(No he incluido la cubierta en inglés como en la primera parte de la trilogía porque la traducción, de Potus Sánchez, proviene del original sueco, y no del inglés como el primer libro. Curioso que haya ayudado el Swedish Arts Council para pagar parte de la traducción).
Sinopsis
Segunda parte de la aclamada trilogía con tintes noir iniciada con 1793 —considerado Mejor Libro del Año en Suecia y elogiado por la crítica por renovar los cánones del thriller histórico—, 1794 presenta un ingenioso entramado de engaños, venganzas y crímenes inmisericordes sobre el telón de fondo de una bulliciosa Estocolmo inmersa en la vorágine generada por la Revolución francesa.
Segundo hijo de la acaudalada familia Tres Rosas, Erik es enviado por su padre a la colonia de San Bartolomé, el mayor mercado de esclavos del mundo, en las Antillas, para separarlo de Linnea Charlotta, una chica de extracción humilde con la que se ha jurado amor eterno. Desterrado en la isla caribeña, el muchacho se encuentra enfrascado en adaptarse a un medio tan brutal cuando las súbitas muertes de su padre y de su hermano primogénito precipitan su regreso a Suecia. Así pues, convertido de repente en heredero de una inmensa fortuna y libre para contraer matrimonio con su amada Linnea Charlotta, la felicidad parece sonreírle cuando otro cruel giro del destino lo arroja de nuevo a las tinieblas: acusado de un crimen horrendo ocurrido durante la misma noche de bodas, la vida de Erik queda en manos del inefable Mickel Cardell, el hosco veterano de guerra que, acompañado ahora por Emil Winge, hermano pequeño y álter ego del malogrado Cecil, se adentrará en los abismos más oscuros y violentos de la sociedad sueca para intentar descubrir la verdad y liberar a Erik de un futuro nefasto.
Con una destreza excepcional para idear personajes de una asombrosa complejidad y recrear con todo lujo de detalles un momento histórico apasionante, Niklas Natt och Dag colma con creces las expectativas generadas con 1793 y promete mantener la tensión en vilo hasta el desenlace de la trilogía.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Porque después de haber leído 1793 era casi inevitable que leyera esta novela, que continúa la historia. Y eso a pesar de imaginarme que iba a sufrir leyéndola…
¿Mereció la pena?
Sí, porque me gusta cómo narra el autor y por conocer cómo se vivía en Estocolmo y en algunos territorios suecos a finales del siglo XVIII. Pero, por otro lado, esta novela me ha decepcionado. Por dos razones. La primera es porque poco misterio hay. Enseguida se sabe qué ha pasado y quién es culpable. Lo único con lo que sorprende el autor es con las reacciones de los personajes; y también por algunas revelaciones sobre los personajes principales. La segunda, y más importante, es el final. Sabía que el autor iba a ser cruel, pero no me esperaba que tanto, y justo lo peor lo deja para acabar la historia (por el momento, todavía queda la última parte de la trilogía). En la novela anterior, con el desenlace, compensó un poco los horrores que se van descubriendo, pero en este caso no. Y me dejó con muy mal sabor de boca. Casi hasta me arrepiento de haberlo leído, y preferiría haberme quedado con el final de 1793.
La novela está dividida en cuatro partes, según las estaciones del año 1794, pero no sigue un orden cronológico. La primera parte se titula La tumba de los vivos, y le corresponde el invierno. Erik Tres Rosas comienza en enero a escribir lo que le pasó (o lo que recuerda) de su infancia y juventud, y la tragedia de la que él cree ser culpable. Su historia es muy triste desde el principio, y no sé si se puede llamar mala suerte o todo es debido a ser tan joven y crédulo. O ambas cosas. El resto de las partes están contadas en tercera persona. La segunda parte es El reloj desaparecido, y corresponde al verano, donde aparecen otra vez Cardell y Winge llevando una investigación. Aunque Winge no es Cecil, que resolvió el caso en la primera novela, sino su hermano Emil. Eso me supuso un pequeño shock, pero en realidad era de esperar por lo que le pasaba en la primera novela. (Por esa parte supuse que el autor no había pensado en una trilogía desde el principio, y en los agradecimientos se confirma. Su amigo Fredrik Backman le animó a escribir el primer libro, y dos años después a continuar con la historia).
La tercera parte es Fuego fatuo. Corresponde a la primavera, y se centra en lo que le ha pasado a Anna Stina. Como en 1793, no parece que tenga mucho que ver con la trama principal la mayor parte de lo que le sucede. Lo pasa bastante mal, aunque también en parte se debe a no dejarse ayudar o a buscar ayuda en quien no debe. En esta parte aparece un personaje que me gustó mucho, Lisa Soledades. A pesar de no querer contacto con nadie, no puede evitar ayudar a Anna Stina. También me pareció muy interesante la historia de la comadrona, Hedda Dahl. En los agradecimientos el autor solo destaca una de sus fuentes, Las intrépidas, de Kirsi Vainio-Korhonen, por los detalles sobre el trabajo de las comadronas y las condiciones de las parturientas. La cuarta parte es en otoño y se llama El minotauro. Aquí volvemos con Jean Michael (Mickel) Cardell y Emil Winge, pero también con el resto de los personajes, y se llega al desenlace de la historia.
Me gustaron las referencias a la Revolución francesa y cómo comentaban en Estocolmo si les podría afectar. También fue interesante (y desagradable) que trate el drama de la esclavitud en la isla de San Bartolomé. Esta isla pertenecía a Suecia y en 1793 era un puerto neutral en la guerra entre franceses e ingleses. Así que todos los traficantes de esclavos, que no podían ir a otros lugares, usaban ese puerto para la trata. Lo que eché en falta fue conocer la versión de algún esclavo o esclava, aunque Erik no necesita conocer testimonios directos para darse cuenta de que es una aberración comerciar con seres humanos y tratarlos como los tratan. Además, en la novela se muestra cómo eran los orfanatos y los manicomios suecos de la época, y da unas pinceladas de cómo se trataban las enfermedades mentales (tratar es un decir).
Como en 1793, todos los personajes o están muy atormentados y tienen muchos problemas o son muy malvados (y algunos también atormentados, y eso hace que sean más retorcidos). Y los buenos y atormentados parece que, si tienen un momento bueno, va a durar muy poco. No voy a revelar quién es el más malvado de todos, pero sí que puedo decir que me dio muy mala espina nada más aparecer. Una duda que tuve fue si podía ser cierto que una herida en la mejilla no se curara nunca. En otros casos igual lo hubiera consultado, pero me parecía tan desagradable que preferí no comprobarlo. Igual que también me extraña que el cuerpo humano sea tan resistente a las torturas y palizas.
También reflexioné sobre otros temas, pero de tipo moral. Como lo destructiva que puede ser la avaricia, si no se piensa para nada en los demás; o las extrañas formas de vengarse que pueden llegar a inventar algunas personas. Pero el mayor problema ético que se planteaba era: ¿se pueden aceptar (y no detener) las maldades de una persona porque públicamente ejerce un gran bien en la comunidad? Llegué a la conclusión de que no, ni siquiera si ese bien fuera bueno para mí o para mis seres queridos. Debería lograrse ese gran bien de otras formas y sin soportar chantajes emocionales. Y también me di cuenta de que había momentos en que me dejaba llevar por la imaginación, y me inventaba hacia dónde podría ir la historia de los personajes. Pero no acerté en casi nada.
¿A quién se lo recomiendo?
Aunque es una historia bastante independiente de la anterior, y el autor resume qué pasó antes cuando introduce a los personajes que repiten, solo la recomiendo después de haber leído 1793.
Ritmo de lectura
Bastante rápido. Con esta novela no he tenido ningún parón como en 1793, porque casi todo lo peor se lo reservó el autor para el final.
¿Leerías algo más del autor?
Seguramente terminaré la trilogía. Por ver cómo acaba y por si, por algún casual, arregla un poco el final de este libro… Y puede que si publica algo más también lo lea, porque me gusta su estilo narrativo.