Sinopsis
¿Quién dijo que convertirse en una mujer de mediana edad iba a ser una tarea fácil? Caitlin Moran, que arrasó con aquel tronchante y lúcido manifiesto de feminismo asilvestrado titulado Cómo ser mujer, regresa con una secuela que desmonta la teoría de que segundas partes nunca fueron buenas, dada la espectacularidad de esta. Si en la anterior entrega hablaba la joven Caitlin, aquí es la cuarentona la que vuelve a la carga. Ahora las experiencias vitales son otras y han cambiado algunas prioridades y puntos de vista, pero la pluma con la que escribe sigue afiladísima.
A mitad de camino entre la crónica personal, el manifiesto hilarante y la guía para hacerse mayor sin morir en el intento, este libro, ordenado siguiendo las horas de un día cualquiera, aborda temas como la tiranía de las listas de tareas pendientes; el sexo conyugal en las parejas con hijos y el denominado Polvo de Mantenimiento; las dudas sobre si una feminista puede ponerse bótox; las posturas de yoga para relajarse; la flaccidez del cuerpo cuando nos plantamos ante el espejo; las malditas tareas domésticas; las diferencias entre hombres y mujeres en los procesos y tiempos para excitarse sexualmente; cómo lidiar con las crisis de las hijas adolescentes (incluidos los trastornos alimentarios y las tentativas de suicidio); cómo lidiar con los achaques de unos padres ancianos… El volumen incluye una gloriosa lista de objetos inútiles que una acumula en casa pese a saber que jamás los va a volver a utilizar (desde una máquina para hacer pasta hasta unas medias de rejilla) y culmina con una apoteósica versión en femenino del famoso poema de Kipling «Si».
En tiempos propensos a los dogmas de fe, la corrección política y la autocensura, es maravilloso comprobar que la Caitlin Moran de mediana edad sigue tan procaz, ingeniosa, aguda, feroz, inteligente y lúcida como siempre, con su feminismo grouchomarxista funcionando a toda máquina.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Hace más de cuatro años que leí Cómo ser mujer y me pareció uno de los mejores libros que había leído en mucho tiempo. Paseando por las casetas de la Feria del Libro de Madrid, curioseando libros, de repente me encontré con la foto de la portada del libro. Y pensé, ¿de qué me suena esta cara? Leí el título y el nombre de la autora, y vi que era su último libro, publicado este mismo año. Pensé que, si el primero me gustó tanto, por qué no me iba a gustar una segunda parte. Y lo compré inmediatamente.
¿Mereció la pena?
Me ha gustado tanto como su primer libro, así que puedo decir que no es verdad eso de que segundas partes nunca fueron buenas. Igual que me vi reflejada en muchas cosas e ideas en su primer libro, la autora ahora me vuelve a recordar en muchas cosas a la mujer que fui a partir de los cuarenta. Porque igual que yo he ido cumpliendo años y cambiando en muchas opiniones que tenía de joven, ella también ha madurado en muchos aspectos. No digo a mejor o a peor, simplemente que cumplimos años y vivencias, y la mujer que fuimos cambia y evoluciona, pero no por ello dejamos atrás nuestros ideales ni nuestro feminismo. Me sigue gustando mucho su feminismo, lleno de un humor muy socarrón y desenfadado, y que nos cuente el día a día de esas madres trabajadoras, con una fina ironía, y la desigualdad que sigue existiendo, a pesar de que se han ganado muchas batallas. Pero hay que seguir luchando.
Cuando eres joven crees que eres el centro de todos los problemas. No te das cuenta de que día a día vas teniendo cada vez más complicaciones, y cada vez te exiges más para ser una supermujer. Y también crees que, cuando llegues a la edad madura, con hijos que ya no te necesitan tanto, tu vida cambiará a mejor, y pasas por tu juventud fustigándote porque quieres llegar a todo. De repente, pasas de la cuarentena y la vida aún se complica más. No solo tienes que vivir todo lo que vivías antes, además, tienes que ayudar a tus hijos adolescentes y puede que también a tus padres ancianos. Seguimos intentado ser superheroínas, y en eso radica la frustración de muchas mujeres.
Pero no penséis que la autora se lame sus heridas de mujer de una forma catastrofista. Por el contrario, lo hace de una forma muy divertida y, por supuesto, combativa. Y de paso no deja títere con cabeza, incluyendo las contradicciones que tiene el feminismo en la actualidad, y también lo que cada mujer cree que puede y no puede hacer pensando en ese feminismo, creencias que a veces son absurdas. Ella pone el ejemplo de que le parecía que no era feminista si se ponía bótox. También me ha parecido muy interesante la parte dedicada a los hombres, en la que explica que cree que ahora el problema que muchos hombres tienen es que se ven sobrepasados por la evolución de las mujeres. Porque estas evolucionan muy deprisa, mientras que ellos se han quedado anclados en el pasado en cuanto a sentimientos y forma de vestir o hacer o sentir. Pero no todo en el libro es ji, ji y ja, ja. Porque la autora nos cuenta facetas de su vida, que tampoco ha sido una carcajada continua. Es muy dura toda la parte en la que cuenta el trastorno alimentario de su hija y su intento de suicidio. Y muy valiente por contarlo.
¿A quién se lo recomiendo?
A todos los que leyerais Cómo ser mujer y os gustara, porque este también os va a gustar.
A quien sea feminista y le gusten los libros en que se hacen críticas a nuestra sociedad, con mucha retranca.
Ritmo de lectura
Rapidísimo.
¿Leerías algo más de la autora?
Por supuesto.