Marcapáginas

Adoro los marcapáginas, aunque mi pasión no llega a tanto como para ser una auténtica coleccionista, pero sí que se merecen una entrada de We ♥ dedicada a ellos. Para aclarar qué son exactamente, también con un poco de historia, y un intento de explicar por qué me gustan tanto…

Marcapáginas de gatos
Algunos de los marcapáginas que tengo de gatos. Si veo un marcapáginas con algún felino, es poco probable que no me lo acabe comprando…

¿Qué son?

También se llaman puntos de lectura, o puntos de libros o separadores o marcadores. Y básicamente es todo lo que usamos para dejar claro dónde nos hemos quedado leyendo. Lo de marcar el sitio doblando la página (para muchos una aberración), dejar el libro abierto (sobre todo bocabajo es una buena forma de estropear el libro) o confiar en que nos acordaremos fácilmente de en qué página hemos dejado la lectura no se considera un marcapáginas. Por supuesto podemos usar cualquier cosa para «marcar», en mi caso eso incluye: billetes de metro, entradas de cine, un trozo de papel arrancado de un periódico, cualquier cartón rectangular que encuentre por ahí…

Pero también uso los auténticos marcapáginas, tanto las cintas que van incorporadas en los libros (aunque tengo pocos libros así) como los que se han creado específicamente para ser colocados entre las páginas de los libros. Normalmente prefiero los de cartón, rectangulares y con una medida adecuada, que significa que no exceda el tamaño del libro. Así no hay peligro de que se doble porque sobresale si lo meto en algún bolso. Pero también he usado magnéticos (que se quedan a los dos lados de la página gracias al imán), metálicos, de tela, de clip… Los que no he usado nunca son los de esquina, aunque parecen fáciles de hacer con un sobre (pero es que yo soy más de usar el sobre directamente y no andar recortando…).

Lo que no me gusta es que abulten, porque así se deforman las páginas. No pasa nada si lees el libro seguido, pero como yo tengo la costumbre (a veces) de dejar algunos libros aparcados, en ese tiempo sí que puede acabar deformado… Por eso casi siempre uso los de cartón, que no rasgan ni abultan. Aunque también son los que más fácilmente pierdo, porque no noto cuando se caen y es muy fácil que acaben en cualquier rincón (o que me los deje dentro del libro una vez terminado). Casi siempre uso el mismo marcapáginas, hasta que lo pierdo y me tengo que buscar otro. Y a veces los vuelvo a encontrar…

Un poco de historia

Como era de esperar, los marcapáginas llevan acompañando a los libros desde hace mucho tiempo. Más o menos desde hace 2000 años, cuando los coptos empezaron a usar códices (para los rollos de pergamino o tablillas no eran necesarios). Pero muchos de esos marcadores no se conservan. El más antiguo que se conserva, hecho de cuero y vitela, es del siglo VI. Fue descubierto unido a un códice, durante unas excavaciones bajo las ruinas del monasterio copto de Apa Jeremiah en Egipto. En la época medieval se usaron mucho para no dañar los libros copiados a mano y también cuando empezaron a imprimirse, en el siglo XV (los incunables).

Marcapáginas medieval
Un marcapáginas medieval, que marcaba la página con una tira reciclada de otra publicación. Con la pieza circular (con cuatro números para las columnas) se podía marcar la columna y hasta la línea… Fuente: Smart Medieval Bookmarks, de la página Medieval Books.

El primer marcapáginas «famoso» es uno de seda, con una borla de flecos dorada. Estaba dentro de una Biblia que Christopher Barker regaló a la reina Isabel I en 1584, por haberle concedido el privilegio de ser su impresor. Hasta 1850 los marcapáginas solían ser cintas incluidas en el libro durante la encuadernación. Pero a partir de esa década empezaron a ser desmontables y podían coleccionarse. En 1880 comenzaron a fabricarse en papel y a servir como propaganda de todo tipo, aunque en 1860 en Inglaterra ya existían unos de tela conmemorativos de grandes eventos (que se popularizaron como Stevengraphs, por el que tuvo la exitosa idea: Steven Thomas).

Más información:

International Friends of Bookmarks (en inglés)

Breve historia de los marcapáginas – La piedra de Sísifo

Wikipedia (en inglés)

Marcapáginas de esta página web
Ejemplo de marcapáginas de propaganda, en este caso de esta página web y de las redes sociales en las que estamos…

¿Por qué me gustan tanto?

Creo que por dos razones. La primera es que los asocio a la lectura, así que les tengo cariño porque me encanta leer y adoro los libros. Una de las cosas que menos me gusta de los libros electrónicos es precisamente que no puedo usar marcapáginas. Los lectores electrónicos tienen sus propios marcadores, y «recuerdan» ellos solos en qué página te has quedado, pero no es lo mismo… Y tal vez si se extiende su uso acaben desapareciendo los puntos de lectura, que me daría mucha pena.

Y la otra es porque algunos son preciosos… Esos son los que se puede decir que «colecciono» y que casi nunca uso como marcadores, para que no se estropeen ni se me pierdan. Por eso uso los que me han regalado en librerías o en ferias del libro, es decir, los de propaganda. Porque me da igual (o no me importa tanto) perder esos o que se estropeen, siempre habrá más. Pero las pequeñas joyas que se pueden encontrar por ahí, y que sirven de recuerdo de los lugares en los que he estado, los guardo a buen recaudo. Antes compraba postales, ahora marcapáginas.

Más marcapáginas
Recuerdos de cuando estuve en Noruega, París y Atenas (el de lupa), y otros que me han regalado.

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