El Principito

El principito - Antoine de Saint-ExupéryLe Petit Prince - Antoine de Saint-Exupéry

La obra más famosa de Antoine de Saint-Exupéry. Es una novela corta que se publicó en 1943, tanto en francés como en inglés. En Francia no pudo ser publicada hasta que fue liberada de la ocupación nazi. Está incluido entre los mejores libros del siglo XX en Francia y es el libro francés más leído, traducido y vendido del mundo. El autor, que fue piloto militar durante la Segunda Guerra Mundial, escribió e ilustró el libro mientras estaba en Estados Unidos, tratando de convencer a este país para que declarara la guerra a los nazis. Las ilustraciones son acuarelas que él mismo realizó.

El Principito cuenta cómo un piloto se encuentra perdido en el desierto del Sáhara, después de que su avión sufriera una avería, y es allí donde conoce a un pequeño príncipe proveniente de otro planeta. Aunque se considera un libro para niños, la historia va mucho más allá. Trata temas como la crítica social, la amistad, las relaciones humanas… Una de las escenas más famosa es cuando el narrador cuenta que una vez, cuando era un niño, hizo un dibujo de una boa que digería a un elefante. Sin embargo, todos los adultos que veían el dibujo lo interpretaban erróneamente como un sombrero, una crítica sin duda a los adultos y su falta de comprensión creativa.

Mucha imaginación
Y si se le echa más imaginación todavía, puede ser casi cualquier cosa. Fuente: Pictoline.

El origen del libro se sitúa en el accidente que sufrió en el desierto de Libia, en diciembre de 1935, y su consiguiente larga errancia por las dunas, con alucinaciones visuales y auditivas provocadas por la sed, que le hicieron entablar un diálogo entre sus dos yo: el que cree que no hay esperanza y el que la tiene, el que razona y el que imagina.

Saint-Exupéry junto a su avión estrellado
Antoine de Saint-Exupéry posando junto a su avión estrellado, después de ser rescatado. Fuente: Antoine de Saint-Exupéry: sueños de aviación al encuentro de “El principito” en el desierto.

Hay mucho simbolismo en todo el libro. Los personajes son un claro ejemplo de ello. Así, el Piloto representaría al propio escritor; la Rosa, su objeto más preciado, sería sin duda su esposa Consuelo; el Zorro, que acompaña en su periplo al Principito, está inspirado en un zorro del desierto del Sáhara; el Principito, podría representar un Saint-Exupéry más joven o quizá el hijo del aviador Charles Lindbergh, que vivía cerca del escritor; y los Baobabs, esos árboles que destrozan planetas únicamente con sus raíces, son una clara alusión al nazismo y su intento por dominar todo el planeta bajo esta ideología.

¿Qué cosas nos enseña?

Este maravilloso libro, que yo intento regalar siempre que puedo a los nuevos lectores, nunca pasa de moda y cada vez que lo leo pienso que otro mundo es posible. Y de él se pueden extraer muchas enseñanzas:

– Que no debemos juzgar a todos por igual, porque cada uno de nosotros es de una manera diferente.

– Que debemos seguir hacia delante, no hay que detenerse nunca.

– Que debemos buscar en el interior de las personas para ver su lado bueno, todas tienen algo bueno.

– Que las apariencias engañan, y lo importante es lo que somos y no lo que tenemos.

– Que nos deberíamos conocer un poco más a nosotros mismos y aprender de nuestros errores.

– Que debemos sembrar en la vida para después cosechar.

– Que hay que sentirse joven, se tenga la edad que se tenga.

– Que debemos pensar más en los demás y ver cómo son y cómo se sienten.

– Que siempre tendremos a alguien que nos apoyará.

– Que le demos importancia a las pequeñas cosas que nos rodean.

Por último, recordar la bonita y famosa dedicatoria que el autor hizo del libro a su amigo:

A León Werth

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande puede comprender todo; incluso los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona grande vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan.) Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A León Werth, cuando era niño.

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