Sinopsis
Una escritora inglesa llega a Atenas en pleno verano para impartir unos cursos de escritura. Durante su estancia en la capital griega, la gente que va encontrándose decide sincerarse con ella y contarle aspectos importantes sobre sus propias vidas. En el calor sofocante de la ciudad, los diferentes interlocutores confiesan sus amores, sus ambiciones y sus miedos a la narradora, de quien apenas sabemos que está separada y es madre de dos hijos. De este modo, una secuencia de voces ajenas va trazando un complejo tapiz humano que acabará perfilando por contraste la personalidad de la narradora y los sucesos más decisivos de su vida: el sentimiento de pérdida, la búsqueda de un sentido a la vida familiar, la dificultad de establecer lazos de confianza o el misterio de la creatividad. A contraluz nos habla de cómo construimos nuestra identidad a partir de nuestra propia vida y de la de los demás. Publicada en 2014 y aclamada por la crítica, A contraluz confirma a Rachel Cusk como una de las escritoras más brillantes de la literatura contemporánea.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Para uno de mis retos lectores de 2022 tenía que leer una novela que transcurriera en mi ciudad o país favorito. Y lo primero que pensé fue «Atenas». Buscando libros que tuvieran que ver con Atenas, encontré este de Rachel Cusk, de la que ya había decidido leer algo más después leer Arlington Park. (Aunque he tardado bastante en hacerlo y he notado que he evolucionado con las reseñas, ahora me enrollo bastante más).
¿Mereció la pena?
Sí, me ha gustado, porque la forma de narrar de esta autora me fascina, por lo sencilla que parece, y al mismo tiempo lo complejo que puede ser lo que cuenta. Pero me ha dado la sensación de que faltaba algo. Podría ser porque es un libro muy corto, o porque me daba la impresión de que esos personajes que pasan por sus páginas podían haber dado mucho más de sí. Me hubiera gustado saber más de muchos de ellos, excepto de uno del que se acaba sabiendo casi toda su historia. Se trata de un hombre griego que conoce en el avión, del que no dice el nombre, y al que siempre se refiere como “mi vecino de vuelo”. Él, además de contarle sus matrimonios, divorcios y problemas con los hijos, también la invita a su barco, para llevarla a nadar. Ella acepta y sigue manteniendo el contacto, mientras que yo le hubiera rehuido (y eso que ir a nadar en las cristalinas aguas griegas me resultaría muy tentador). Atenas no tiene un gran protagonismo, casi podría haber sido cualquier ciudad cercana al mar. Pero de vez en cuando sí que contaba algún detalle sobre ella, y hacía que tuviera una ligera envidia por no encontrarme allí.
La narración es en primera persona, y salvo por el momento, bastante al final, en el que dicen su nombre (Faye, y no Rachel), hubiera creído que era una historia totalmente autobiográfica. La novela empieza en Londres, cuando la narradora está comiendo con un multimillonario que tiene muchos proyectos, como crear una revista literaria. Ese tema no lo tratan porque ella tiene que viajar a Atenas a dar un curso de verano, junto a otros escritores, que se llama «Cómo escribir». Y esta pequeña introducción sirve para percibir que ella parece atraer las confidencias. A veces me extrañaba un poco que casi todos los personajes con los que se encuentra le contaran cosas tan íntimas. O que contestaran a ciertas preguntas que hacía ella, que entre extraños podrían resultar como mínimo chocantes. Alguna persona quizá pueda tener muchas ganas de contar su vida a una perfecta desconocida, como el vecino de vuelo (que no para de hablar y solo a veces parece recordar que, aunque solo sea por educación, debería interesarse un poco por la persona que le escucha), y otros ya la conocían de antes, pero me sorprendería que en la vida real alguien consiguiera generar tal confianza en tantas personas y en tan poco tiempo.
Y mientras le cuentan cosas tan personales, de vez en cuando ella piensa en su situación, sobre todo en sus hijos. Casi cada capítulo, que son diez, lo dedica a un encuentro concreto, aunque a veces repiten personajes. Ryan es otro escritor del curso, al que conoce desde hace tiempo. Con él trata temas como el tiempo que se dedica a la familia. Paniotis, un amigo griego, tenía el sueño de tener su propia editorial, pero no ha ido muy bien. Y a través de él conoce a Angeliki, también escritora, y bastante peculiar, capaz de reinventarse a sí misma. Con ellos dos salen temas como la maternidad, la conexión con los hijos o el feminismo. En otro capítulo se encuentra con su amiga Elena, que también ha invitado a Melete, una poeta lesbiana. Y en esa conversación de lo que más se habla es de relaciones amorosas. Clelia es la que presta el apartamento para profesores del curso, aunque no los conozca, mientras ella está fuera de la ciudad. Y parece que deja notar parte de su personalidad con la decoración. En el capítulo final Faye se encuentra a la siguiente que va a ocupar el apartamento, Anne, que también le cuenta algunas de sus peculiaridades.
Pero a mí los capítulos que más me gustaron fueron los dedicados a las clases, y eso que apenas explica cómo es como profesora. Centra su atención en lo que cuentan los alumnos, y no en los consejos o enseñanzas que daría una escritora sobre cómo escribir, y eso me resultó un poco frustrante. Uno de los dos ejercicios que explica consistía en contar qué les había llamado la atención de camino a clase. Algunos demostraban inseguridad, reconocían que no se habían fijado en nada, o les parecía una tontería lo que contaban. No me extrañó que una de las alumnas se enfadara porque, después de contestar todos, no explicara nada. Era por falta de tiempo, porque se acabó la clase. Pero a mí me dejó con dudas. Porque, ¿es necesario ser observador y notar lo que pasa a tu alrededor si quieres escribir? ¿O no hace falta? O igual ella solo quería fijarse en cómo lo describían, y no tanto en qué les había pasado. El grupo resultaba muy variado, y algunas cosas que contaban eran muy sorprendentes. Sobre todo, porque algunos se dejaban llevar y acababan revelando experiencias muy íntimas delante de gente que acababan de conocer. Eso sí, parecía que algún vínculo entre los alumnos empezaba a formarse.
La traducción es de Marta Alcaraz. Y me ha extrañado no encontrar notas a pie de página o al final del libro. No es que crea que se necesiten para hacer comprensible la historia, pero últimamente estoy tan acostumbrada a encontrar varias, que llegar al final sin ninguna se me ha hecho raro. Lo que sí que no entiendo es la traducción del título. «Outline» puede ser contorno, boceto, resumen, guion, esbozo… Pero tiene poco que ver con «a contraluz». Aunque ninguno de los dos hace referencia a algo concreto de la historia. También miré los títulos en otros idiomas, como en italiano (Resoconto, que podría ser informe), en portugués (Esboço, que es esbozo, boceto, bosquejo…) o en francés (Disent-ils, que sería «dicen», y que tiene sentido por ser un libro en el que los testimonios de los demás son muy importantes). Y mirando en los comentarios de Goodreads, encontré varias opiniones y teorías sobre esta novela. Me llamó la atención una que comentaba que esta obra es como un boceto de una novela. Como si la escritora estuviera evaluando a la gente que se encuentra por si pudieran ser futuros personajes. No fue esa mi impresión, pero está claro que este libro hace reflexionar sobre la escritura, en particular, y la vida, en general.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer una novela peculiar, donde casi todo gira en torno a lo que le cuentan a la protagonista. Así que hay historias de todo tipo, amores y desamores, traumas, conflictos familiares…
Ritmo de lectura
Bastante rápido. El estilo de la autora me resulta muy fácil de leer, aunque lo que cuenta da para reflexionar.
¿Leerías algo más de la autora?
Sí, seguramente. Y creo que la siguiente será Tránsito, que es una continuación de esta novela, o por lo menos la protagonista es la misma. Y después continúa con Prestigio, es una especie de trilogía.