Sinopsis
Un pueblo perdido en mitad de Castilla en las postrimerías del franquismo. Un joven maestro madrileño falto de experiencia y fuera de lugar. Una niña ahogada veinte años atrás. El fatal accidente de una adolescente para la que huir era la única salida. Una extraña epidemia que acaba con los ciervos del lugar, y el silencio, la nieve, la cerrazón y los secretos como únicos testigos, mudos e impasibles, del lento pasar de los días en un lugar olvidado, furibundo en medio de la nada, ahogado bajo odios enconados y rencores enquistados cuyo motivo nadie recuerda. Con prosa medida, afilada, tan dura como las gentes que retrata, Enrique Llamas se revela, con esta novela cuyas raíces se traban en nuestra mejor tradición literaria, como un talento digno de ser tenido en cuenta, un narrador capaz de pergeñar una primera obra que quedará marcada en nuestra memoria por sus certeros personajes, su ambientación magistral y su testimonio, hondo y veraz, de un mundo que creíamos haber dejado atrás pero todavía sigue anclado en el corazón de este país.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Me lo recomendaron y cuando leí la sinopsis me pareció que era un libro que me podía gustar.
¿Mereció la pena?
Sí que la mereció, porque me gustan los libros que tratan sobre lo profundo de las tierras y leo a menudo novelas sobre la América profunda. Así que aún me gustan más estas de la España profunda, que «haberla, haila». Pero con la sinopsis del libro es suficiente y mejor no contar nada de lo que sucede en él, para disfrutarlo más.
Es una novela realista que nos habla sobre los sitios pequeños, olvidados, encerrados en ellos mismos, llenos de odios que vienen de la antigüedad y que se van heredando de generación en generación. Y es un odio que ya ni siquiera se recuerda de dónde viene ni por qué, al que se echa toda la culpa de lo malo que nos pasa y se alimenta del recelo y de la sospecha. Que además odia todo lo que viene de fuera, sea idea o persona. Que tiene detrás de las puertas muchos muertos enterrados a base de mentiras o medias verdades y nadie quiere sacarlos a la luz. Donde impera la ley del silencio.
Lo cierto es que me ha recordado, sobre todo en la ambientación, al pueblo donde yo pasaba mis veranos, muy pequeño, un poco cerrado, porque a lo largo y ancho de nuestro país hay infinidad de pueblos así y sobre todo en aquella época de los 70. En la novela el autor ha creado un ambiente muy opresivo, con unos personajes increíblemente realistas, y nos cuenta cómo se relacionan entre ellos: siempre con recelos hacia sus vecinos, divididos en dos bandos y cargados de odio.
Por otro lado, también me ha recordado a todas las novelas costumbristas que a lo largo de mi vida he leído, tipo La sombra del ciprés es alargada o incluso a Los santos inocentes. Pero en este libro no hay el arriba y abajo, es más la relación entre iguales que se llevan fatal y que necesitan muy poco para que salte la chispa y se incendie la convivencia del pueblo, por un «quítame allá esas pajas». Y todo ello nos lo cuenta a través de los ojos de ese maestro que viene de fuera y que al principio alucina, pero después se aterra.
¿A quién se lo recomiendo?
A los que os gusten las historias duras, donde todos ocultan oscuros secretos en un pueblo ingrato y son incapaces incluso de hablarlos con sus familiares más cercanos, porque jamás se mencionan en voz alta.
Ritmo de lectura
Me lo he tomado con mucha tranquilidad porque el tema era duro.
¿Leerías algo más del autor?
Sí que leeré algo más de él.