El primero de mis secretos (in)confesables: que (a veces) tengo que saber qué va a pasar sin esperar a terminar el libro. Se supone que está mal, muy mal, eso de no ser capaz de esperar pacientemente a que el autor o autora nos cuente su historia tal y como como había pensado, sin atajos. Si el autor quisiera que supiéramos cómo acaba antes de tiempo hubiera empezado por ahí, por el final.
En mi defensa tengo que decir que nunca he cogido un libro en una tienda, biblioteca o estante de un particular con la idea de leer cómo acaba para decidirme a leerlo. Y solo me ha pasado con los libros en papel, con los electrónicos (por ahora) nunca lo he hecho. Algunas veces lo he leído casi sin querer, por mirar cuántas páginas tiene el libro (y saber cuánto me queda para terminarlo). Entonces me fijo en alguna palabra por casualidad, me quedo enganchada y me entero de lo que no debería.
Pero cuando sí que lo hago a propósito es cuando empiezo a temerme que el final no me va a gustar, por cómo se va desarrollando la historia. Así que cuando empiezo a estar realmente “preocupada”, normalmente porque no quiero que X sea el asesino o porque hay un triángulo amoroso y yo “he tomado parte” por uno de los integrantes, acabo cayendo en la tentación.
A partir de ahí pueden pasar dos cosas: que lo que haya leído me produzca alivio y entonces, después de un suspiro realmente sentido, sigo con la lectura, o bien que no me guste lo que he leído, porque he acertado. Y en este caso me molesta mucho acertar. Después de eso puede que siga leyendo (porque pienso que estoy preparada para afrontarlo) o que deje de leerlo (a veces lo dejo a un lado y leo otras cosas, esperando a ver si se me pasa el disgusto, y en bastantes ocasiones no vuelvo a cogerlo porque me he olvidado de él).
Por ejemplo, Muerte en las nubes de Agatha Christie. Según iba leyendo empecé a sospechar quién sería el culpable, y no pude resistirme, tenía que saber si yo tenía razón, pero incluso fue peor de lo que pensaba. No sólo había acertado con el culpable, es que pasaba algo más que no pienso destripar y que me sentó muy mal. Total, que se convirtió en el único libro de Agatha Christie que no he conseguido terminar de leer y no sé si alguna vez lo haré.

Otro punto en mi defensa es: ¿qué más da? Por un lado dicen que cuando lees haces tuyo el libro, eso quiere decir que puedo leerlo como quiera, empezando por la mitad o solo leyendo las páginas pares. Vale, es una exageración, pero es para sentirme menos culpable (y eso que últimamente intento contenerme). Y por otro, si lo releyera o si he visto la película o serie (a veces pasa, que descubres el libro después), sabría lo que va a pasar e igualmente he disfrutado con su lectura.
Por no hablar de libros (o películas) que inevitablemente sabe todo el mundo cómo acaba porque son muy conocidos o el propio autor nos ha contado el desenlace de la historia, como en La dama de las camelias de Alejandro Dumas, hijo. Y no por eso voy a dejar de leer el libro, ¿no?

Conclusión, que en el fondo tampoco me siento tan culpable.
Y la opinión de Concha:
Pues sí, lo reconozco, cuando me gusta mucho, mucho, pero mucho un libro, a veces leo el final antes de llegar a él, no me importa hacerme un spoiler a mí misma. No siempre, pero a veces la ansiedad me puede.
Confieso que justo antes de empezar a leer un libro voy a la última página y leo una frase (o dos). Me disculpo a mí misma porque en realidad lo que hago es ver cuántas páginas tiene…
¡Es bueno saber que no soy la única! 😉
No, no estás sola, jajaja.