Sinopsis
La hija del doctor Andrade vive en una casa pintada de azul, en un lugar donde las playas de olas mansas contrastan con el bullicio de la otra orilla. Allí las mariscadoras rastrillan la arena, los marineros lanzan sus aparejos al agua y quienes van a trabajar a la ciudad esperan en el muelle la llegada del barco que cruza cada media hora la ría de Vigo.
Una mañana de otoño, mientras la costa gallega se recupera de los estragos de un temporal, el inspector Caldas recibe la visita de un hombre alarmado por la ausencia de su hija, que no se presentó a una comida familiar el fin de semana ni acudió el lunes a impartir su clase de cerámica en la Escuela de Artes y Oficios. Y aunque nada parezca haber alterado la casa ni la vida de Mónica Andrade, Leo Caldas pronto comprobará que, en la vida como en el mar, la más apacible de las superficies puede ocultar un fondo oscuro de devastadoras corrientes.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Había leído muy buenas opiniones sobre el autor, y, más concretamente, sobre esta novela. Me lo compré por ser el único que me apetecía (y que tenían) en una de las últimas revistas del Círculo de lectores. Fue mi última compra en el Círculo, aunque he tardado bastante en leerlo porque pensaba leerme antes el primero de esta serie protagonizada por el inspector Leo Caldas, Ojos de agua, porque me gusta empezar las series por el principio. Pero al final me he leído este porque había pasado mucho tiempo desde la compra y ya que lo tenía…
¿Mereció la pena?
Sí, me ha gustado por la forma de narrar del autor. Y también me ha llamado la atención porque creo que ha sido la novela de misterio más pausada que he leído nunca. Según iba leyendo me daba cuenta de que realmente mucho no pasaba en la investigación, y me extrañaba siendo un libro tan extenso (787 páginas en tapa dura). Pero eso no hizo que perdiera el interés, tanto en la trama como en las historias personales de los personajes que van apareciendo. Precisamente los personajes me han parecido lo mejor de la novela. Y, a veces, por todo lo que les iba pasando, casi se me olvidaba que estaba leyendo una novela con una misteriosa desaparición. El misterio me pareció bastante fácil de resolver, pero también es verdad que el prólogo da una cierta información que hace que, como lectora, sea una privilegiada por saber más que el detective. Por otro lado, me pareció que varios de los investigadores se dejaban llevar demasiado por sus teorías y no por las pruebas, casi parecía que intentaban que encajaran las pruebas en las teorías (y lo que no encajaba lo desechaban).
El inspector Leo Caldas me ha recordado al comisario Maigret, de George Simenon. Por su forma de actuar, casi dejando que el caso venga a él, al contrario que otros detectives que parecen mucho más activos o proactivos. Aunque de Caldas sabemos mucho más de su vida personal que de Maigret, que parecía muy parco. El libro está narrado en tercera persona, pero casi es como si supiéramos todo lo que piensa o siente Caldas (excepto en el prólogo), así que podría estar contado en primera persona perfectamente. Tiene como ayudante a Rafael Estévez, que me resultó bastante cargante, hasta que más o menos al final entendí un poco mejor por qué alguien le querría como ayudante. No sé si sería cuestión de jerarquía o por qué, pero Estévez era siempre la primera opción de Caldas, y a mí me parecía mucho mejor y más competente Clara Barcia, me parecía bastante desaprovechada.
Mónica Andrade es la mujer desaparecida. Gracias a la investigación vamos conociéndola tal y como la veían los que la rodeaban, y en algunos casos parecían tener ideas opuestas. A lo largo de la investigación de Caldas conocemos a su padre, que es el primero que se preocupa, aunque a veces más que ayudar parece que entorpece la investigación; a su madre; a su vecino inglés; a su vecina, con un hijo al que algunos temen porque tiene un comportamiento extraño (una pena que no se explique exactamente qué le pasa, yo creo que podría ser autista); un sintecho que sabe mucho latín; compañeros de trabajo; alumnos suyos y de otras clases… Pero también conocemos a gente de la vida personal de Caldas, como su padre, muy independiente y con las cosas muy claras; su jefe, al que le cuesta separar lo personal y lo laboral en este caso; el odioso locutor de radio con el que no tiene más remedio que tratar; una amiga a la que hace mucho que no veía…
Los capítulos son bastante cortos, y algo que me resultó muy curioso es que cada capítulo empieza con la definición de una palabra, como un diccionario (aunque el autor no siempre pone todas las definiciones que tiene la palabra). Y siempre tiene que ver esa palabra con algo que pasa en el capítulo. A veces era muy fácil saber por qué había elegido esa palabra, o la recordaba al verla aparecer, pero en otras ocasiones hasta tuve que volver atrás porque no me acordaba de cuál era. Al final del libro el autor explica que algunos personajes son totalmente ficticios, que otros están inspirados en gente que conoce, e incluso alguno existe de verdad. Evidentemente está bien saber todo eso al final del libro, porque sabiéndolo antes se podría descartar como sospechoso a algún personaje. Y también explica que el libro es un homenaje a los que enseñan, a los que aman el mar y a los que hacen las cosas despacio, y creo que al leer la novela eso se nota.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer una novela de misterio que transcurre en Vigo, con un inspector muy solvente, pero que tiene sus tiempos para todo y no le gusta que le presionen.
Ritmo de lectura
A un ritmo medio, porque me interesaba lo que leía, pero no estaba muy enganchada.
¿Leerías algo más del autor?
Es muy posible, porque me ha gustado el estilo del autor. Aunque creo que no será una buena opción si quiero una novela de misterio o suspense que me tenga totalmente enganchada.