Sinopsis
En el Japón del año 1000 gobierna en Heian-kyo, la futura Kyoto, un joven emperador de quince años en un mundo ensimismado y lleno de rituales. Cada año Katsuro, modesto pescador de la lejana aldea de Shimae, lleva a la Corte las veinte carpas más extraordinarias destinadas a poblar los suntuosos estanques imperiales. Una misión de vital importancia gracias a la cual la aldea entera disfruta de un trato privilegiado.
Pero este año Katsuro no podrá cumplir su misión: se ha ahogado en el río Kusagawa. La aldea, temerosa de que su futuro peligre, encomienda a la viuda del pescador que haga la última entrega de carpas.
Calzada con sandalias de paja y cargando una pértiga de bambú de la que cuelgan dos inmensos cestos, Miyuki emprende el camino a la ciudad imperial: un periplo a través de bosques y montañas en el que deberá enfrentarse a tormentas, rufianes, amenazas y supersticiones. Solo el recuerdo de los días felices y las noches voluptuosas pasados con Katsuro le insuflarán el valor para superar las dificultades del camino y lograr devolver todo su prestigio al maestro abastecedor de la Oficina de Estanques y Jardines.
Tras doce años de investigación, Decoin ha escrito una novela inolvidable.
Una gran novela de aventuras, amor y sensualidad en el Japón de los sentidos.
Ganadora del Premio de los Lectores L’Express-BFM TV, por el ganador del Premio Goncourt y miembro de la Academia Goncourt.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Me llamó la atención el título, porque me sorprendía que en algún sitio tuvieran una oficina dedicada a eso. Cuando leí la sinopsis, al estar situada la novela en Japón no me quedé muy convencida, así que lo dejé un poco olvidado. Después empecé a ver que tenía buenas críticas y decidí leerlo.
¿Mereció la pena?
No me ha apasionado, probablemente porque la cultura japonesa no me apasiona, pero sí que me ha resultado interesante y diferente a la mayoría de los libros que he leído. Me parece que es una novela muy bien escrita, por momentos me resultaba muy poética (aunque todo sea prosa) e incluso transmitía una cierta belleza. Y a veces, incluso contando situaciones más o menos desagradables, seguía notando esa especie de poesía o belleza extraña, y casi podía sentir los colores y los olores. Lo de los olores me extrañó mucho, por la importancia que le daban en Japón (no sé si seguirán igual), y la capacidad que tenían para reconocer los olores, y diferenciar, por ejemplo, qué llevan, y en qué cantidad, sus mezclas especiales de incienso. Y en las personas también.
La novela cuenta la historia de Amakusa Miyuki, viuda del pescador Nakamura Katsuro, y también un poco de la de Nagusa Watanabe, el director de La Oficina de Estanques y Jardines. Ella es una mujer joven que acaba de enviudar, y tiene la obligación de terminar el último trabajo de su marido, uno de los encargados de pescar carpas y transportarlas a los estanques reales. De repente Miyuki se encuentra sola, y teniendo que realizar un trabajo complicado, que nunca ha hecho, por un camino que desconoce y sin saber qué se va a encontrar. Mientras recorre el camino recuerda los momentos con su marido, la “boda” (que no fue tal porque no tenían dinero), el sexo, la convivencia, lo que le enseñaba su marido para cuidar las carpas, cómo veían el futuro… Mientras que Watanabe es un hombre ya mayor, que se resiste a dejar de tener importancia en la corte y a que su cuerpo no se comporte como antes.
Me gustó mucho el personaje de Miyuki. Es una mujer fuerte, y eso a pesar de estar en una sociedad donde lo que se espera de una mujer es una total sumisión. Y más siendo pobre. Pero a pesar de eso ella demuestra en determinados momentos su fortaleza. En otros no, porque la sumisión está demasiado arraigada en ella. Por el camino Miyuki se encuentra gente que la engaña, o que la ayuda, aunque casi siempre esperando algo a cambio. Muchas de las personas que se encuentra la desconciertan, porque llevan una vida muy distinta a la suya, en su tranquila aldea. El final me desconcertó y las líneas finales tuve que leerlas dos veces porque no me enteré muy bien, me pareció lo más extraño de todo el libro.
Lo que queda muy claro es que Japón en aquella época estaba lleno de costumbres, algunas muy crueles y otras muy curiosas. La lista de las costumbres y rituales que me llamaron la atención sería muy larga, pero creo que destacan dos: la competición de olores, creando inciensos bastante complicados, y los tanka, que son los precursores de los famosos haiku. En el año 1000 los tanka eran una expresión literaria tan elevada que solo podían crearlos los que formaban parte de la corte imperial. Si alguien de clase inferior osaba expresarse así, podía ser condenado a muerte. Y también podían acabar muriendo por el enésimo capricho de un emperador…
¿A quién se lo recomiendo?
A los que le guste cultura japonesa o quieran conocer una época menos conocida de Japón. Puede no ser muy apto para la gente sensible, porque tiene partes un poco duras y desagradables.
Ritmo de lectura
Medio, tirando a rápido. Porque, aunque en algunas partes no lo pasaba bien, sobre todo en la parte de la prostitución o cuando engañaban a Miyuki o la trataban mal, se lee bastante bien y tiene momentos hermosos.
¿Leerías algo más del autor?
Puede ser, aunque no he mirado qué otros libros ha escrito, así que no sé de qué tratan esos libros. Creo que leeré alguno más si me atrae la sinopsis.