Sinopsis
Vuelve Rosa Montero con La carne, una intriga emocional que nos habla del paso del tiempo, del miedo a la muerte, del fracaso pero también de la esperanza, de la necesidad de amar y de la gloriosa tiranía del sexo, de la vida entendida como un lance fugaz en el que devorar o ser devorado.
«Al final todo acaba por desembocar en el amor. Y en el daño.»
Una noche de ópera, Soledad contrata a un gigoló para que la acompañe a la función y así poder dar celos a un examante. Pero un suceso violento e imprevisto lo complica todo y marca el inicio de una relación inquietante, volcánica y tal vez peligrosa. Ella tiene sesenta años; el gigoló, treinta y dos.
Desde el humor, pero también desde la rabia y la desesperación de quien se rebela contra los estragos del tiempo, el relato de la vida de Soledad se entreteje con las historias de los escritores malditos de la exposición que está organizando para la Biblioteca Nacional.
La carne es una novela audaz y sorprendente, la más libre y personal de las que ha escrito Rosa Montero.
Ganadora, entre otros, del Premio Primavera de Novela, el Premio Grinzane Cavour, El Premio Qué Leer al Mejor Libro del Año y el Premio de la Crítica de Madrid.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Después de leer La ridícula idea de no volver a verte decidí leer más libros de Rosa Montero, y este es el primero que he tenido oportunidad de leer, porque no me he dedicado a buscar sus novelas. Así que ni miré la sinopsis ni nada, me valía con que fuera de ella.
¿Mereció la pena?
Sí, porque escribe muy bien, pero lo he pasado mal leyendo. Con La ridícula idea de no volver a verte también lo pasé un poco mal, porque tiene partes muy tristes, pero me parecía que la tristeza era conmovedora y tierna. En este libro no, es una historia desgarradora por el daño que se hace la protagonista a sí misma, por el daño que le han hecho, y por esa necesidad de que alguien la quiera. Una necesidad o un vacío que parece imposible que alguien sea capaz de llenar. Para mí leer esta novela ha sido como meterme en el agua, notar que me iba hundiendo y hundiendo, y que la superficie quedaba cada vez más lejos, hasta que casi al final he podido volver a la superficie y respirar un poco. Y todo eso sin apenas sentirme identificada con la protagonista, Soledad.
La historia no está contada en primera persona, pero como prácticamente solo sabemos lo que hace y piensa Soledad, da la impresión de que sí que lo cuenta ella. Además de la historia del gigoló, la autora nos va contando la infancia de Soledad, que es muy dura, su primer amor, la relación con el examante del que se quiere «vengar», cómo está cambiando su cuerpo con la edad… Y también sobre su trabajo, sobre todo de la exposición que está montando, los problemas que da la arquitecta, lo mal que lleva no ser capaz de escribir un libro… En bastantes momentos me preguntaba: «¿por qué hace eso Soledad?»; y en otros pensaba: «no, no lo hagas». Aunque lo de «no lo hagas» también se lo dice mucho a sí misma.
Y si ya me agobiaba la historia de Soledad, las de los escritores malditos de la exposición no ayudaban a mejorar el ambiente. Dice mucho de Soledad que justo se le ocurra una exposición sobre escritores malditos, porque ella misma se considera un personaje trágico, y además es una escritora frustrada. Parece que le gusta regodearse en su desgracia y en la de los demás. Me llevé una pequeña decepción al enterarme de que la historia más interesante de todas es justo la que se ha inventado la autora. Yo ya estaba pensando buscar a esa escritora maldita y hacer su efeméride, pero en los agradecimientos Rosa Montero aclara que son todas reales, menos esa.
Una cosa muy curiosa es que la autora haga un “cameo” en la historia. Al principio me pareció raro, pero luego fue un detalle que me gustó, porque rompió un poco la tendencia de la historia y daba otra perspectiva. No sé si lo hizo también para que los lectores no pensemos que ella lleva tan mal envejecer, porque podía haberse inventado otro personaje que dijera e hiciera lo mismo. Aunque también me gustó que fuera ella misma porque así explica cómo escribe ella y cómo se mete en el «papel» de los personajes. Para mí está claro que ha conseguido hacer muy creíble a un personaje como Soledad. Y que yo espero no llegar a sentirme o actuar como Soledad, a ninguna edad.
¿A quién se lo recomiendo?
A los que quieran leer historias sobre cómo tomarse la vida o la vejez, pero desde el punto de vista de alguien que no lleva nada bien lo que le va pasando. Y a los que sientan curiosidad sobre qué pasa con el gigoló, que es una historia con bastantes sorpresas…
Ritmo de lectura
Si no hubiera tenido que parar varias veces porque me sentía agobiada, hubiera tardado muy poco en leerlo, ya que no es muy largo y se lee bien. Pero tenía que ponerme a leer otras cosas para desconectar y eso me retrasó.
¿Leerías algo más de la autora?
Sí, seguiré leyendo sus otras obras, pero poco a poco si son tan intensas como esta.