Lo normal suele ser que el autor primero visite un lugar, y que el lugar le sirva como inspiración para una o varias de sus obras. Pero en el caso de Julio Verne pasó al revés: primero escribió sobre la bahía de Vigo, y diez años después, de forma casual, acabó visitando Vigo.
La bahía de Vigo
En 1869 se empezó a publicar Veinte mil leguas de viaje submarino, y el capítulo 8 de la segunda parte se titula «La bahía de Vigo». El capitán Nemo ha llevado el Nautilus a la bahía para reponer fondos, gracias a las riquezas de varios barcos hundidos, y cuenta el origen de esos tesoros. Las descripciones sobre la bahía y sus aguas son: «esta bahía forma una rada abierta y sin defensa» y «En un radio de media milla en torno al Nautilus las aguas estaban impregnadas de luz eléctrica. Se veía neta, claramente el fondo arenoso», respectivamente. Y poco más. Lo que le interesaba a Julio Verne era la leyenda sobre unas riquezas que nadie había recuperado, y no necesitaba conocer en persona la zona.
La batalla de Rande ocurrió realmente. Fue el 23 de octubre de 1702, durante la Guerra de Sucesión Española. La coalición española y francesa resguardó varios galeones, que provenían de América, en la bahía de Vigo, por ser un puerto no bloqueado por los ingleses y holandeses. Supuestamente esos barcos estaban cargados de oro, plata y joyas, y fueron hundidos en la zona durante la batalla. Las numerosas búsquedas han resultado infructuosas, y se cree que los tesoros fueron descargados antes. En 1867 el banquero Hipólito Magen trató de recuperarlos, invirtiendo mucho dinero en los últimos adelantos, como las escafandras semiautónomas, de Rouquayrol, o las lámparas que podían ser usadas bajo el agua, de Ruhmkorff. Y las noticias publicadas en los diarios sobre la búsqueda le sirvieron a Julio Verne para su historia.
Sus visitas
Hace tiempo se comentaba que Julio Verne no viajó prácticamente nada, y que toda la información la sacaba de otros libros o de publicaciones científicas. Pero, aunque no llegó a visitar tantos lugares como en sus novelas, sí que viajó a varias ciudades, en yates de su propiedad. Con el Saint Michel III empezó un viaje en 1878, pero al llegar al Golfo de Vizcaya el tiempo empeoró. En vez de ir al puerto de A Coruña decidió atracar en Vigo, ciudad que ya conocía en el papel. Fue recibido con honores y allí permaneció entre el 1 y el 4 de junio. Visitó la ría, asistió a las fiestas del Cristo de la Victoria, disfrutó en el Café Suizo… Y le dejó muy buen recuerdo, por la belleza de la ciudad y el buen trato recibido (aunque el que más contó sobre el viaje en su diario fue uno de sus acompañantes, el diputado Raoul Duval).
En 1884, otra vez a bordo del Saint Michel III, volvió a parar en Vigo. Esta vez se debió a una avería en la caldera del barco. Se preveía que la parada sería muy breve, pero tardaron más de lo pensado en arreglarla. Y Verne y sus acompañantes pasaron varios días en Vigo. En sus diarios, que contenían descripciones bastante escuetas, Verne dejó constancia de que el lunes 19 de mayo de 1884 entró en la ría, contemplando las islas Cíes. Y que subió al monte de O Castro, donde admiró la vista de la bahía y los valles. Este monte conserva restos de los primeros pobladores, del siglo II y III a.C., en la ladera derecha del monte. También se encuentra la fortaleza, que ya en tiempos de Julio Verne era un mirador, y el monumento dedicado a la batalla de Rande.