Sinopsis
Érase una vez un farero ciego y una niña huérfana… Así podría empezar uno de los muchos cuentos del señor Pew, el hombre encargado de cuidar del faro de un remoto pueblo de Escocia. Quien le escucha es la pequeña Silver, una chiquilla lista que acaba de perder a su madre y de ganar a un nuevo amigo, un hombre enamorado de las palabras y dispuesto a contar historias insólitas que se enlazan unas con otras en una trenza sin fin.
Sentada al lado del señor Pew, Silver llegará a saber cómo y cuándo se construyó el faro, y descubrirá a personas tan fascinantes como Stevenson, Darwin, y el reverendo Babel, un libertino lleno de ira y de amor por una hermosa mujer.
Amante fiel de la palabra y de su poder, Jeanette Winterson nos invita a entrar en esa «habitación propia» que Virginia Woolf amuebló hace muchos años, una habitación llena de mil historias que nos defienden de la soledad y hacen más llevadero el oficio de vivir.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Por el título, porque me gustan los faros, y porque por la sinopsis me parecía una historia curiosa.
¿Mereció la pena?
Creo que es uno de los libros más raros que me he leído. Según he visto por la biografía de la autora, creo que tiene algo de autobiográfico. Había momentos, sobre todo al final, cuando es adulta, que me parecía muy caótico e incluso algo delirante. También me pudo parecer más caótico por leerlo en e-book. Tal vez los «capítulos» en papel sí que tenían una separación más clara. Pero en parte ya te avisan en el libro, que le cuesta aplicar la fórmula de «principio, desarrollo y final».
La parte que más me gustó es la del faro, con Pew contando sus historias y enseñando a Silver a manejar el faro. Silver de pequeña también me gustaba mucho, por lo que le toca pasar por ser una niña fuera del sistema, y más todavía al quedarse huérfana; pero no pierde por eso su esencia. Mi personaje favorito es el farero ciego, con sus historias, algunas de las cuales no sabes si son reales o no, pero que tampoco importa tanto lo que sean. Y su forma de tomarse la vida, y enseñar a una niña cómo es la vida y cómo contar sus propias historias, con conversaciones como esta:
Cuéntame un cuento, Pew.
¿Qué clase de cuento, pequeña?
Uno con final feliz.
En el mundo eso no existe.
¿Un final feliz?
No, un final.
Una de las historias, la del reverendo Babel, en parte es la más interesante, aunque me resultara un personaje odioso. Esa época pasada estaba bastante clara (hablaba de Robert Louis Stevenson y de su padre, como constructor de faros que fue), pero me desconcertó no tener muy claro de qué época era la historia de la niña y el farero. Por un lado, parecía bastante actual, hablando de barcos controlados por ordenador, y por otro, parecía de otro siglo por el trato que recibe una niña huérfana.
Lo que menos me gustó fue la parte de adulta, me parecía casi otra historia, como un añadido que, desde mi punto de vista, no hacía falta. Incluso podría decirse que me dejó un mal sabor de boca, porque se diluye la parte anterior. De niña era capaz de entenderla, de mayor no. Creo que sobre todo porque falta gran parte de su desarrollo de niña a mujer y me resulta casi un personaje distinto. Pero sí que me sirvió para darme cuenta de algunos prejuicios que tengo, porque doy por hecho ciertas cosas, como de qué sexo era uno de los personajes…
¿A quién se lo recomiendo?
A los que les guste leer historias que desconciertan, por la falta de estructura, sobre todo, y porque casi no parece una historia. Son muchas historias con un hilo conductor muy fino. También puede gustar a los amantes de la poesía. A los que les guste Virginia Woolf podría gustarles, ya que la comparan con ella.
Ritmo de lectura
Pues no me lo leí muy seguido, porque no estaba enganchada, pero sí que disfrutaba con las historias.
¿Leerías algo más de la autora?
Puede que sí, porque tengo cierta curiosidad por saber si siempre escribe así. Pero con la cantidad de libros que tengo para leer (y los nuevos que salen) no puedo asegurarlo.