Sinopsis

La anciana Sophonisba –«un nombre bonito e indicado, cuando me lo impusieron, pero ahora está más que pasado de moda»– debe, por motivos de salud, trasladarse a vivir a Londres. Enfrente de su nueva residencia hay un inmueble señorial pero deteriorado, del que cuelga desde tiempos inmemoriales el cartel de «Se alquila». ¿Por qué, se pregunta Sophonisba, nadie quiere alquilar la casa? ¿Y por qué ve en ella, si está deshabitada, un ojo que la mira? Jabez Jarber, su eterno pretendiente, y Trottle, su fiel criado, siempre celosos el uno del otro, se proponen aclarar el misterio. Jarber reconstruye la historia de los antiguos inquilinos de la casa; Trottle, más audaz, entra en la casa misma.

Dickens ideó esta situación para el número especial de Navidad de 1858 de la revista Household Words, y entre él y varios amigos de la talla de Wilkie Collins y Elizabeth Gaskell construyeron un enigmático rompecabezas. Una casa en alquiler reúne lo mejor y más característico del elenco y el sentimiento dickensiano en una obra deliciosa, hasta hoy inédita en español.

¿Por qué me decidí a leerlo?

Era un libro que compré hace bastante tiempo, porque al ver la portada pensé que era una historia de Charles Dickens que no conocía. Después me di cuenta de que era una colaboración con Wilkie Collins, que también me encanta, así que no dudé en comprarlo. Pero se quedó como pendiente de leer y casi me había olvidado de él (o más bien sin el casi).

Hace poco, mirando en Project Gutenberg libros de Elizabeth Gaskell, me salió esta colaboración, y por el título y la sinopsis me acordé de que ya lo tenía en papel, así que lo busqué y decidí que ya era el momento de leerlo.

¿Mereció la pena?

Reconozco que este tipo de colaboraciones siempre me llaman mucho la atención, y me hace ilusión leerlas, así que ya estoy predispuesta a que me gusten, pero realmente me ha encantado. Y me ha gustado por lo original que resulta, que es lo que me pasó con El almirante flotante, que también disfruté mucho. Normalmente en este tipo de libros la estructura es un poco libre, y se nota bastante la diferencia de estilos, pero creo que en Una casa en alquiler lo solventaron bastante bien cambiando el tipo de narrador y el origen de las historias. También me gustó, y es un detalle de agradecer, que al final se incluyan unas cortas biografías de los autores, para conocerlos un poco mejor, y saber por qué colaboraron o por qué empezaron a escribir.

El libro está dividido en seis capítulos. El primero y el último están escritos por Charles Dickens y Wilkie Collins, el resto solo por un autor o autora. Estos dos capítulos son los que más me gustaron, porque me encantó el personaje de Sophonisba (o Sarah, que es como prefiere que la llamen). Ella es la narradora, una mujer de una cierta edad, con carácter, y bastante directa. Y que espera que los demás sean igual de directos, incluido su médico, su criado o su amigo. Y eso produce situaciones bastante divertidas. Ella empieza a obsesionarse con esa casa que todo el mundo en el barrio sabe que no se va a alquilar nunca, pero sin que exista una razón evidente para ello. Así que decide averiguarlo, aunque lo hace a través de Jabez Jarber, su extraño amigo, y Trottle, su no menos peculiar criado.

El segundo capítulo, El matrimonio de Manchester, escrito por Elizabeth Gaskell, cuenta la historia de unos inquilinos que estuvieron hace tiempo en la casa. No resuelve el misterio de por qué en la actualidad no se consigue alquilar, pero la curiosidad de Sarah por la casa hace que también le interese esa historia (y las siguientes). En este caso la narración es en tercera persona y es el capítulo más extenso, pero no se me hizo largo, casi se merecía un libro entero… La autora cuenta una historia sobre primeros y segundos matrimonios, presentando distintas razones para casarse, y algo que me pareció muy conmovedor: que se puede querer tanto a una niña, como si fuera tu hija, aunque no sea hija biológica. También tiene algunos giros sorprendentes, y un «destino» un poco caprichoso y cruel.

El tercer capítulo, Entrar en sociedad, es de Charles Dickens. Y creo que es el que menos me gustó, aunque sí que me gusta el mensaje o moraleja, porque es una crítica al deseo de entrar en la alta sociedad, que normalmente no aporta lo que se está buscando, al afán por el dinero, y a las amistades interesadas y aprovechadas. Pero no sé por qué, me costó conectar con la historia. Puede ser porque el narrador en primera persona cuenta casi toda la historia de oídas, o tal vez porque tiene poco que ver con la casa (la mayor parte de lo que ocurre sucede fuera de ella). En este capítulo vuelve a aparecer el trío del principio, para que sepamos que esta historia no es la del último inquilino, y para introducir el siguiente capítulo.

El cuarto capítulo, titulado Tres noches en la casa, de Adelaide Anne Procter me pareció muy original porque es en verso, que es algo que no me esperaba. Es una historia triste, sobre amores no correspondidos, y me gustó porque quedan claros los sentimientos, pero creo que en prosa me hubiera gustado más. Imagino que en prosa hubiera detallado más la historia, y hubiera satisfecho algo más mi curiosidad. El quinto capítulo, El informe de Trottle, de Wilkie Collins, es el que soluciona gran parte del misterio (algunos detalles se descubren en el capítulo final), porque ya no trata sobre quién ocupó la casa anteriormente. Y como es de Collins tiene unos giros interesantes que me mantuvieron en vilo, por algo se le daba tan bien el suspense.

¿A quién se lo recomiendo?

A quien le gusten los clásicos y las historias originales, y sobre todo a quien le interese conocer el resultado de una colaboración de varios autores.

Ritmo de lectura

Como es corto, bastante rápido. Y también leí más deprisa porque tenía ganas de saber por qué no se alquila la casa, si de verdad hay algo turbio o si lo que ve Sarah es un fantasma…

¿Leerías algo más de los autores?

A Dickens, Collins y Gaskell ya los conocía, y seguiré leyendo todo lo que pueda de ellos (que no haya leído ya). En cambio, Adelaide Anne Procter era una total desconocida para mí, y no creo que sea fácil encontrar nada suyo en castellano o incluso en inglés, pero no me importaría leer algo más de ella.