Es leer la palabra misterio y ya me entran ganas de saber qué pasa… Así que las novelas de detectives tenían que ser mis favoritas y casi mi perdición… Empecé con Sherlock Holmes (perdón, Conan Doyle), seguí con Agatha Chistie y ya casi cualquier historia con un culpable al que descubrir.

Después de leer el libro Todo lo que sé sobre novela negra de P.D. James me dio por reflexionar sobre qué tipo de novelas de detectives o misterio son mis preferidas. En esas entran todas las de detectives/policíacas/thriller o cualquier otra que incluya una historia en la que se produzca un crimen (asesinato, robo, etc.) y no se sabe quién ha sido. También hay novelas en las que ya se sabe y la historia va de atrapar al culpable, pero normalmente no me gustan (o no tanto).
Pero incluso en las que se centran en descubrir quién ha sido, no todas me gustan por igual. Para mí existen básicamente dos tipos y el primer tipo es mi favorito. Son las historias en las que el culpable (o culpables) se encuentra dentro del grupo de personajes que presenta el autor desde el principio. Es decir, tenemos la posibilidad de averiguar quién es el culpable con los datos que nos da el autor, y si no lo hemos descubierto al leer el libro, si releemos el libro queda (bastante) claro que ahí estaban todas las pistas que necesitábamos para descubrirlo. El mejor ejemplo serían las novelas de Agatha Christie.

Dentro de este tipo están los misterios de los «cuartos cerrados», que me fascinan. No solo está el misterio de quién ha sido, es que además el detective tiene que resolver cómo pudo hacerlo si parece totalmente imposible que llegara a tener acceso al «lugar de los hechos». Un gran ejemplo es El misterio del cuarto amarillo de Gaston Leroux:
En una habitación cerrada a cal y canto se comete un crimen: los que están fuera oyen gritos, tiros, muebles volcados, pero cuando derriban la puerta no está el asesino.
El segundo tipo sería la novela en la que se va desarrollando la investigación y con ella se van introduciendo poco a poco los posibles sospechosos, o puede que ni siquiera salga el personaje del asesino casi hasta el final. Por lo tanto, sabemos que hay un asesino, pero no podemos deducir quién es y nos tenemos que fiar de que el detective está llevando bien la investigación. Ejemplos de este tipo son muchas de las novelas y relatos de Sherlock Holmes, las novelas negras (puede que no todas, pero no soy una experta) y sobre todo bastantes libros en los que salen psicópatas, casi siempre de autores norteamericanos.
En las historias de psicópatas el interés no está en reflejar que casi cualquiera (de los que salen en el libro) podría ser el asesino, así que es normal que se centren en la investigación y en el posible peligro que corre el mismo detective o sus amigos/familiares. Leo pocos libros de psicópatas o asesinos en serie, casi siempre me resulta demasiado cruel porque el escritor o escritora se recrea demasiado en los detalles escabrosos. El libro Post mórtem de Patricia Cornwell ha sido la novela que más angustia me ha causado leer, al explicar la forense una de las muertes, describiendo lo que sentía la víctima al ser asesinada.
Resumiendo, aunque siempre me ha gustado mucho Sherlock Holmes, prefiero las historias del primer tipo, porque son un puzle que en teoría yo también podría resolver si estuviera allí, porque tengo la misma información que el o la detective. La primera vez que conseguí descubrir al culpable antes de tiempo fue con La ratonera de Agatha Christie. Es un relato corto que se convirtió también en una de las obras de teatro más famosas, con récord de permanencia en cartel en Londres. Puede que en este caso, más que por las pistas, lo dedujera porque al haber leído tantos libros de ella, al final puedo intuir a quiénes suele elegir como culpables… En la obra de teatro el culpable es distinto (y me gustó más…).