Sinopsis
La Casa Blanca, febrero de 1862. Mientras Abraham Lincoln intenta hacer frente a una guerra civil que apenas acaba de comenzar, su hijo Willie fallece con tan solo once años. Incapaz de dejarlo ir, el presidente visita la tumba en la que descansa el cuerpo, mientras el pequeño, atrapado entre la vida y la muerte, en un limbo habitado por fantasmas que ignoran su destino, se enfrenta a su propia lucha en lo más profundo de su alma.
A partir de un hecho real, George Saunders nos invita en su primera novela a un banquete para la imaginación y entrega su trabajo más original hasta la fecha. Desarrollada en un cementerio a lo largo de una sola noche y narrada por un magnífico coro de voces, Lincoln en el Bardo es una experiencia literaria única que habla del amor, la pérdida y los vínculos familiares.
Saunders, reconocido internacionalmente como maestro del relato corto, ha sido galardonado con el Premio Man Booker por esta «obra extraordinaria», «única» e «increíblemente gratificante», en palabras del jurado. «Un acto brillante de generosidad y humanismo», Colson Whitehead, The New York Times Book Review.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Lo había visto en redes sociales y librerías, y siempre me llamaba la atención por tener un título tan extraño. Por la sinopsis también me pareció que la historia no podía ser muy común, y me entró curiosidad, incluso aunque menciona algo de fantasmas (porque no me suelen atraer ese tipo de historias). Me decidí finalmente al ver que había ganado el Premio Man Booker en 2017.
¿Mereció la pena?
Sí, definitivamente me alegro de habérmelo leído. Para empezar, porque se trata de la novela más original, o extraña, que he leído nunca. Ni siquiera sé si debería entrar en la categoría de novela, o si debería existir una categoría especial para libros así, que casi no se pueden definir. El autor expone por un lado un suceso real, que es la muerte de Willie, uno de los hijos de Abraham Lincoln, y las reacciones que se producen por ello. Y por otro, se inventa lo que ocurre en una especie de limbo, donde ha ido a parar Willie después de morir. En la página de la editorial Planeta, a la que pertenece Seix Barral, aparece otra sinopsis, y en esa explican que ese lugar o estado intermedio entre la vida y la muerte se llama Bardo según la tradición tibetana (en el libro estoy bastante segura de que no se menciona cómo se llama el sitio).
Para contar lo que pasó esos días en la realidad, sobre todo esa noche en concreto, el autor va reproduciendo pequeños fragmentos que pertenecen a otros libros, con los relatos de testigos directos de la época, y después especifica la fuente. En estos capítulos se describe la recepción, que no se suspende a pesar de tener al hijo enfermo o por estar en guerra; la enfermedad de Willie; cómo se tomaron Lincoln y su esposa, Mary, la muerte del pequeño; cómo era Lincoln, incluso físicamente; o la visita nocturna al cementerio que hace el presidente. Las partes en las que trata sobre el sufrimiento de los padres me resultaron muy duras, y también cuando tenían esperanzas de que se curaría. También explica el contexto histórico: Lincoln es el presidente de los Estados Unidos y la Guerra civil contra el Sur empieza a tener muchas bajas, por lo que se cuestiona su gestión y algunos creen que debería firmar la paz.
Los capítulos que transcurren en el Bardo también parecen fragmentos, pero realmente es una narración continua, en primera persona. Pero sus distintos “habitantes” se turnan para contar lo que pasa o para hablar (porque también hay diálogos). Después de cada fragmento (a veces coincide con un párrafo, pero otras veces es más extenso) aparece una línea en minúsculas (y con una letra más pequeña) que indica quién ha narrado o hablado. Los principales personajes son Roger Bevins III, Hans Vollman y el reverendo Everly Thomas. Ellos tratan de ayudar al pequeño Willie Lincoln, porque creen que siendo tan pequeño no debería estar ahí. La mayoría de los que están allí no se dan cuenta de que están muertos, o no quieren aceptarlo, o tiene alguna cuenta pendiente, por lo que hicieron o por lo que les hicieron.
Las interacciones de los tres personajes principales me gustaron mucho, por su amistad, por sus desacuerdos, por su solidaridad… Y también me gustó conocer sus historias y por qué estaban allí. Pero evidentemente no están solos, aparece una gran variedad de personajes, cada uno con sus historias y sus “castigos”. Los que más me sorprendieron fueron Eddie y Betsy Baron, un matrimonio muy malhablado (sus intervenciones están llenas de puntos suspensivos). Les cuesta reconocer sus errores o entender por qué sus hijos no han ido nunca a visitarlos. Pero al final, en cuestión de racismo, demuestran ser mejores personas que otros… Así que me producían un sentimiento ambivalente. Lo único que no me gustó fue que hubiera tan pocas mujeres. Al final llegué a la conclusión de que se debe a que (para el autor) las mujeres no dejan tantos «cabos sueltos» al morir.
Tengo que reconocer que, al principio, cuando vi la estructura del libro, con capítulos en general cortos, pero de muy distinta extensión, y que parecía que casi todo eran párrafos sueltos, pensé que iba a ser casi imposible que me lo leyera. Porque me aburriría. Pero no, todo lo contrario. La parte histórica me pareció muy amena porque iba a lo concreto y a veces incluso era divertida, como cuando no se sabe si había luna o no esa noche, o si era llena, porque las distintas fuentes lo recuerdan de forma diferente. Ni tampoco se puede llegar a una conclusión sobre el color de los ojos de Abraham Lincoln. Y la parte inventada, en el Bardo, me consiguió atrapar, por la trama y porque a veces parecía como si los personajes se «quitaran» la palabra de la boca, y eso me resultó muy divertido.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer un libro muy original, con hechos históricos y una trama que, aunque se centra en el tema de la pérdida de un ser querido y de lo que cuesta aceptar la pérdida, tiene momentos tiernos, divertidos, trágicos, de suspense… Abstenerse quien busque una novela de terror, porque no son los típicos fantasmas.
Ritmo de lectura
Bastante rápido. Aunque a veces demasiado rápido, porque por querer saber qué pasaba (en la parte ficticia) me saltaba quién estaba hablando o no me fijaba, y, si era importante saber de quién se trataba, tenía que retroceder.
¿Leerías algo más del autor?
Esta es su primera novela, el resto de lo que ha escrito son libros de relatos, como Guerracivilandia en ruinas, Pastoralia y Diez de diciembre. Por su originalidad y los temas que trata me apetece leer más de él, pero no sé si intentar leer alguno de esos libros (casi nunca leo libros de relatos) o esperar por si saca otra novela.