Sinopsis
John, un profesor inglés de Historia, soltero y de mediana edad, pasa, como todos los años, sus vacaciones en Francia. En Le Mans se encuentra por casualidad con un tipo que es físicamente igual a él. Asombrados por el parecido, se emborrachan juntos y se cuentan sus desdichas. John le habla de su vida solitaria y sin sentido y el otro –el conde Jean Le Gué– le deja entrever que su problema es exactamente el contrario: «Poseo demasiadas cosas. Cosas humanas». A la mañana siguiente, John despierta en un hotel de mala muerte, sus cosas han sido sustituidas por las del conde y un solícito chófer le espera para llevarle a casa. La casa resulta ser un antiguo château con foso, torreones y gárgolas… y es así como se encuentra de pronto al frente de una familia escabrosa, un negocio ruinoso y una nueva identidad siempre en peligro de ser desenmascarada.
Daphne du Maurier siempre fue maestra del punto de vista y una virtuosa del arte de la intriga y el incidente. En El chivo expiatorio (1957), construyó una novela compleja, llena de suspense y ambigüedades morales, a partir de una de sus situaciones características: la llegada de un extraño a una mansión y su arduo proceso de adaptación a un ambiente de viejos odios, deseos malignos, sospechas y secretos de los tiempos de la ocupación nazi, todo ello contado por el propio extraño. El libro desarrolla asimismo un moderno discurso sobre la identidad como creación de los deseos y expectativas de los otros.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Después de leer Rebeca, La posada de Jamaica y Mi prima Rachel quería seguir leyendo más novelas de Daphne du Maurier. Tenía pensado leer antes El río del francés, pero me hablaron de una lectura conjunta de esta novela, organizada por Raquel Lectora, y decidí unirme.
¿Mereció la pena?
Sí, mucho. Me ha encantado por la ambientación, los personajes, el suspense continuo… Además de conseguir mantener todo el tiempo la tensión, también es una historia que da para reflexionar. Por ejemplo, sobre las relaciones familiares, las expectativas que se tienen en la vida o qué puede pasar si se desea una vida distinta. El personaje principal es John, que cuenta la historia en primera persona. Y vamos conociendo cómo son los personajes que se va encontrando únicamente desde su punto de vista. Eso hace que cuando algún otro personaje da su opinión, parezca que John igual no está captando tan bien cómo son realmente. Porque son personas complicadas, con sus razones para actuar como actúan, y de las que John no tiene ni idea. También me ha gustado que aparezcan temas como la Resistencia francesa en un pequeño pueblo; el poder o respeto que siguen teniendo los aristócratas (en 1957); la influencia del cabeza de familia en sus familiares; los testamentos incomprensibles por el machismo, cuando todo depende de tener un hijo y no es suficiente con tener una hija…
Justo las primeras páginas no me engancharon mucho. Me resultaba difícil de entender por qué John no se marcha nada más conocer a Jean. Porque todo lo que hace o dice Jean, o incluso su forma de mirar, hace pensar que no es una persona de fiar. Pero John no puede evitar ser arrastrado y encontrarse en una situación difícil de asumir. Y a partir de ahí estuve yo también totalmente enganchada. Lo que más me sorprendía de John era que algunas situaciones las salvaba muy bien, pero otras veces parecía muy pardillo, por no deducir cosas que a mí me parecían evidentes. Aunque eso también producía escenas que hasta tenían cierta gracia, por su desconcierto cuando por fin se daba cuenta de lo que pasaba. Jean sale demasiado poco para mi gusto en la historia, aunque está tan presente en toda la novela, que parece que le conocemos muy bien. Casi mejor que a John. Del resto de personajes no voy a comentar nada específico, porque sería como destripar la novela. Pero sí que me gustaron mucho por estar tan bien perfilados. Y tengo que reconocer que mi personaje favorito es Béla, por su forma de enfrentarse a la vida y entender tan bien al resto de personajes.
Haber leído esta novela con más gente y poder comentarla me ha resultado muy entretenido, por todas las teorías que compartíamos; las opiniones, a veces tan distintas, sobre lo que nos parecían los personajes; o incluso poder entender por qué a algunas personas no les convencía el final. A mí el final sí que me gustó, aunque puede que, tal y como iba evolucionando la historia, me esperara algo más espectacular. Pero me pareció un digno final para la historia, un poco abierto para dejar libre la imaginación y pensar qué podría pasar en el futuro… Y lo que más me gustó es cómo consiguió la autora que me volviera a replantear quién es bueno o malo. O, mejor dicho, darme cuenta de que no hay nadie ni tan bueno ni tan malo como podría parecer a simple vista. Porque un autor o autora no solo puede conseguir sorprender con giros llenos de acción, también puede conseguirlo simplemente rompiendo los esquemas o las ideas preconcebidas de sus lectores.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer una buena historia de suspense, pero sin esperar que hasta el último detalle tenga una explicación.
Ritmo de lectura
Como tenía que ir al ritmo de la lectura conjunta, tardé en leer el libro unas tres semanas. Pero, si lo hubiera leído sola, creo que hubiera tardado muy poco en terminarlo. Lo de tener que parar y no poder seguir leyendo me tuvo un poco frustrada.
¿Leerías algo más de la autora?
Seguro que sí. Me faltan por leer algunas de sus novelas, y también es una autora a la que merece la pena releer.
Muy interesante reseña. Lo explicas todo muy bien, Sandra. No sé podría hacer mejor.
Leí contigo esta novela. La disfrutamos mucho.
La recomiendo a quien aún no la haya leído.
Fue una lectura inolvidable por la novela y por la compañía.