Sinopsis
Miembro, junto a Dorothy L. Sayers o Agatha Christie, del selecto club de escritores de misterio de los años treinta, Anthony Berkeley aportó al género hondura y refinamiento psicológicos y creó un detective atípico e inolvidable: Roger Sheringham, novelista de éxito y detective amateur a sus horas.
Layton Court es una mansión de campo, propiedad de Victor Stanworth, impecable anfitrión que ha invitado a unos cuantos amigos a pasar unos días. Una mañana, Stanworth aparece muerto en la biblioteca y nadie puede concluir si se trata de un suicidio o de un asesinato. Entre los invitados se encuentra Roger Sheringham, que rápidamente se decide a investigar el caso. El lector sigue paso a paso la investigación apasionante del detective, sin ser apartado de sus reflexiones, en un ejercicio literario y criminológico tan original como adictivo.
Anthony Berkeley demuestra en esta novela un sofisticado gusto y una aguda inteligencia para urdir una obra de alto entretenimiento, fruto de la época más feliz del género.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Porque me gustó El crimen de las medias de seda, así que quería seguir leyendo más misterios de Roger Sheringham. Y esta es su primera aparición, así que tenía que leer este antes que el resto.
¿Mereció la pena?
Me ha encantado, me lo he pasado muy bien leyendo los comienzos de este detective aficionado. O en este caso más bien circunstancial, porque su situación es un poco «pasaba por allí». Roger Sheringham está invitado en una finca, pero realmente no conoce a los habitantes ni al resto de invitados. Excepto a su gran amigo Alec (Alexander Grierson), que está enamorado de otra de las invitadas. Y de repente, ocurre una muerte inesperada. Todos piensan, incluso la policía (que muchas ganas de trabajar no parece que tengan), que se trata de un suicidio. Pero a Roger hay cosas que no le cuadran, empezando por algunos comportamientos sospechosos de los que sí que conocían bien al muerto. Así que decide investigar…
Como es un detective novato al principio no se le da muy bien, y me ha parecido que el misterio era bastante fácil resolver, pero no me ha importado porque entiendo que siendo su primera vez no estaba tan preparado. Y también se lo perdono porque me he reído mucho con él, por su forma de pensar y tratar a la gente. En parte puede que me haya divertido más porque ya me imaginaba de antemano que algunas de sus conclusiones eran demasiado precipitadas y cuál sería el resultado cuando se diera cuenta de que estaba metiendo la pata. A medida que va descubriendo lo que pasó y las razones por las que murió Victor Stanworth, la historia se va volviendo un poco más seria, pero casi nada puede acabar con el desenfado de Roger Seringham.
Sus interacciones con su amigo Alec, investigando los dos, son muy divertidas, porque Alec pone la parte seria y trata de parar la desbordante imaginación de Roger, casi siempre con poco éxito. Aunque no solo Alec tiene que sufrir esos pensamientos tan peculiares, no se salva ni el jardinero de tener que escucharle. A los que le tienen que soportar no les hace tanta gracia, pero a mí, como lectora, sí, y mucho. El resto de los personajes básicamente son los sospechosos y parece que todos tienen algo que ocultar, porque igual su anfitrión no era tan desinteresado como parecía en un principio… Y Roger tiene que ir aprendiendo, un poco por ensayo y error, a interrogar y a no creer todo lo que dicen los testigos / sospechosos.
Mi único problema con esta novela fue que me recordaba a otra, hasta empecé a pensar que igual la había leído hacía tiempo. Pero no, se trataba de El misterio de la Casa Roja, de A. A. Milne. El crimen no es parecido, y mucho menos la solución, pero tiene varias similitudes. Para empezar, los dos autores dedican el libro a su padre (sus dos padres adoraban las historias de misterio, y ellos quieren agradecer todo lo que han hecho por ellos escribiendo una novela de ese tipo). Además, en las dos novelas se trata de un detective aficionado ante su primer caso, en una casa de campo, que encuentra a su «Watson» en un amigo/conocido, y ellos mismos se comparan con Sherlock Holmes y Watson… Pero cada autor ha llevado la historia de forma diferente, y los dos con humor, aunque este libro me ha resultado más gracioso.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer un misterio clásico, sabiendo (casi) todo lo que sabe y piensa el detective, y posiblemente hasta adelantándose a él en la resolución. Y con un buen toque de humor, porque el detective es muy peculiar.
Ritmo de lectura
Bastante rápido, aunque en parte no quería que se acabara por lo bien que me lo estaba pasando. Pero en una novela de misterio no puedo evitar querer llegar al final cuanto antes, así que no podía leer lentamente.
¿Leerías algo más del autor?
Por supuesto.