Sinopsis
Los años transcurridos en la propiedad familiar de Nassenheide servirían de trasfondo y escenario para Elizabeth y su jardín alemán, publicada de forma anónima en 1898. Este libro inolvidable trata del contenido de la felicidad que una mujer encuentra entre las flores y las plantas de su jardín, dedicada a ver pasar las estaciones, a leer al aire libre, a jugar con sus tres hijas ajena a la rutina doméstica, a los problemas de la servidumbre, a la incomprensión de su marido, el Hombre Airado. La novela alcanzó tal fama en su tiempo que los veintiún libros que Elizabeth von Arnim escribió a partir de ese momento se publicaron firmados «Por la autora de Elizabeth y su jardín alemán«.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Después de leer Un matrimonio perfecto, de Elizabeth von Arnim, decidí que quería leer algo más de ella. Y por mi casa estaba este libro, que desde hacía años me despertaba curiosidad, pero no terminaba de decidirme a leerlo. Me animé por el reto Todos los clásicos grandes y pequeños de Las inquilinas de Netherfield, por ser un «clásico en el que aparezca el nombre de uno de los personajes en el título» (nivel 3).
¿Mereció la pena?
Sí, aunque al principio me costó un poco, después lo disfruté mucho y me quedé con ganas de más. Me hubiera gustado saber más de Elizabeth, cómo siguen desarrollándose sus hijas… Y saber mucho más de algunos personajes que aparecen en la historia cuando ya pensaba que no saldría nadie más. Pensaba que se centraría solo en sus progresos en el jardín, en sus reflexiones sobre determinados temas, muchos de ellos relacionados directa o indirectamente con las mujeres, o si su relación con el Hombre Airado acabaría estropeándose (porque no pueden ser más distintos y no comparten casi ningún interés). Me gustó mucho Elizabeth, pero reconozco que su amiga Irais me fascinó, por su desparpajo y por su forma de ver la vida. Cuando las dos estaban juntas me divertía muchísimo, y su visita se me hizo muy corta… Según iba leyendo, el final me tenía un poco preocupada, pero me dejó contenta (aunque no me hubiera importado que siguiera escribiendo…).
Está escrito como un diario, aunque Elizabeth no escribe todos los días. Al principio básicamente habla de su jardín, pero luego va abriéndose más y más. Nos cuenta lo mucho que adora su jardín, sus problemas con los sucesivos jardineros, sus pruebas y ensayos porque es una autodidacta con la jardinería… También habla de sus intereses (aparte del jardín), como la lectura. Está mal visto que una mujer lea, y más si eso hace que desatienda «sus labores», pero eso no impide que Elizabeth dedique todo el tiempo que puede a lo que más le gusta: disfrutar de su jardín, de la lectura, de la soledad… Me resultó muy curioso que nombrara a sus hijas por los meses en los que habían nacido: la niña de abril, que es la mayor, de cinco años, la niña de mayo y la niña de junio, de tres. No sé si porque comparto mes de nacimiento con la niña de abril o por qué, pero es la que me despertó más interés. Pero me encantó la relación que tiene con sus niñas en general.
Si no fuera por cómo es, con ese carácter tan maravilloso y ese sentido del humor que hace que le dé igual lo que piensen de ella, hasta me hubiera dado pena Elizabeth. Por tener ese marido que tiene, que por suerte no habla mucho. Pero cuando lo hace, no sé si un poco por provocar, suelta pestes de las mujeres, y me caía fatal. Y le pega mucho eso de «Hombre Airado». Además, por las obligaciones que tiene, como recibir a gente en casa durante largas temporadas cuando ella querría estar sola. Ella preferiría visitas más cortas, y que se terminaran antes de que haya peligro de desear que se marchen. O tener que hacer grandes celebraciones. También por la presión que sufre por no hacer lo que se espera de una mujer, incluso teniendo dinero. Por ejemplo, cocinar, que ella cree que se le da mejor a la cocinera y que para qué se va a poner ella a molestar en la cocina. Pero lo dicho, que ella puede con todo, y siempre le quedará como refugio su adorado jardín.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien le gusten los jardines, las historias sobre mujeres que valoran los pequeños placeres… Y a quien quiera conocer cómo se vivía a finales del siglo XIX en Alemania, siendo mujer y extranjera, aunque con dinero.
Ritmo de lectura
Al principio lento, porque no pasaba mucho (y hasta tuve que empezarlo dos veces porque no me concentraba, en parte por una falta de ortografía…). Después más rápido. Tampoco tardé mucho en terminarlo porque es bastante corto (122 páginas en la edición de Mondadori).
¿Leerías algo más de la autora?
Sí, seguro que leeré algo más de ella.