Sinopsis
Todo comenzó una hermosa mañana, cuando Bertie Wooster, cegado por el júbilo que le producía la bondad del clima, aceptó pasar unos días lejos del mundanal ruido, en Steeple Bumpleigh. No sabía el muy urbano Bertie que se hallaba a las puertas de una de las épocas más tormentosas de su vida. Porque en la residencia de tía Agatha que afortunadamente estaba ausente, se encontraban nada más y nada menos que Florrie, una antigua novia de Bertie; Stilton Cheesewright, el novio actual que, claro está, odiaba al antiguo, o sea a Bertie; Lord Worplesdon, que le odiaba aún más, y Edwin; el joven explorador hijo del lord, de quien lo más elogioso que podía decirse es que era una ofensa para el paisaje. Menos mal que para neutralizar tan malas vibraciones, también estaban allí la simpática Zenobia Hopwood y Boko Fittleworth. Y el inefable Jeeves, el mayordomo modélico capaz de convertir una posible catástrofe en un enredo de lo más regocijante.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Me encanta P. G. Wodehouse y su sentido del humor, así que de vez en cuando leo alguna de sus novelas. Hace no mucho miré todas las novelas que tengo de él y compré esta, por ser una de las que me faltaban. Decidí leerlo justo ahora porque me servía para el reto «Todos los clásicos grandes y pequeños», de Las inquilinas de Netherfield. En el nivel 2 tenía que leer «un clásico cuyo título contenga un verbo o un adjetivo». Y matinal, en este caso, es un adjetivo.
¿Mereció la pena?
Sí, como siempre ha sido una lectura agradable y divertida. Aunque la trama es previsible a grandes rasgos, lo más importante y lo que más gracia me hace es cómo unas situaciones, que parecen imposibles de resolver, acaban teniendo un buen desenlace. Pero sí que tengo que reconocer que esta vez no me ha hecho tanta gracia como otras. Por ejemplo, con Luna llena, en la que sí que recuerdo reírme a carcajadas. Y con esta novela me he divertido, sí, pero sin llegar a ese nivel que supongo que podría llamar hilarante, casi como el gas, cuando tengo que dejar de leer porque no puedo parar de reírme. En este caso han sido más sonrisas, y alguna carcajada suelta. ¿Pero por qué? Pues no lo tengo muy claro. No sé si ha sido por leerlo estando bastante cansada, a punto de dormir. O porque no estaba tan receptiva al humor como en otras épocas. O porque, en el fondo, las historias de Bertie Wooster y Jeeves no me parecen desternillantes. Puede que me influya algo que estas novelas estén contadas en primera persona, por Bertie, y que me gusten más narradas en tercera persona.
También creo que me influyó que con ciertas cosas no me podía reír tanto, como cuando se quema una casa. Me puse a pensar en la dueña, y creo que eso me hacía ponerme en su lugar, y pasarlo mal. Y así en varios episodios. Estoy acostumbrada a que en sus novelas casi todo sean malentendidos y gente no queriendo que sus familiares se casen con quien supuestamente no deben. Pero no recuerdo haberme encontrado tantos delitos en sus páginas, de los de poder acabar directamente en la cárcel. (Ni siquiera en Ola de crímenes en el castillo de Blandings, a pesar de lo que indica el título…). Además, es de las pocas novelas, por no decir la única, en la que me hubiera gustado un final un poco distinto en el tema amoroso. Pero también tiene escenas que me encantaron, como el malentendido en la librería entre Bertie y Florence por el libro que ella ha escrito.
Los personajes me parecen muy buenos, pero, en general, bastante insufribles. Jeeves, que siempre es el referente de estas historias, me parece un excelente personaje, pero que aporta mucha seriedad. Porque es difícil reírse de él, tan comedido y resolutivo como mayordomo, así que el peso cómico suele recaer en el resto de los personajes. Bertie, por el contrario, suele dar mucha risa por los líos en los que se mete y de los que le rescata Jeeves. Pero en esta historia incluso Jeeves mete en líos a Bertie. Y todo porque Jeeves acepta las peticiones de ayuda de casi todo el mundo, aunque sea en contra de los intereses de quien le paga, que es Bertie. Además, Bertie me daba un poco de pena porque todos parecían querer aprovecharse de él o convencerlo como sea para que haga algo. Hasta Jeeves le manipula para conseguir ir a pescar a Steeple Bumpleigh, ese lugar que Bertie teme y siempre trata de evitar.
Nobby me gustaba mucho, excepto por su gusto en hombres. Y tampoco cuando le salía la vena extorsionadora, sobre todo por la razón por la que lo hace. Boko me parecía un auténtico desastre, que no para de meterse en líos. Es escritor, y supuestamente de éxito, pero no sé si me gustaría leer algo de él. Y por ser Boko tan metepatas me parece que le quita ese papel a Bertie. Porque a Bertie lo recordaba como un personaje que me daba vergüenza ajena, y por eso era tan necesario que estuviera Jeeves cerca. Para controlar que no cometiera algún error, o que acabara pagando las consecuencias de ese error. Pero en esta novela Bertie me ha caído muy bien. Sigue teniendo sus defectos, como tener un concepto de sí mismo algo distorsionado, es decir, muy alto, pero tiene muy buen corazón y trata de ayudar a todo el mundo (a veces porque le viene bien a él). Y casi parece que intenta imitar a Jeeves, pero sus ideas no son tan buenas.
Wodehouse ha creado muchos personajes inaguantables, pero es que Edwin, gana a cualquiera de ellos. Y eso, siendo menor. Al crecer a saber qué pasaría con él. Tiene malas ideas y, de vez en cuando, una buena. Pero la ejecución de esa buena acción resulta ser un desastre, así que acaba casi peor que cuando intenta alguna maldad. Florence también es bastante insoportable, pero me hacía gracia por sus ideas fijas, que nada ni nadie podía cambiarlas, salvo ella misma. Stilton es el mote de juventud de un amigo de Bertie, o más bien enemigo por determinadas circunstancias. Se ha hecho policía y es muy cerrado de mente, cuando tiene una presa no la suelta. Podría tener futuro en la policía, si no fuera porque es muy parcial. Y rencoroso. Lord Worplesdon es otro que parece que tiene poco bueno, pero creo que es el más gracioso por las cosas que le pasan y cómo se las toma. Y con estos pocos personajes, vaya la que se lía.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer una novela que es como una comedia de enredos, en la que cada vez los enredos son mayores, y parece imposible que se solucionen; con situaciones disparatadas; personajes que casi son una caricatura; familias y amistades de las que es mejor huir; romances que parecen condenados al fracaso…
Ritmo de lectura
Medio, y en pequeñas dosis. En gran parte debido a que se me cruzaban otras lecturas que consideraba prioritarias, porque tenía que devolver los libros a la biblioteca o porque quería cumplir los plazos de las lecturas conjuntas.
¿Leerías algo más del autor?
Por supuesto. Escribió cerca de 70 novelas y 200 relatos, así que todavía me quedan unas cuantas de sus obras. Aunque no descarto tampoco releer las que ya he leído.