
En la Antigua Grecia el Ágora era la plaza donde los ciudadanos se reunían, entre otras cosas, para hablar y discutir, y nada mejor que comenzar las reflexiones de nuestra particular ágora que por los libros.
En la Antigua Grecia el Ágora era la plaza donde los ciudadanos se reunían, entre otras cosas, para hablar y discutir, y nada mejor que comenzar las reflexiones de nuestra particular ágora que por los libros.
El primero de mis secretos (in)confesables: que (a veces) tengo que saber qué va a pasar sin esperar a terminar el libro. Se supone que está mal, muy mal, eso de no ser capaz de esperar pacientemente a que el autor o autora nos cuente su historia tal y como como había pensado, sin atajos. Si el autor quisiera que supiéramos cómo acaba antes de tiempo hubiera empezado por ahí, por el final.
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Obviamente. Sin amar la lectura no podría existir esta página web. Y es el tema perfecto para empezar esta categoría, que va a ir reuniendo lo que amamos, sin complejos ni reservas.