Sinopsis
Ichabod Crane, un tipo flaco pero glotón, buen bailarín, con ciertas ambiciones mundanas, es el maestro de la comunidad de Tarrytown, en Sleepy Hollow (literalmente «Hondonada del Sueño»), un valle a orillas del Hudson. Su antagonista es Bran Bones, un grandullón grosero, que es también su rival en el amor de Katrina Van Tassel, hija única de un acaudalado terrateniente. Ichabod cree alcanzar la gloria el día en que Van Tassel le invita a una fiesta en su «castillo»… pero lo que no sabe es que lo que ahí le espera es la condenación. Pues en los bosques encantados de la «región del sopor» vaga el espectro del Jinete Sin Cabeza, «un soldado de caballería de Hesse decapitado por una bala de cañón en alguna batalla sin nombre de la Guerra de la Independencia», e Ichabod tendrá un encuentro con él que cambiará su destino.
Llena de humor y cordialidad, La leyenda de Sleepy Hollow (1819-1820) es un delicioso relato que no tardó en convertirse en parte del folklore norteamericano y en una pieza de referencia de toda la literatura fantástica. Las clásicas ilustraciones de Arthur Rackham que acompañan esta edición evocan genialmente su encanto, misterio e ironía y fueron en buena parte la inspiración visual para la adaptación cinematográfica que hizo Tim Burton en 1999.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Hace muchos años vi la película Sleepy Hollow (1999) y al enterarme de que estaba basada en una historia de Washington Irving, al que conocía por Cuentos de la Alhambra, me entró curiosidad por leerla. Lo fui dejando y dejando, pero hace no mucho leí Vieja Navidad. Entonces me acordé de esta otra historia, pero lo volví a dejar para más adelante. Y parecía que no me lo iba a leer nunca, hasta que me lo encontré destacado en la biblioteca y me lo llevé prestado. Además, me sirve para el reto «Todos los clásicos grandes y pequeños», de Las inquilinas de Netherfield. En el nivel 1, tenía que leer «un clásico cuyo autor viviese en dos siglos diferentes». Irving nació en 1783 y murió en 1859.
¿Mereció la pena?
Sí, ha estado bien, aunque me esperaba otra cosa por la fama que tiene. Y no me dio nada de miedo. Lo que más me ha gustado ha sido la nota del autor, justo al final, que podría considerarse más bien un epílogo. Me maravilló cómo consigue el narrador que el final sea perfecto con esa conclusión, dando ciertos detalles que, si los hubiera contado al principio, la historia perdería gran parte de su efecto. Y la frase final me pareció genial. También creo que me gustó más porque no dicen nada sobre eso en la sinopsis, que me parece que se extiende demasiado. Las ilustraciones me gustaron. Hay dos tipos de ilustraciones, por un lado, las láminas, que parecen algunas más una historia de cortejo, o simplemente costumbristas, y otras de brujas y otros seres fantásticos. Y por otro, las que ilustran el texto, en blanco y negro, que sí que parecen guardar algo más de relación con la historia. Incluso hay un pequeño jinete sin cabeza. Pero, en general, no me parecía que cuadraran del todo con la historia. Y eso que son las originales, de Arthur Rackham.
El relato está contado por un narrador en tercera persona, que se supone que no ha escrito la historia, la cuenta oralmente. Empieza hablando de esa zona, Sleepy Hollow (Hondonada del Sueño), donde los habitantes parecen estar bajo el influjo de algún poder mágico, dando la impresión de estar en una permanente ensoñación. Y no paran de contarse historias sobre brujas, apariciones… Una de esas leyendas es la del Jinete sin Cabeza, pero no parece que le den demasiada importancia, comparando con otras. A mí el narrador en algunos momentos me pareció bastante simpático, pero no así la mayor parte de la gente que aparece en esta historia. Al ir leyendo me iba dando cuenta de lo poco que se parecía a la película, o por lo menos lo que recordaba de ella. Cambian ligeramente la leyenda del Jinete sin Cabeza, y creo que poco se basan en los personajes “de carne y hueso”, aunque sí que usan sus nombres.
Después de esa introducción describiendo el lugar, el narrador comienza a explicar la historia de Ichabod Crane. Por mucho que el narrador quisiera dar una imagen de que era buena persona, a mí no me lo parecía. Por cosas como maltratar a su caballo o ser un interesado, porque quiere casarse por dinero. Y, como una de sus obsesiones es la comida, se imagina todas las exquisiteces que podrá comer si conquista a una rica heredera. Otra de sus obsesiones son las historias de fantasmas y brujas, que le encanta escuchar y también se interesa por libros sobre el tema, aunque luego lo pasa mal al volver a casa. Historia de la brujería en Nueva Inglaterra, de Cotton Mather, es como una especie de biblia para él. El libro no sé si existe, no encontré referencia de él. Pero el autor sí, un pastor puritano que publicó varias obras, creía que la brujería existía y se interesó por los juicios de Salem. Lo que sí que entendía es que Ichabod estuviera frustrado como maestro de escuela, por las condiciones en las que estaba.
El narrador continúa su relato, pero en algunos momentos parece que se desvía y pasa a cosas nada sobrenaturales. Como cuando se dedica a describir los alimentos que hay en un banquete, con mucho detalle. Hasta comenta que se queda sin aliento y que tiene que parar. En esos momentos es cuando quedaba claro que lo estaba contando a un determinado público, de viva voz, pero a mí me parecía demasiado larga la exposición. Creo que difícilmente podría mantener totalmente pendiente a su audiencia con una historia así. A mí esos cambios de tema me hacían olvidar que se suponía que estaba leyendo una historia de miedo, porque era todo muy «terrenal». En esos momentos me parecía muy costumbrista, porque explica cómo vivían en la zona, y gran parte de los personajes son de origen holandés. Antes de empezar con los relatos fantasmagóricos, contaban historias sobre la Guerra de la Independencia. Y parece ser que los holandeses no estaban demasiado interesados en ninguno de los dos bandos.
En la historia aparecen muy pocos personajes con importancia, o que directamente tuvieran nombre. Varias veces el narrador habla en general, de vecinos o de jóvenes lozanas. Baltus van Tassel es uno de los ricos de la zona y parece que lo que más le gusta es hacer ostentación de su riqueza. Su hija Katrina es muy buen partido, de ahí que Ichabod esté muy interesado en ella. Tampoco es que se conozca demasiado bien a Katrina, porque sale bastante poco, pero sé que no me cayó especialmente bien porque no me compadecí de ella por los dos pretendientes que tiene. El otro es Brom Bones, que parecía el matón de la comarca. Probablemente es el que peor me caía, por pretender conseguir las cosas por ser quién es y el miedo que le tienen. Otro con cierta importancia, sobre todo al final, es Hans van Ripper. Me pareció un tacaño y no me gustó nada lo que piensa de los libros y la escuela.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera conocer la historia original de Sleepy Hollow y su Jinete sin Cabeza. Y también a quien le guste leer historias costumbristas, en este caso sobre los descendientes de holandeses en Estados Unidos, después de la Independencia de Gran Bretaña.
Ritmo de lectura
No sé por qué, pero decidí leerla en voz alta, así que tardé un poco más de lo normal. Pero no se tarda mucho en leerlo, porque es bastante cortito. El libro editado por Alba da la impresión de ser más extenso, por la letra grande y las ilustraciones.
¿Leerías algo más del autor?
Probablemente sí que leeré más obras suyas, si me encuentro algo que no haya leído de él. Pero tampoco creo que busque sus historias de forma demasiado activa.