Esperanza

Desde que era pequeña me ha fascinado la mitología griega, por esa forma de explicar cualquier fenómeno con una historia (y que tuviera sentido). Una de mis favoritas es La caja de Pandora. Pandora abre la caja que no debería abrir, y por eso salen todos los males del mundo; pero la cierra a tiempo y dentro se queda la esperanza. Es decir, que ya en esos tiempos existía la creencia de que sin esperanza probablemente no soportaríamos todo lo malo que nos pasa.

Caja de pandora
Fuente: Wikipedia.

En el repaso de lo que piensan o pensaron los escritores sobre la esperanza, empezamos con Emily Dickinson, que escribió un poema sobre qué era para ella:

La esperanza es esa cosa con plumas
que se posa en el alma,
y entona melodías sin palabras,
y no se detiene para nada,

y suena más dulce en el vendaval;
y feroz tendrá que ser la tormenta
que pueda abatir al pajarillo
que a tantos ha dado abrigo.

La he escuchado en la tierra más fría
y en el mar más extraño;
mas nunca en la inclemencia
de mí ha pedido una sola migaja.

Samuel Smiles, escritor y reformista escocés, describió este sentimiento con una metáfora:

La esperanza es como el sol, que arroja todas las sombras detrás de nosotros.

Una forma poética para decir que hay que tener esperanza, de un escritor libanés, Khalil Gibran:

Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.

Para Georges Bernanos, escritor francés, era un riesgo, pero…:

La esperanza es un riesgo que hay que correr.

Pero algunos no creen que sea algo tan positivo, como el escritor francés Paul Valéry:

La esperanza nos sostiene, pero como sobre una cuerda tirante.

O directamente la consideran como algo malo, que ojalá Pandora no hubiera mantenido en la caja. Es el caso de Friedrich Nietzsche:

La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.

Aunque Nietzsche también pensaba que podía ser estimulante:

La esperanza es un estimulante vital muy superior a la suerte.

Es parte de la vida según Julio Cortázar:

La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose.

Y también para George Sand hace vivir:

Las decepciones no matan, y las esperanzas hacen vivir.

Al final siempre queda la esperanza, o como diría Antonio Machado:

Hoy es siempre todavía.

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