Sinopsis
Londres, 1950. Teresa, una española que acaba de concluir su carrera, llega a una residencia londinense para licenciadas universitarias. En los meses que durará su estancia, conocerá a un grupo de mujeres de distintas clases sociales y nacionalidades que le darán una visión más rica y profunda del mundo que le rodea. La tentación, la tarde perdida, la cultura, la frivolidad, todo lucha dentro de Teresa, que quisiera estar en muchos sitios a la vez.
En esta novela, Josefina Aldecoa muestra su capacidad para decribir ambientes y captar la complejidad que hay tras la vida de sus personajes. El retrato de las mujeres que viven en la residencia –sus pequeños y grandes problemas, su buen humor, su tristeza– posee los rasgos de solidez y hondura que caracteriza a las protagonistas femeninas en toda su literatura.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Porque quería leer algo más de esta autora después de haber leído El vergel, y por la sinopsis me pareció interesante.
¿Mereció la pena?
Sí, porque me parece que representa muy bien a mujeres muy distintas, con diferentes formas de ver y entender el mundo, aunque la estructura de la novela me desconcertó, porque no era como esperaba. Es una novela coral, con muchas voces, aunque solo una cuenta lo que le pasa en primera persona, Teresa, que es la más protagonista de todas. A ella la distinguía muy bien por eso, pero con el resto, narrado en tercera persona, me costaba un poco más darme cuenta de quién se trataba cada vez que cambiaba de historia. Hasta pensé que sería una buena idea apuntarme los nombres, para no liarme. Pero tampoco me importaba mucho, porque lo que sí que me importaba era conocer sus experiencias y cómo se sentían, y cómo lo narra la autora, que hacía que me resultaran muy reales. Me gustaba saber cómo veían sus trabajos o la falta de trabajo, sus amores, sus amistades, la relación con sus hijos y otros familiares… El tema de los amores era bastante variado, aunque me resultó curioso que hubiese un predominio de relaciones en las que ellas son las «segundas» y están con unos hombres incapaces de dejar a sus esposas. Pero también hay esposas feliz o infelizmente casadas, o las que tienen amistades que puede que sean algo más, pero casi ni ellas mismas lo saben.
Teresa es española, de Madrid, y trabaja en la residencia para pagarse la estancia. Así conoce a las empleadas y a algunas de las que se hospedan allí, y también se relaciona con otras personas fuera de «Gray House». Por la sinopsis parecía tener relación con todas las mujeres de la casa, pero no es así, a algunas no las trata o lo hace muy superficialmente. Eso sí, la historia empieza con su llegada en junio, y acaba cuatro meses después, cuando regresa a España. Algunas de las historias de las otras mujeres me dieron la impresión de estar inacabadas, pero entiendo que es como si Teresa no se hubiera podido enterar de nada más porque se va y es muy posible que no mantenga contacto con ninguna en el futuro. Y claro, tampoco sabemos qué más le pasa a ella después de su regreso a casa. Siempre que leía algunos de los capítulos de Teresa no podía evitar pensar que la que hablaba era la autora misma (Josefina Aldecoa pasó una temporada en Londres y después fue profesora de inglés) y eso hizo que tuviera más cariño al personaje.
El clasismo de la época queda bastante claro, solo hace falta fijarse en cómo se dirigen a las empleadas del servicio, siempre por su nombre de pila, y son simplemente Rachel, la cocinera, Louise y Mary, camareras, o Verónica y Emily, encargadas del primer y segundo piso. La directora, la secretaria y la que dirige al servicio de forma muy estricta son Miss Lancaster, Miss Dudley y Miss Jackson respectivamente. Kate, que hace tareas de recepción, tiene un estatus un poco superior a las del servicio, pero no lo suficiente para ser tratada como «señorita». A las residentes se las conoce por su nombre y apellido, y tenemos a Isoline Katz, suiza, Marjorie Dewey, canadiense, Delia Soto, uruguaya, y Joan Brackley y Helen Hutkins, que creo que eran inglesas (de ellas no apunté su nacionalidad, porque sí, acabé apuntando los nombres para no liarme en la reseña). Y también conocemos algo de lo que le pasa al portero de noche, que es polaco, y es el único hombre que normalmente tiene permiso para estar en la residencia.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera asomarse a las vidas de unas mujeres en el Londres de 1950.
Ritmo de lectura
Entre medio y lento, porque, aunque me gustaba lo que contaba y la forma de contarlo, tampoco era una historia que me tuviera enganchada.
¿Leerías algo más de la autora?
Sí, me sigue interesando leer sus novelas.