Sinopsis
(He quitado algún error, como el del año en que Signe cuenta su historia, que en la sinopsis original ponía 2019, y he quitado algunos detalles que desvelaban demasiado de la trama).
¿Y si ya no hubiera marcha atrás? ¿Y si la situación del planeta fuera irreversible? Una reveladora novela sobre los efectos del cambio climático.
En 2017, Signe, activista de setenta y siete años, se embarca en un peligroso viaje para cruzar todo un océano en velero. Tiene una misión singular y devoradora: dar con Magnus, su antiguo amante, que está mermando un glaciar local para vender el hielo a Arabia Saudí́ como artículo de lujo.
En 2041, David huye con su hija pequeña, Lou, del sur de una Europa asolada por la guerra y la sequía. Se han separado del resto de su familia y se encuentran en una búsqueda desesperada para volver a reencontrarse cuando hallan un velero abandonado en un jardín seco en Francia, a kilómetros de la orilla más cercana.
¿Por qué me decidí a leerlo?
Al leer la sinopsis vi que trataba sobre la escasez del agua y decidí leerlo, porque me interesa el ecologismo y el cambio climático, pero casi nunca leo novelas que traten esos temas. Aunque con esto de la pandemia no tenía claro si era muy buena idea, por lo mal que lo podría pasar.
¿Mereció la pena?
Sí, porque me ha hecho reflexionar, aunque me ha resultado una historia bastante deprimente. Yo ya estaba bastante concienciada con el tema de ahorrar agua y mantener los ecosistemas, pero esta novela me ha hecho entender que las cosas podrían ser mucho peor de cómo me las imaginaba si no hacemos algo pronto. Sabía que el agua era muy importante, y que en ciertos países lo pasan muy mal por las sequías y la falta de agua potable. Pero esta historia va mucho más allá, habla de la posibilidad de guerras por mantener este bien tan escaso, sobre la falta de conciencia de mucha gente que solo ve la naturaleza como algo que les puede dar dinero, y cómo en situaciones desesperadas puede aflorar la solidaridad, pero también un total egoísmo. También trata otros temas como el amor, las relaciones entre padres e hijos, el sentimiento de culpabilidad, qué pasa si no dejamos que los demás se acerquen a nosotros, y qué pasa si les dejamos… En toda la novela se van alternando capítulos de Signe y de David, cada uno explicando en primera persona lo que les está tocando vivir, o recordando el pasado y cómo han llegado a estar en la situación en la que están.
Signe, que vive en nuestra época (2017) es una mujer muy independiente y solitaria, preocupada por los destrozos medioambientales de los que ha sido testigo en la zona donde creció, en Ringfjorden, Noruega. Con ella descubrimos algunas de las barbaridades que se han hecho por dinero, como canalizar un río, o llegar a «saquear» un glaciar para que unos ricachones puedan usar ese hielo como cubitos para hacer todavía más caras las copas que se toman. Siempre ha sido impulsiva y ha luchado por lo que creía justo, y la edad no ha hecho que sea menos proactiva. Además de la ecología, también se indigna por algunos momentos machistas, como el acoso que ha sufrido al viajar sola. Su barco se llama Azul (en noruego Blå, que es el título original del libro), y en él ha pasado gran parte de su vida. Cuando se entera de la última injusticia que ha cometido su antiguo amor, decide buscarle para tomarse una pequeña venganza, de una forma muy creativa. Al recordar su pasado, conocemos su historia con Magnus, al que conoció siendo los dos unos niños; a su padre, que también lucha por la no destrucción del medio ambiente; y a su madre, que solo piensa en los beneficios para su hotel. Estos recuerdos me parecían muy frustrantes, porque quería que pararan y recapacitaran antes de que fuera demasiado tarde. Eso sí, su “final” me gustó, aunque me hubiera gustado que la autora contara algo más…
Los capítulos narrados por David no me resultaban frustrantes, me parecían a ratos bastante agobiantes, porque casi no hay esperanza, aunque él intenta ser positivo, sobre todo por su hija, Lou, de unos ocho años. Es un mundo, por lo menos en la parte que conoce David (Timbaut, Burdeos, Francia), donde todo son restricciones, no solo de agua, también de alimentos y prácticamente cualquier cosa, como anticonceptivos. Con lo que va contando Signe no extraña tanto que en 2041 sea ese el panorama, pero ni en mis peores pesadillas podía imaginarme algo así. David ha permanecido en su casa todo lo que ha podido, hasta que no tiene más remedio que huir él también, y junto a su hija llega a un campamento de refugiados, esperando reunirse allí con Anna, su esposa, y August, su bebé. En este campamento se encuentran con otros en su misma situación, como Francis o Marguerite. No saben qué va a ser de ellos: muchos vienen de una zona de guerra, como entre el norte y el sur de España, y en los países del agua, más al norte, no les permiten la entrada. Su final me pareció muy abierto. Yo me imaginé dos finales, y el que me parecía menos realista es el que deseaba que pasara.
La autora cuenta en los agradecimientos de dónde ha sacado la información (incluso de un campo de refugiados cerca de Atenas), y también incluye una bibliografía y los libros de los que ha hablado en la novela, aunque yo solo pillé la referencia a El segundo sexo, de Simone de Beauvoir. Según he visto en internet, la zona de Noruega con el glaciar, el río y las cataratas no existe en realidad, pero seguramente habrá lugares parecidos, y Timbaut debe de ser la comuna Laroque-Timbaut, en el suroeste de Francia. Me ha gustado que, sin ponerse demasiado científica, explique los problemas causados al alterar un ecosistema, como meter un río en tuberías, porque desaparecen las especies del río y de la ribera del río. Aunque el libro es de hace tres años, y no podía prever esta pandemia que estamos sufriendo, me llamó mucho la atención que usaran gel hidroalcohólico, porque claro, se gasta mucha menos agua. Lo que me molesta es que a nivel personal poco puedo hacer para evitar un futuro tan desolador, salvo ahorrar agua, que ya lo hago, o votar a partidos que piensen de verdad en el medio ambiente. Ojalá pudiera hacer algo más y no verme dentro de unos años racionando el agua, y teniendo que dejar de lavar la ropa (o a mí misma) porque tengo que reservar la poca agua que hay para beber, mientras todo a mi alrededor se ha convertido prácticamente en un desierto.
¿A quién se lo recomiendo?
A quien quiera leer una novela sobre algo que podría pasarnos si no se frena el cambio climático.
Ritmo de lectura
Bastante rápido, a pesar de que había momentos en que me agobiaba o me enfadaba, y entonces tenía que dejarlo unos minutos o leer otra cosa.
¿Leerías algo más de la autora?
Sí, seguramente, porque está escribiendo más libros sobre ecología y me gusta cómo presenta y desarrolla las historias. El primero que publicó fue El mundo de las abejas, que está traducido al castellano, y tiene por ahora otro más, de 2019, pero sin traducir. También escribe libros infantiles, pero probablemente esos no los leeré.