Sinopsis
La familia espera a que el padre vuelva de un viaje de trabajo. Cuando este no llega, el resto se rebela contra su autoridad. En una familia modelo alemana, todos esperan el regreso del padre, que ha salido en viaje de negocios. Han dispuesto un montón de mejillones, su cena preferida. Pero, a medida que las horas pasan y él no llega, se va organizando una «revuelta» que pondrá en cuestión todos los valores de la familia tradicional.
La narradora, la hija mayor de esta familia de cuatro miembros, nos va contando los preparativos de la cena y el tiempo de espera con su madre y su hermano y, al mismo tiempo, nos habla de la vida en esa casa con un padre autoritario y violento y con una madre (y unos hijos) que tratan de amoldarse (espeluzna ese verbo) al padre.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Por varias razones. Primero, me lo recomendó en Instagram una persona de quien me fio de sus reseñas. Después, el título me pareció muy original, y también el tema que trata es uno que siempre me interesa, el de las familias, y en este caso, las patriarcales. Y, por último, porque leo poca literatura alemana y no conocía a esta autora.
¿Mereció la pena?
Me ha gustado mucho esta pequeña novela de poco más de 100 páginas. Más que nada por lo concisa que es y, a la vez, intensa. En un monólogo sin ningún punto y aparte en todo el libro. De una forma muy sencilla, muy controlada narrativamente, cuenta algo muy brutal, pero sin mencionar la brutalidad como tal. Y mientras la leía, estaba con el corazón encogido, más por lo que me imaginaba que por lo que realmente cuenta.
La familia está alrededor de cuatro kilos de mejillones que tienen preparados para cenar cuando llegue el padre, a las seis de la tarde. Van pasando las horas y no llega, y se desatan todo tipo de horrores sobre la mesa. Ni a la madre, ni al hijo, ni a la hija, que es la narradora del libro, les gustan los mejillones. Pero alrededor de ellos cuenta la hija un montón de historias pequeñas, para finalmente desvelar una muy grande y real, que el padre es un ser despreciable, dictador, insoportable y, sobre todo, violento con su familia. Ninguno le gusta al padre, y ellos no se sienten queridos ni reconocidos por un padre que ha hecho un feudo de su familia. Porque dice que es la familia que él ha soñado siempre tener, pero todos le defraudan, y sale su lado más machista, con maltrato físico y psíquico.
Lo que más me ha gustado de la novela es el tono desenfadado de ese monólogo. Pero la tensión que crea, según van pasado las páginas, sin contar ni una sola cosa violenta, aunque el lector lo va intuyendo, es terrible. Va sembrando dudas desde el minuto uno de lectura de una forma muy sutil, muy irónica, con la que va mostrando lo que está sucediendo en la familia, y no es nada bueno. Viven tal situación de opresión, los tres miembros de la familia que esperan, que la empiezan a exteriorizar cuando ven que pasan las horas y el padre no vuelve a casa. Y, por primera vez, se sienten juntos y unidos. Es una pequeña revolución la que montan alrededor de esos mejillones que odian y que ya están resecos encima de la mesa.
Es importante la metáfora que se hace durante todo el libro sobre las políticas de las dos Alemanias después de la Segunda Guerra Mundial. Porque los padres vienen de la Alemania del Este, con un control basado en la violencia, y llegan a una Alemania democrática. El final del libro me ha encantado, totalmente abierto. Después de la revolución familiar por la tardanza del padre durante cuatro horas, cada lector puede imaginar cuál será su mejor final.
¿A quién se lo recomiendo?
A los que os gusten los libros que parecen una historia contada de forma sencilla, irónica y sutil, pero que según se va leyendo provocan angustia por su ambiente opresivo. Y según pasan las páginas, la tensión se va convirtiendo en miedo por la violencia que rodea a la familia.
Ritmo de lectura
Muy rápido, en dos ratitos, porque es una novela corta.
¿Leerías algo más de la autora?
Seguro que sí.