Sinopsis
Un crimen de cuarto cerrado que homenajea a los mejores clásicos de Maurice Leblanc y Gaston Leroux. En 1912, poco antes del viaje inaugural del Titanic, se celebra en París una gran fiesta que reúne a lo más destacado de la alta sociedad: una esplendorosa recepción ofrecida por el cotizado modisto Paul Poiret para presentar su línea de perfumes inspirada en Las mil y una noches.
Parte de los selectos invitados a esa noche mil y dos son la caprichosa condesa rusa Svetlana Slavskaya y su secretario personal Dimitri Ostrov, joven judío huido de los bolcheviques. De entre las galas que la aristócrata luce para la ocasión, destaca especialmente un valiosísimo collar de diamantes, regalo de un admirador. Pero, en un momento de la velada, la joya desaparecerá́ de su cuello y el cuerpo de su propietaria, probablemente estrangulada, será́ hallado sin vida…
En esta deslumbrante y atractiva evocación de la Belle Époque, Carole Geneix nos ofrece una obra que dialoga con los grandes maestros franceses de la novela de misterio, arrojando una nostálgica mirada sobre un periodo de la historia europea que, muy pronto, la Primera Guerra Mundial se encargaría de reducir a cenizas.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Primero me pareció curioso el título, por la referencia a Las mil y una noches, y más siendo una novela de misterio. Y en cuanto leí que homenajeaba las historias de misterio consideradas clásicas tuve claro que quería leerlo.
¿Mereció la pena?
No era lo que me esperaba, pero, a pesar de la decepción porque poco misterio tiene, no ha estado mal leerlo. Y gracias a no haber leído casi nada de la sinopsis pude disfrutar un poco más del misterio. Porque no sabía quién moriría ni muchos otros detalles de la trama que se van desvelando poco a poco, como el pasado de algunos de los personajes. El asesinato tarda en aparecer, concretamente se produce al final de la primera parte (más o menos una cuarta parte del libro). La historia está dividida en tres partes, sin títulos, casi toda contada en tercera persona por un narrador o narradora que sabe mucho, incluso gran parte de lo que piensan los personajes. Pero no siempre nos «descubre» las malas intenciones o planes que tienen, y así nos llevamos algunas sorpresas. Solo hay algunas líneas en primera persona, y para mí sobraban esos párrafos de la persona culpable, porque hace que se descarte a algún sospechoso. Lo podía haber contado cuando ya sabemos la verdad (que igualmente lo hace y sabemos qué pasó y por qué). Casi toda la historia transcurre en 1912, excepto al final, cuando avanza 25 años para contarnos qué ocurrió con algunos personajes y cerrar varios flecos. Y me extrañó la fecha, esperaba que la historia se desarrollara tras la Primera Guerra Mundial y no antes.
Lo de que pueda considerarse un «misterio de cuarto cerrado» casi suena a broma, porque ni de lejos se parece a ese tipo de misterios. Tampoco creo que se pueda considerar un misterio clásico, porque hay pocos sospechosos, varios se descartan enseguida, no hay ningún detective / policía / aficionado que destaque por su inteligencia para resolver el misterio… Y, en general, me pareció que había demasiadas casualidades y que algunos personajes tenían excesiva suerte. Me llamó la atención que los policías encargados del caso estuvieran más preocupados en ascender que en resolver nada. Más bien les hubiera encantado cerrarlo cuanto antes, y molestando lo menos posible a los poderosos. Los dos policías, el inspector Betholet y el comisario Champlain, no parecen muy buenos en el trabajo policial, y tampoco en las conspiraciones que al parecer hay en el mundillo de la policía. Al final, por lo menos Betholet decide intentar que haya algo de justicia, pero más bien porque otros casi le obligan a cumplir su deber profesional…
Hay pocos sospechosos porque hay pocos personajes. Tenemos a Dimitri, o más cariñosamente Dimia, que podría considerarse el protagonista. Sabemos casi todo lo que le pasa a él y todo lo que siente. Me pareció demasiado inocente, y me extrañó por tener durante tantos años a una jefa como la condesa Svetlana. Ella tiene mucho mundo, es muy directa, sabe aprovechar cualquier situación y hace lo que quiere, sin remordimientos. Pero no parece que haya conseguido que su secretario espabile demasiado… La condesa se casó muy joven y tuvo un hijo, Ígor, que lleva casado seis años con una rica heredera. Por eso me sorprendió que la condesa tenga 43 años, y que a veces la traten como «vieja». Aunque ella misma considera que su nuera se casó demasiado mayor, con 23 años, así que normal que gente más joven la considere casi una anciana. Lo de Dimia y su afición por la lectura me pareció un buen detalle, que hizo que me cayera mejor, aunque desesperara a su jefa.
Ígor es uno de los personajes más odiosos que creo haber leído en mucho tiempo. Desprecia a las mujeres, a los judíos y a cualquier persona que considera inferior a él (básicamente, todo el mundo); es un cazador sádico (las escenas de caza por mí se las podía haber ahorrado la autora); es traicionero y rencoroso; tiene demasiado buen concepto de sí mismo; cree que el resto de la gente está ahí para servirle o para su uso y disfrute… Una auténtica joya. Y cada vez que aparecía en la novela le deseaba lo peor. Paul Poiret creo que es el único personaje real de toda la historia, y supongo que también su esposa, Denise. Siempre que se le da mucho protagonismo a alguien que de verdad existió en una novela de misterio ya me imagino que muy culpable no puede ser… En este caso no es que salga muy bien parado, entre sus infidelidades, sus gastos excesivos, y confiando en quien no debe… También aparecen Oriane y Manon, que son las modelos preferidas de Poiret, y Dimia no sabe con cuál de las dos tuvo un encuentro de lo más misterioso…
Me sorprendió el tema político. Habla bastante de los judíos y los pogromos en Rusia, y la revuelta de los bolcheviques, aunque tampoco llega a profundizar mucho. También nos recuerda los problemas que tuvieron en París los judíos, incluso antes de que llegaran los nazis. Por el título y por alguna escena del pasado de Dimia, me esperaba más sensualidad o erotismo en el resto del libro, pero, aunque se insinúa bastante desenfreno, más bien se queda en la imaginación del lector o lectora. Y la historia de amor no me convenció, pero sí cómo describe los tejemanejes de las clases altas. La traductora es Vanesa García Cazorla, y sus notas eran bastante informativas, aunque, cuando hablaba del personaje real parecía que se adelantaba un poco a la trama (pero también fue útil para saber que existió de verdad el tal Poiret). Y, además de traducir el francés, también tradujo alguna expresión en ruso o explicó platos típicos, y eso es de agradecer, para entender mejor el contexto.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer una novela sobre la primera década del siglo XX en París, con mucha moda y lujo, pero sin olvidar la parte oscura del mundo de los ricos.
Ritmo de lectura
Un ritmo medio tirando a rápido. No me tenía muy enganchada, pero sí que me resultaba fácil de leer (excepto algunas escenas que me resultaron bastante desagradables).
¿Leerías algo más de la autora?
Puede ser, porque, aunque sus tramas pueden ser un poco desconcertantes, me ha gustado su forma de narrar, con una especie de fluidez que hace la historia bastante amena.