Sinopsis
En medio de la guerra de la Fronda, dos mujeres, como dos mosqueteras, se enfrentan con todas sus armas: su belleza, su gran capacidad para la intriga, su amor y sus celos, sin renegar del coraje ni de sus dotes militares. Una es Nanon de Lartigues, la astuta y encendida amante del duque d’Épernon, fiel a Ana de Austria y al cardenal Mazarino. La otra es la rubia y valerosa Claire de Cambes, que sostiene la rebelión de los príncipes de Condé con inteligencia y sagacidad.
Su enemistad se convierte en el eje de una historia llena de acción e intriga, una rara avis en la obra de Alexandre Dumas que aquí presenta y vierte a nuestra lengua el escritor y crítico Mauro Armiño.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Hace años me llamó la atención el título y me lo compré, pensando que me gustaría una novela con tanto protagonismo de mujeres. Pero, sabiendo lo que me ha hecho sufrir Dumas (el hijo también, pero tiene menos obras) con sus historias, no me animaba a leerlo. Hasta que me di cuenta de que me servía para el nivel 4 del reto «Todos los clásicos grandes y pequeños», de Las inquilinas de Netherfield, por ser un «clásico de 500 páginas o más». Mi edición tiene 622 páginas, aunque 26 están dedicadas a la introducción y a la cronología de la vida del autor.
¿Mereció la pena?
Me he divertido con la novela, hasta que a Dumas le dio por ponerse dramático en la recta final. Antes del desenlace me encantaban los enredos que se iban creando. Me recordaba a una obra de teatro, y pensé que primero la habría escrito para el teatro y después la habría novelizado. Pero no, fue justo al revés, convirtió esta novela en obra de teatro unos años más tarde. Así que, como decía, me lo estaba pasando muy bien, sobre todo cuando aparecía mi personaje favorito, Cauvignac, porque era como leer una comedia de enredos. Con una mujer que se disfraza de hombre; otra que finge que su amante es su hermano, para que luego aparezca su verdadero hermano; una firma de alguien importante en un documento en blanco que da mucho juego… Lo malo es que al final, estos líos, idas y venidas, acabaron haciendo que me pareciera un suceso mucho más cruel. Que ya era dramático, pero así me lo pareció todavía más. Y eso que, en el fondo, me gusta el final de casi todos los protagonistas, y creo que hasta tiene una cierta moraleja o crítica social, por ver cómo se comportan al final los poderosos que iniciaron todo este lío.
El título no me parece demasiado adecuado, aunque algunos personajes lo comentan con un cierto tono de burla, para desprestigiar lo que pasa. Es una guerra, o guerrita más bien, y a la cabeza de cada bando hay una mujer, pero representando los intereses de los hombres de su familia. A la reina regente, Ana de Austria, le toca ese papel hasta que declaren a su hijo, el futuro Luis XIV, mayor de edad. (Por cierto, muy joven me parecía declararle mayor de edad a los 13 años). Pero el que gobierna realmente es el cardenal Mazarino, sucesor del famoso cardenal Richelieu, aunque al parecer bastante más torpe. Liderando el otro bando se encuentra la princesa de Condé. Su marido está en prisión por orden de Mazarino, y ella defiende sus intereses y los de su hijo, bastante pequeño, el duque d’Enghien. El niño este me parecía un poco repelente, tan mimado y creyéndose tan importante, pero tampoco podía salir demasiado normal con tanto peloteo. Igual que Luis XIV, que en esta novela ya se empieza a entender por qué luego le llamaban el rey Sol, o directamente déspota.
Nanon y Claire, a las que llaman «mosqueteras» en la sinopsis, me gustaron mucho, excepto en lo de amar excesivamente a uno que creo que no se lo merecía, Canolles. Canolles no es que fuera mala persona, pero era muy mujeriego, y eso, unido a ser un indeciso y un poco superficial, hacía que no le viera como el gran hombre por el que dos mujeres tan atractivas e inteligentes se volvieran locas de amor. Nanon me parecía más inteligente, o resolutiva, pero Claire era mucho mejor persona. Y entre gustarme las dos, y no ser capaz de decidirme por un bando (ninguno de los dos me convencía), probablemente hizo que me gustara más todavía Cauvignac. Normalmente un personaje tan caradura no me suele gustar demasiado, pero es que aquí era difícil saber cuál era la buena causa. Así que disfruté mucho con todo lo que hace, junto a su grupo, para engañar a prácticamente casi todos los personajes de esta historia. Otro personaje que también me gustó fue Lenet, el consejero de la princesa Condé. Con alguien así, y si le hicieran caso, los conflictos terminarían mucho antes. Y como la peor consejera, la marquesa de Tourville, que se cree un genio militar.
La introducción de Mauro Armiño la leí después de terminar la novela, porque me temía que destripara algo de la historia. Y tanto que la destripa. Su finalidad era poner en contexto qué parte real usa Dumas y qué partes se inventa, pero al hablar de los personajes históricos desvela bastantes cosas que pasan. Y, sobre todo, comenta el final de dos personajes. Así que, si se lee esta edición de Penguin Clásicos, creo que es mejor leerla al final. Las notas a pie de página estaban muy bien. Servían para conocer a todos los personajes históricos que se van nombrando, e incluso comenta en qué cosas se equivoca Dumas, como en geografía o confundiendo nombres de pila. Pero es que eran tantas (180) y algunas tan largas, que a veces me sacaban un poco del ritmo de la novela. Y entre las notas y la introducción, sabiendo que gran parte de la trama se la inventó, no sé por qué justo para el final no inventó alguna otra cosa…
¿A quién se lo recomiendo?
A quien le gusten las novelas sobre bandos enfrentados que luchan más con el intelecto que con las armas, y en las que se producen muchos enredos, malentendidos…
Ritmo de lectura
La parte más cómica, bastante rápido, pero cuando hacia al final se puso dramático, me fue costando más leerlo…
¿Leerías algo más del autor?
Probablemente alguna novela más leeré, pero a saber cuándo y cuál, porque me frena esa crueldad que siempre acaba apareciendo en sus obras.