Ana Teresa Parra Sanojo, conocida como Teresa de la Parra, nació el 5 de octubre de 1889 en París. Su padre era el cónsul venezolano en Berlín, y ella nació por casualidad en París. Cuando tenía dos años regresaron a Venezuela, y vivió en la hacienda de caña de la familia, El Tazón. Cuando su padre murió, la familia se trasladó a Mislata, Valencia. Allí estuvo interna en un colegio religioso y empezó a interesarse por la poesía. A partir de 1910, de vuelta en Caracas, frecuentó tertulias literarias y aprendió el habla coloquial, que después usaría en sus obras. En 1915 publicó dos cuentos, Un evangelio indio: Buda y la leprosa, y Flor de loto: una leyenda japonesa, con el seudónimo Fru-Fru. Más tarde publicó Diario de una caraqueña por el Lejano Oriente, basado en las cartas de su hermana, y Diario de una señorita que se fastidia. Se trasladó a París y en 1924 publicó su primera novela, Ifigenia. Dio conferencias en Cuba y Colombia sobre la importancia del papel de las mujeres. En 1929 publicó su segunda novela, Memorias de Mamá Blanca. Murió de tuberculosis en 1936 en Madrid.

Más información:
https://es.wikipedia.org/wiki/Teresa_de_la_Parra
Frases:
Escritos hacia el final de su vida, aquellos pliegos, que conservo con ternura, tienen la santa sencillez monótona que preside las horas en la existencia doméstica, y al igual de un libro rústico y voluminoso, se hallan unidos por el lomo con un estrecho cordón de seda, cuyo color, tanto el tiempo como el roce de mis manos sobre las huellas de las manos ausentes, han desteñido ya. (Las memorias de Mamá Blanca)