Hace poco escribí la efeméride de Erich Kästner, que ganó el Premio Hans Christian Andersen en 1960 por sus libros infantiles, y me acordé de sus historias, que en parte marcaron mi infancia. Pero no porque a mí me gustaran tanto, que me gustaban, sino porque le encantaba a mi madre. Ella de niña los leyó, así que quería que yo también lo hiciera. Creo que cada vez que veía un libro suyo estaba muy predispuesta a comprármelo.