Un descubrimiento de hace unos cuantos años. Cuando era una niña me convertí en una apasionada de la mitología griega. Pero no fue porque me regalaran un libro sobre mitología o porque lo estudiara en el colegio. Nada de eso. Todo empezó con una historieta… y continuó con la compra de un montón de libros, pedir disfraces de diosas griegas para Carnaval, intentar hacer mi propio diccionario mitológico (ejem, más bien copiar lo que aparecía en la enciclopedia, pero no llegué muy lejos) y empeñarme en ir por primera vez a Atenas.
Cómo descubrí… a Alessandro Baricco
Érase una vez, hace ya muchas Ferias del Libro de Madrid (en los años 90), paseando entre las casetas, y ya simplemente mirando títulos porque ya había comprado todo lo que quería (bueno, eso es un decir, yo siempre quiero más libros, pero el presupuesto es el que manda), descubrí una novelita corta y me gustó tanto el título de Seda que empecé a ojearlo. El autor era Alessandro Baricco, al que yo no conocía. El librero me dijo que era un cuento largo muy bonito, que había tenido un éxito extraordinario en su país, Italia, y era una fábula protagonizada por Hervé Joncourt, un aventurero buscador de gusanos de seda. Y comprando esta pequeña novela fue como descubrí a Baricco, del que ya he leído muchas más cosas y siempre me ha encantado.
Cómo descubrí… El Señor de los Anillos
Otra historia de juventud. O más bien de niñez. O apurando más, de la frontera entre la niñez y la juventud, porque yo tenía 12 años cuando llegó a mis manos el primer tomo de la trilogía. Y otra vez buscando entre los libros de mis padres. Pero lo más interesante no es cómo lo descubrí, sino qué pasó después, que casi acabo traumatizada…