Sinopsis
Grace Melbury, la preciosa y delicada hija de un próspero maderero que haría cualquier cosa por ella, regresa al pequeño pueblo de su infancia después de haber recibido una refinada educación lejos de allí. Su reencuentro con quien siempre estuvo destinado a ser su marido, Giles Winterborne, les revela a los dos que, pese a todo lo que él pueda amarla, no está a la altura de sus nuevas expectativas sociales y, en cambio, sí lo está el nuevo médico de la región, el aristocrático Edred Fitzpiers, que aparece rodeado de libros y de un raro halo de misterio. La relación que se establece entre los tres se verá salpicada de malentendidos y traiciones, pero también de una devoción y una lealtad que conducirán a un desenlace extraordinario.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Porque no había leído nada de Thomas Hardy (y quería hacerlo), y, aunque mi primera opción era leer Tess de los D’Uberville, cuando vi este me intrigó el título. Quería saber quiénes eran los habitantes del bosque, y la portada me pareció preciosa.
¿Mereció la pena?
Sí, y eso que al empezar pensé que me iba a aburrir o que me iba a costar mucho leerlo, y era un candidato al abandono. Desde el principio se nota que es un escritor de largas descripciones, muy detallista, y que se toma su tiempo antes de volver a retomar la narración y contar qué les está pasando a sus personajes. Así que me parecía que daba muchas vueltas y que cambiaba demasiado de personaje en el que centraba la historia. Pero, sin embargo, lo hace de una forma que me resultó tan amena, que hizo que disfrutara de todas las páginas por igual (excepto en los momentos de tragedia, pero ese es otro tema). Tanto si detallaba la forma de hacer horquillas de madera como si contaba un encuentro o desencuentro de los enamorados, cuando estaba leyendo no podía parar.
Lo que más me ha gustado han sido los personajes porque no eran planos, tenían muchas facetas y no podían englobarse en buenísimos y perversos. Me ha parecido que, a cada uno, incluso los secundarios, les ha dado una personalidad compleja, explicando muy bien cómo son y qué razones tienen para comportarse así. Eso hacía que con algunos personajes fuera cambiando de opinión sobre si me gustaban o no, o si era capaz de entenderlos. Me sorprendió que algunos personajes cambiaran tanto de opinión o incluso de sentimientos, que es algo bastante poco frecuente. También me parecía que a unos cuantos no se les daba bien reflexionar, y eso que tenían que tomar decisiones tan importantes como el matrimonio. Porque con lo difícil que era divorciarse, podían pasar amargados el resto de su existencia.
Mi preferida desde el principio fue Marty, pero no porque fuera maravillosa, también tenía ciertas peculiaridades, como una lealtad exagerada o ser demasiado humilde. Era más bien que me hubiera gustado poder ayudarla y aconsejarla, siendo tan joven y estando tan sola, porque me despertaba mucha ternura. Giles también me gustó, pero tenía momentos en que me parecía demasiado buenazo y sacrificado. Me gustaba más cuando se hacía valer y no cedía porque sí, aunque eso le acabara trayendo problemas. Grace al principio no me gustó, pero poco a poco la fui entendiendo. Su padre era el que más gracia me hacía, aunque también me parecía demasiado anticuado, y con un concepto un poco extraño del honor. Y un poco liante. Creedle, el criado de Giles, también me resultó muy gracioso. El autor también demostraba su sentido del humor narrando algunas situaciones, como las supersticiones de las chicas solteras esperando “ver” al hombre con el que se casarían.
Fitzpiers creo que ha sido el personaje con el que más he cambiado de opinión, y no sé con cuál de todas sus «versiones» quedarme. Pensé que era idiota, que era mal médico y luego que sí que valía como médico; me pareció simpático y luego un caradura, un esnob, un egoísta… Pero también tenía momentos de buena persona. En ocasiones me dio pena, pero otras veces deseé que no le salieran las cosas bien… En cuanto a la señora Charmond, al principio me resultó odiosa, pero tras conocerla un poco más comprendí sus debilidades. La señora Melbury, la madrastra de Grace, me pareció bastante ecuánime y razonable, pero por eso se había casado Melbury con ella. Una cosa que me ha gustado mucho en cuanto a las mujeres es que creo que las ha representado muy bien, y me encantaron los momentos de amistad femenina o sororidad. También aparece la camaradería masculina, pero esos momentos me parecían más bien divertidos.
Al principio me preguntaba por qué el título de “habitantes del bosque”, hasta que me quedó claro que era porque viven aislados, y la mayoría de sus trabajos tenían que ver con los bosques, o más bien con los árboles y la madera. Fabricaban numerosos objetos con ella y aprovechaban casi todo de los árboles, los replantaban, se dedicaban a producir sidra… E incluso algún personaje llega a obsesionarse con un árbol. Me asombró el sistema que tenían en esa época para dejar las casas o las fincas en herencia, por ser tan complicado. E injusto, porque era muy fácil que unos se quedaran sin la casa donde habían vivido toda su vida y otros fueran acumulando propiedades. Y al final tenían que depender de la buena voluntad de los ricos acaparadores.
En cuanto a la trama, creo que me hubiera gustado más si hubiera sido un poco distinta, pero tampoco me voy a quejar de eso. El final me dejó descolocada, no me lo esperaba así. Y con ese final y algunas otras características, como el tema sexual, he llegado a la conclusión de que Thomas Hardy era un escritor victoriano peculiar y más moderno, diferente de Dickens o Wilkie Collins, que es a los que estoy acostumbrada. Con las relaciones sexuales no llega a ser muy descriptivo, pero sí que deja claro cuándo hay infidelidades y cuándo no (y cuántas veces). Lo malo de eso es que también queda clara la diferencia entre hombres y mujeres, lo que ellos pueden hacer y lo que ellas no pueden, y que algunas tienen muy interiorizado. Me chocaba que un marido infiel se molestara porque su mujer se ha «entregado» a otro, aunque para compensar aparece el marido cornudo (casi) resignado.
Es de agradecer la labor del traductor, Roberto Frías, por todas las notas a pie de página (123) en las que aclara ciertos pasajes, donde Hardy cita algunas obras o hace referencia a ciertas costumbres. En su época probablemente muchos conocerían y sabrían de qué estaba hablando, pero si no lo sabes, creo que podrías tener la impresión de que te estás perdiendo algo. El postfacio, que también ha escrito Frías, es interesante para conocer la época y por qué Hardy, por desgracia, dejó de escribir prosa (aunque continuó con la poesía). Y a mí me sirvió para darme cuenta de que las referencias a los encuentros sexuales no me llamaron la atención, me parecieron de lo más normal, pero en su época fue muy escandaloso.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien le gusten las novelas clásicas y acepte de buen grado las largas descripciones. Y a quien no busque un libro con buenos y malos, o que sea previsible. Abstenerse quien busque una gran historia de amor (aunque lo pueda parecer por la sinopsis).
Ritmo de lectura
Un ritmo medio, pero teniendo en cuenta el tipo de libro que es y el número de páginas (452 en papel) se puede considerar que he sido bastante rápida.
¿Leerías algo más del autor?
Sí, seguro. Quiero leerme Tess de los D’Uberville y Jude el oscuro, como mínimo, y luego igual sigo con otras de sus novelas.