y también me encantó verla). Está contado de una forma sencilla y didáctica, casi como un cuento, pero también con anécdotas personales que hacen que llegue muy bien el mensaje que quiere dar. El principio, diciendo «Soy narradora» («I’m a storyteller», que también podría ser contadora de historias), me pareció todo un detalle, más que si hubiera dicho que es escritora. Así abarca también la tradición oral, que evidentemente apareció antes que la escritura, porque los seres humanos siempre han sentido la necesidad de contar historias…
Cita al escritor Mourid Barghouti y su teoría sobre cuál es la forma más simple para desposeer a un pueblo de su propia versión, que es contar su historia y comenzar con «en segundo lugar». Por ejemplo, si cuentas cómo eran los nativos americanos tras la llegada del hombre blanco, te pierdes todo lo que pasó antes, y es más fácil transmitir la idea de que eran unos salvajes que atacaban a los colonizadores. Pero si les dejaras contar su historia desde el principio, seguramente la conclusión sería distinta… Adichie se centra sobre todo en hablar de países y pueblos, pero podría aplicarse prácticamente a cualquier grupo. Y demuestra lo importante que es dar voz a las mujeres, a los homosexuales, a las personas racializadas, a gente con discapacidades… y no quedarnos solo con lo que se supone que es «normal». Hay que tratar de ver más allá de los estereotipos que conocemos sobre un país, un pueblo, una cultura…
Las anécdotas que cuenta son muy personales, empezando en su infancia, cuando ella llegó a pensar que en la literatura solo podía existir la versión británica del mundo, con gente rubia, que se preocupa por el tiempo que hace y que bebe cerveza de jengibre. Y que no se parecía en nada a la gente que ella conocía en Nigeria. Algunas también me hicieron mucha gracia (y viendo al público en la charla se nota que no fui la única), como, por ejemplo, ¿es que por leer American Psycho, de Bret Easton Ellis, hay que llegar a la conclusión de que todos los hombres estadounidenses son psicópatas? Pues eso podría pasar si lo único que nos llegara de ese país fuera esa novela. Se podría generar un estereotipo y que nadie quisiera encontrarse nunca a solas con un estadounidense. Porque los estereotipos no tiene por qué ser falsos, pero seguro que son incompletos. Y podemos acabar pensando que una parte es «todo» lo que hay que saber de los habitantes de un país.
Me recordó un poco al ensayo Contra el odio, de Carolin Emcke, porque en el relato único también se nota esa mala costumbre de crear grupos uniformes. Si creemos los estereotipos sobre cómo se supone que son todos los africanos o todos los mexicanos (que son ejemplos que pone Adichie), acabamos convirtiéndolos en un grupo uniforme, un todo sin individualidades. Y si suponemos que todo el grupo hace algo malo (como ser corruptos, vagos, etc.), es más fácil odiar o despreciar a ese grupo y que aparezca la xenofobia, el racismo, el sexismo… A veces esa generalización solo queda en anécdotas que pueden hacer gracia cuando la persona que tiene el prejuicio descubre que estaba equivocada, como pensar que en Nigeria no conocen más música que la «africana», pero otras veces puede hacer mucho daño, como en las segregaciones raciales o cualquier otro tipo de discriminación.
La segunda parte (o texto final, como pone en la portada, o epílogo, como pone en la cubierta) se titula Las historias de una idea, y es de Marina Garcés, filósofa y ensayista. Empieza contando cómo en la escuela enseñan una Historia de la Filosofía que acaba pareciendo una historia única, y simplemente va evolucionando con el tiempo. Pero que deja fuera a muchas voces. Este texto es mucho más filosófico, y se nota que no está pensado para ser contado en una conferencia. En general me resultó todo bastante interesante, pero lo que me llamó mucho la atención fue lo del «cuento chino». No sabía de dónde venía esa expresión y a partir de ahora, cada vez que la escuche, me hará pensar de otra forma, y me acordaré de que no hay que tener esa manía a los «cuentos chinos». Se trata simplemente de una forma distinta de ver las cosas. También me hizo reflexionar sobre cómo las ideas y las historias surgen de encuentros, y nos enseñan a relacionarnos.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera entender por qué es importante no quedarse solo con una versión estereotipada de cualquier pueblo, grupo, conjunto…
Ritmo de lectura
Muy rápido, es tan corto que me ha durado un suspiro. La parte de Chimamanda Ngozi Adichie la leí más rápidamente que la de Marina Garcés, porque el texto de esta última es más filosófico, y hasta leí algunos pasajes dos veces para captar todo el sentido.
¿Leerías algo más de la autora?
De Adichie espero que sí, por lo menos alguno de estos libros cortos que tiene (Concha ya se ha leído La flor púrpura, Americanah y Medio sol amarillo, y si ya hay reseña normalmente prefiero leer otros libros). Y de Marina Garcés puede que lea alguno de sus ensayos, aunque leo tan poco ensayo que a saber cuándo.
No he leído ningún libro de la autora, pero Medio sol amarillo me hace ojitos desde hace mucho tiempo. Sin embargo este me llama mucho la atención y, al ser cortito, puedo hacerme una idea de lo que veré de la autora en sus historias propiamente dichas. Me alegro que lo disfrutaras y que quieras seguir leyéndola. ¡Muchas gracias por tu reseña!
Nos vemos entre páginas
La vida de mi silencio